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Opinión 31-01-2022 06:43

¿QUE ESTADO QUEREMOS? Por Juan Goti Ordeñana Catedrático jubilado de la Universidad de Valladolid

Vinieron, luego, las teorías políticas y filosóficas que tratan de apoderarse de la idea de Estado, y abren el camino hacia la dictadura. Por ejemplo: Thomas Hobbes, a la vista de la república absolutista de Cromwell de 1649 en Inglaterra, lanzó su teoría política con la idea de Leviatán, nombre tomado del monstruo marino referido en la Biblia, y que le sirve para simbolizar el Estado.

 

El término Estado que estamos oyendo continuamente a los políticos y a muy variadas personas, resulta difícil de entender: qué comprenden con esa idea. Debemos analizar en qué sentido lo usan, porque vemos que está preponderando y tendiendo a una concepción absolutista del poder, cuando se encuentra en boca de los partidos, sobre todo, de izquierdas. Ahora bien, se nos muestra como un ente jurídico, pero se advierte, cada vez más, que no se sabe a quién pertenece. En su definición, entraron los teólogos de la Escuela de Salamanca, y la consideraron como la persona jurídica compuesta por la comunidad de ciudadanos. Luego irrumpieron los filósofos y le hicieron un poder en sí, considerado ya como un monstruo Leviatán, ya un poder absoluto.

El primer proyecto de Estado, nos proporcionó la teoría clásica de la escuela de Salamanca, considerándolo como la unión de todos los miembros de la sociedad. Unión que suponía un acuerdo para actuar en común en la resolución de los problemas que se presenten en la convivencia social. Por tanto, es una persona jurídica, formada por todos los ciudadanos, y ordenada a resolver las dificultades y conflictos que sugieran en la vida común. De modo que es un ente en sí, distinto del Gobierno, y del que éste no debe apropiarse para sus intereses, ya que es la asociación de los ciudadanos. El poder está en el conjunto de ciudadanos, que nombra el gobierno, y lo pueden destituir, si no responde a la resolución de las cuestiones que hayan surgido en aquellos momentos. Teoría que parte de la idea de un Dios creador y ordenador del mundo, y que el hombre creado y libre organiza la convivencia de los ciudadanos según el principio de libertad e igualdad. Luego la experiencia ha propuesto el protocolo de cómo debe hacerse el nombramiento y sustitución del gobierno, mediante partidos, los cuales se han apoderado del mando, desnaturalizando la idea de ese Estado.

Vinieron, luego, las teorías políticas y filosóficas que tratan de apoderarse de la idea de Estado, y abren el camino hacia la dictadura. Por ejemplo: Thomas Hobbes, a la vista de la república absolutista de Cromwell de 1649 en Inglaterra, lanzó su teoría política con la idea de Leviatán, nombre tomado del monstruo marino referido en la Biblia, y que le sirve para simbolizar el Estado. Al final, el Estado es Leviatán, un monstruo al que las personas de una nación le han entregado el poder renunciando a su libertad política, y subordinándose plenamente y de forma voluntaria a ese poder, simbolizado por el Estado, al objeto de conseguir la garantía de la seguridad física y vital. Estimando de esta forma, la posibilidad de lograr un bienestar que solo se puede conseguir con un Estado soberano, centralizado, fuerte y absoluto. En esta concepción del Estado, a pesar de partir de un pacto de los ciudadanos,

una vez creado pasa a ser el monstruo Estado, se independiza de los ciudadanos y se hace como un poder absoluto, al que el Gobierno lo domina como quiere. En este proyecto desaparece la idea de Dios como creador y garante del Estado, aunque, todavía Hobbes, considera que la sociedad se va a regir por los fundamentos cristianos, pero sin influencia de la religión. La base del Estado es la razón.

Avanzando en la construcción filosófica encontramos una teoría que ha influido decisivamente en las direcciones que toman los modernos sistemas de gobierno. Se trata de la doctrina de Hegel, que aplicando su filosofía a la vida práctica llega a sostener la idea del Estado, como espíritu absoluto. Esta idea, de espíritu absoluto, lo aplica a la Sociedad política o Estado. Llegando a considerar que el Estado es la suprema forma de evolución del espíritu objetivo. Por tanto, es la síntesis de la moralidad y del derecho llegando a ser su suprema realización. Es por ello el fin absoluto, el Dios real presente en el mundo, de forma que ese espíritu absoluto, identificado con el Estado, es la voluntad misma de Dios. En consecuencia, el Estado, como fin absoluto, posee el supremo derecho sobre sus súbditos, quienes han de someterse y sacrificarse por esta suprema autoridad. El fin último y obligación suprema de cada cual es ser miembro de esa Sociedad y obediente a su ordenación.

En la mente del ciudadano corriente, la idea de Estado está en la línea de la Escuela de Salamanca, donde el Estado, es una persona jurídica comprensiva de todos los ciudadanos, y que debe estar ordenada a la resolución de los problemas de la sociedad. Pero esa no es la mente de los políticos modernos, que la creen una idea anticuada, por lo que la concepción progresista pretende hacerse dueño del Estado. Ya eligiendo la teoría del Leviatán de Hobbes, por la que el Estado se hace soberano, se independiza de los ciudadanos y se hace como un poder absoluto, al que el Gobierno lo subyuga como quiere. Ya tomando la idea de Hegel del Estado como suprema evolución del espíritu absoluto.

Es verdad que los políticos no se manifiestan así en sus discursos, pero en la práctica tratan de aplicar la teoría de Hegel, que ha sido tan influyente en la política moderna. Consideran al Estado como la última fase de la evolución del espíritu, por lo que llega a ser el fin absoluto, el Dios presente en el mundo, y cuya voluntad es despótica, de modo que al ciudadano debe someterse y obedecer a los dictados del Gobierno que es quien encarna ese ente del Estado absoluto.

Debemos darnos cuenta a donde nos llevan estos Gobiernos progresistas, que se creen dueños del Estado, lo que al principio se trataba de un pacto para resolver las diferencias y enfrentamientos de la sociedad, el Estado se ha independizado y construido un monstruo o un espíritu absoluto, que es manejado por el Gobierno para subyugar

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