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Opinión 30-12-2019 07:00

Marcel Jaurey Fernández-Cotera, por Pedro Arce Díez

A menudo me gusta traer a estas páginas a personajes de diversa índole; hoy quiero traer a un interesante y curioso personaje santanderino del pasado siglo, gran aficionado al mundo del motor y, especialmente, a la aviación: Marcel Jaurey.

 

Marcel Jaurey (Santander, 1904-1975) era hijo de Marcel Jaurey Bordes, francés de Villeneuve de Marsan (Mont de Marsan), quien se había casado en Santander con Francisca Fernández-Cotera Mendizábal, afincándose en la capital de La Montaña. Y aquí regentó, la familia, la muy conocida “Tintorería Francesa”, ubicada en la calle San Fernando nº 68 y con despacho en las calles Isabel II y San Francisco, lo que les permitió una posición social desahogada y que el joven Marcel pudiera estudiar en los Escolapios de Villacarriedo.

 

 

 La tranquilidad familiar se vio convulsionada por la llamada a filas del padre, dado que poseía la nacionalidad francesa, con motivo del inicio de la Primera Guerra Mundial –la Gran Guerra-, combatiendo en las terribles trincheras de la misma; Marcel Jaurey padre participo en esa contienda junto a su hermano Edmon que falleció en la contienda. Finalizada la contienda, el padre regresa al hogar familiar santanderino, lo que permitió un futuro sin sobresaltos.

Mientras el joven Jaurey proseguía sus estudios, ayudaba cuando podía en el negocio familiar y estaba muy atento a todas aquellas innovaciones que iban surgiendo en un mundo cambiante; la mecánica y todo lo que se moviera le llamaron la atención, su familia conserva diferentes maquinas e inventos mecánicos que le entusiasmaban y penetró en este mundo en evolución, ya que le gustaban todas las novedades de este campo.  El motor y las ruedas fueron otra de sus grandes aficiones muy joven participo en pruebas infantiles y juveniles de incipiente ciclismo montañés; después, las motos y, más tarde, los coches; precisamente, en un accidente de moto, perdió el ojo izquierdo, aunque ello no fue óbice para que continuará con su ímpetu en el mundo del motor y la velocidad.

Y pronto se aficionó al naciente mundo aéreo, que en Santander estaba pujante; y así cuando en 1930 se recreó el Aero Club Montañés, allí ya encontramos a Marcel, formando parte de la nueva Junta Directiva y aprendió a volar en la escuela de pilotos Estremera de Teodosio Pombo, junto con Enrique Corcho Pila, Calderón, Trápaga,..

Pero Marcel Jaurey aún seguía con la afición automovilística y adquiere un nuevo vehículo, un “Delage” de 2.420 cc, al que la empresa le realizó un precio especial, con la condición de que participase en el famoso rally de Montecarlo, a sabiendas de la afición y condiciones del piloto; y Marcel aceptó el reto siendo el primer español en participar en este evento. El 23 de enero de 1934 parte de Madrid, con el dorsal nº 64, conduciendo este vehículo: Bayonne, Toulousse, Avignon y Montecarlo… Y al año siguiente repitió con la firma, la cual le ofreció un nuevo vehículo “Delage”, con 2.660 cc.yde ocho cilindros, aún más potente, y que fue matriculado en Santander y cuya matrícula fue S-5758. Se inscribe en este rally con el nombre de su amigo Valentín Azpilicueta, el cual le acompañaba junto a su esposa y el propio padre de Marcel y se cambió el nombre por si tuviera problemas en Francia, dada su doble nacionalidad y el hecho de que no había hecho la mili al ser llamado.

