Por una Cantabria industrial e innovadora María José Sáenz de Buruaga Candidata del Partido Popular a la Presidencia de Cantabria

Después de ocho años de populismo y socialismo en Cantabria, tenemos un panorama industrial propio de una era de desgobierno. Sniace, en liquidación desde hace tres años y el gobierno tratando de prometer a última hora una inversión empresarial como hace cuatro años prometió unas minas de zinc en Torrelavega. Ferroatlántica, en ERTE con todos los hornos apagados por los costes de la electricidad. Solvay, sin respuesta del PSOE y el PRC a su gran proyecto de transformación energética (200 millones de euros), mientras su fábrica hermana en Francia ya tiene las ayudas y realiza la inversión. Reinosa, con movilizaciones de los trabajadores de Sidenor que temen, con buen fundamento, la deslocalización de la producción. Aspla, emergiendo de un largo conflicto laboral en el que el Gobierno de Revilla no ha estado a la altura ni en sus competencias industriales ni en las laborales. Como no era un programa de El Hormiguero, ¿para qué molestarse?

El derribo en Vioño de las chimeneas de la antigua cristalería ha venido también a recordarnos la inacción total de Revilla y Sánchez en la reindustrialización de Cantabria. ¿No es un terreno industrial tradicional que podría albergar nuevos usos industriales y tecnológico? Por otra parte, después de muchos años sigue sin aprobar el PSIR de Las Excavadas en Torrelavega, por lo que no hay nuevo suelo para empresas tecnológicas que se quieran instalar en la comarca.

No olvidemos La Pasiega, operación que Revilla declaró prioritaria? ¡en 2006! Han pasado 17 años y, a pesar de las prisas electoralistas por poner un cartel y hacer papeleo de expropiaciones, seguimos sin ver cómo se va a financiar, cómo se va a llenar y qué va a poner el Estado. Y de la estación intermodal hasta el momento tampoco se sabe nada. Quiero recordar que Revilla llegó a anunciar que iría a La Pasiega una gran fábrica de baterías para coches eléctricos. La realidad es que esas grandes fábricas se anuncian por toda España menos en Cantabria. Otro bluf presidencial, y ya van decenas de ellos, en una increíble colección de ?motos? y tocomochos electorales (Ciudad del Cine, Parque Acuático de Torrelavega, Centrales de Ciclo Combinado en el Besaya?).

Nada hemos avanzado en energías renovables. En 16 años con el PSOE, Revilla ha sido incapaz de autorizar ni un solo parque eólico cántabro. Tampoco se ha realizado la cacareada transformación y ampliación de la central hidroeléctrica de Aguayo, un auténtico Día de la Marmota. Ni se aprovecha la eólica marina (que sí aprovecharán Galicia y Asturias), ni la mareomotriz, ni la solar fotovoltaica, porque no ha habido proyectos ni instalaciones de este tipo dignas de mención. Revilla y el PSOE han colocado a Cantabria a la cola en la lucha contra el cambio climático y en la transformación del modelo energético. Ello ha impedido desarrollar empresas locales industriales y de servicios tecnológicos para crear y gestionar dichas instalaciones de renovables, si se hubieran aprobado. Es un suspenso total, un cero patatero ante uno de los principales retos que tiene planteados nuestra sociedad en este momento, y más aún con el desafío de seguridad económica con que Rusia y China amenazan hoy a todo nuestro continente.

Así pues, un somero repaso a la situación industrial en sus diversos aspectos nos lleva a una clara conclusión: ni Cantabria debe seguir sometida al populismo ineficaz de Revilla y Sánchez, ni mucho menos meterse en ¿Guatepeor? con un Gobierno tripartito con Podemos en el Consejo de Gobierno de Cantabria. Si esos partidos suman 18 escaños, los próximos cuatro años serían durísimos para los hogares y las empresas de nuestra tierra, con la demagogia y sus graves consecuencias multiplicadas al infinito.

El Partido Popular va a ganar a las elecciones del 28M y pedimos a los cántabros que nos den la mayoría más amplia posible para gobernar solos y, entre otras medidas prioritarias, impulsar un Plan de Reindustrialización de Cantabria. Mi compromiso es que la industria llegue a ser el 25% del PIB de la comunidad, que uno de cada cuatro euros generados en la economía provengan de una industria viable, innovadora, inversora y exportadora. Podemos conseguirlo, pero no con las recetas con las que Revilla y Sánchez vienen desmantelando nuestro sector industrial y poniéndolo en riesgo. Un Gobierno Frankenstein sería monstruoso para la industria.