 

 

Y al año siguiente, Marcel Jaurey volvió a participar en este famoso rally. Inició el recorrido desde la amurallada localidad portuguesa, colindante con España, Valença do Miño, bajo el control del Automóvil Club Portugués, realizando un recorrido por Lisboa, Sevilla y Madrid, que les obligaba a atravesar los Pirineos, con nieve en aquellos días y lo que obligó a despalar personalmente; después Bayonne, Toulousse, Brignoles y Montecarlo. En este rally participaron 166 automóviles de toda Europa y Marcel consiguió clasificarse en el puesto 75 de los 103 que finalizaron el mismo en la categoría entre 2000 y 3000 cc. Realizó la prueba que eran unos 3.000 Km. en 62 horas, incluidos los descansos para dormir y alimentarse, a una media de 90 Km./hora; y lo más importante, consiguió batir a sus contrincantes galos con “Bugatti”, hacerse con la Copa del Automóvil Club Portugués y lograr el récord de velocidad en el tramo Sevilla-Madrid.

 

La proeza del viaje Santander-México de Juan Ignacio Pombo en 1935 volvió a prender la mecha de la afición aeronáutica en Santander y ya en su preparación, tenemos constancia de la intensa colaboración de Marcel Jaurey, junto con otros santanderinos como Ignacio Romero Raizábal, Luís Derqui, Jesús Jado, Walter Meade, Enrique Corcho, José Barros y Enrique Mowinkel, con los cuales presentó su proyecto en la Diputación de Santander, ante la presencia de su presidente, Gabino Teira Herrero, del alcalde de Santander, Teodoro Gérez, y de otros representantes de diferentes entidades.

En la primavera de 1935 y quizás impulsado por los prolegómenos y la gesta en sí de Juan Ignacio Pombo, se constituye un nuevo Aero Club, en cuya iniciativa también iba a participar Marcel Jaurey; estuvo presidido por Walter Meade, con Valentín Azpilicueta como Vicepresidente y Manuel Yllera y Luís Derqui como Secretarios; completaban las vocalías Luis Huidobro, Julio Pereda, Carlos Botín, Marcel Jaurey, Eulogio Prieto, Francisco Cospedal, José Beraza y Juan Somarriba.

La infausta Guerra Civil supuso un paréntesis en las actividades aeronáuticas, hasta que a finales de la década de los años cuarenta, vuelve a renacer con gran intensidad el mundo de la aviación, hasta el punto de que Santander es pionera en toda España. Una vez más, vuelve a renacer el Aero Club, con una ubicación muy digna en los bajos del Hotel Bahía, en una sede que fue centro social del Santander de aquella época. Para la creación del Aero Club, se reunieron a principios del año 1949 en el Club de Regatas de Santander y convocados por el piloto y empresario santanderino Jaime Yllera y García-Lago, que sería después el presidente, una serie de personas interesadas entre las que no podía faltar Marcel.

Se cuentan de Marcel Jaurey múltiples anécdotas, que le han convertido en un personaje amable y hasta legendario. Una de estas anécdotas surgió en plena guerra civil, cuando llegaron a su casa de la calle San Fernando algunos milicianos con ánimo de apresarle, probablemente porque le creían contrario a sus ideas; le piden la documentación y vieron un carnet de la FAI y entonces desistieron de sus propósitos, pensando que se trataba de la Federación Anarquista Internacional, cuando  en realidad era la Federación Automovilística Internacional. Pero la anécdota más conocida de Marcel Jaurey es la relacionada con su la licencia para volar, debida a aquel informe médico que le realizó un pariente suyo, Tomás Carrillo Fernández-Cotera, en Burgos, con el siguiente texto: “Ojo derecho, 1,5 dioptrías; izquierdo, no tiene”. Con este informe ambiguo, consiguió seguir pilotando.

En junio de 1951, con una Stinson del Aero Club, los socios y pilotos Corcho, Novo y Jaurey toman parte en el Rallye Internacional del NO francés (Anjou), en las etapas La Albericia-Biarritz-La Albericia, consiguiendo la tercera copa entre veintiún participantes. Y en ese mismo verano, los pilotos Cospedal, Hernández Morales y el mismo Jaurey, participaron en el Tour de Suiza, en las etapas La Albericia – Burdeos – Bienne – Biel – Zurich – Ginebra – París – Biarritz - La Albericia, consiguiendo un meritorio cuarto puesto entre los cuarenta y tres aparatos participantes.

Y es en esta época cuando, según cuenta Laureano Ruiz Liaño, se desplazan a París en una Jodel, Marcel Jaurey, Miguel Pereda y él mismo y Marcel es detenido por ser prófugo, al desoír la llamada a filas del ejército francés; tras quedar libre, a la espera de juicio, urdieron la huida del aeródromo de Isy-les-Molineaux y Laureano y Pereda, ya con el plan de vuelo, recogieron a Marcel al final de la pista, volviéndose a España. Creo que a Marcel se le acabaron las ganas de volver a pisar tierra francesa, a pesar del cariño que profesaba a su patria.

Otra de las curiosidades de su vida es que, la primera Jodel que se construyó en Santander, fue la de Marcel Jaurey y él adelantó el dinero para la adquisición de los materiales y el pago de los salarios, pues aún no se había creado Aero Difusión ni existían fondos para su inicio; esta Jodel D-112 se construyó en los bajos del Casino del Sardinero.

 


 A la izquierda, la construcción de la “célula” de la primera Jodel en los exteriores de los bajos del Casino, donde Laureno y algunos pioneros comenzaron sus actividades; en la imagen, los trabajadores, Muñoz y Toledo; esta célula fue trasladada a La Albericia para montarle el motor y preparar el aparato para volar, momento en que fue vista por el ministro del Aire. A la derecha, la Jodel EC-BDR, en la pista de la Albericia, disponiéndose a volar.
 

Cuando Yllera dejó paso en la presidencia a Enrique Corcho Pila, también estaría Marcel como vocal de la misma, pues era una persona muy integrada en la vida aérea de Santander.

 

Marcel Jaurey se dispone a despegar desde el aeródromo de La Albericia. A la derecha, arrastre manual de su aeroplano después de un amerizaje en la bahía de Santander

 

De Marcel se cuentan muchas otras anécdotas, como aquel improvisado campo de aterrizaje que tenía en su finca de Galizano, bautizada como “Granja Villeneuve”, recordando sus orígenes franceses, Loredo, dónde a veces tenía que abrirse camino entre las vacas para aterrizar o el casero no había abierto el cierre que impedía tomar tierra; en una ocasión, se quedó sin combustible y tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en las aguas de la bahía y como el avión se hundía, tuvo que quedarse en calzoncillos y subirse encima del aparato, hasta que fue socorrido y el aparato remolcado hasta Puertochico.

 

 

El aeroplano acabó en los acantilados de San Martín, a salvo de las embestidas del mar

 

Con un prestigio bien ganado de “bont vivant” y de mujeriego,  en Galizano con  Enrique Corcho, Enrique y Luis Gallardo, Toñón y Picoto Mazarrasa, Isidro Vals, Cuca Ruiloba y su marido suizo, director de la Nestlé,  Lucía Setién (Chicha)  y otros amigos disfrutaban de amenas tertulias casi diarias; era muy exigente y sibarita y bebía solo en vasos de cristal muy fino Era muy aficionado al cine, a la música, le gustaban las tertulias en el Círculo de Recreo en el Paseo de Pereda y se dio temporalmente de baja cuando instalaron la primera TV y se dio cuenta de que la gente era absorbida por aquel diabólico invento.

El mundo aéreo y la afición había descendido notablemente en Santander; se cerraba el viejo y glorioso aeródromo de La Albericia, lo hacía la empresa Aero Difusión que había construido una de las mejores avionetas del momento y fue a morir en unas instalaciones próximas al Aeropuerto de Parayas, enseguida cerrado para realizar obras de ampliación, y el propio Marcel Jaurey también ponía punto y final a su intensa vida aeronáutica con la venta de su avioneta EC-BDR…

 

A la izquierda, un recorte de un anuncio de venta de una avioneta Jodel D-112, que era propiedad de Marcel Jaurey y que se valoraba en 200.000 Ptas.
 
 
 

¡Y esta es, brevemente, la historia de un personaje único!

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Comentarios(3):

NONO - 28-12-2019

Interesante y muy documentado reportaje de un personaje desconocido hoy día en Santander, al menos para mí.

- 28-12-2019

Que bonita historia. Enhorabuena. Carlos Arrarte

Paco - 28-12-2019

Buen reportaje en recuerdo de mi tío abuelo. Gracias