¡Europa está que arde….!, por Pedro Arce Díez

El incendio producido en la catedral de Notre Dame ha provocado un auténtico shock en toda la Humanidad y nos ha hecho reflexionar a algunos sobre algunas cuestiones que les voy a relatar:

a) En primer lugar, el pintor Gustave Fraipont (1849-1923) realizó un cuadro con la catedral de Notre Dame en llamas, lo cual parecía una premonición, después de que la misma se defendiera en el siglo XIX de su desacralización y desaparición, lo que no sucedió por la novela “Nuestra Señora de París” que escribió en 1831 Víctor Hugo y que provocó una reacción del pueblo parisino en su defensa y conservación, procediéndose a su restauración y convirtiéndola en uno de los más señeros símbolos de París.

b) Muchas personas han visto en este incendio un símbolo de la decadencia de Europa, ¡Europa está que arde…!, a juzgar por las controversias en el seno de la Unión Europea, el Brexit británico, el ascenso de los partidos de ultraderecha, los deseos antieuropeos de la extrema izquierda y la dejadez de muchos ciudadanos de la Unión Europea que no se ven representados en esta idea magnífica de nuestro continente, a pesar de los muchos defectos que, como toda obra humana, habrá que corregir. Quizás nos convenga recordar ideas similares (Imperio Romano, Carlomagno, Carlos V, Napoleón Bonaparte,…), que acabaron disolviéndose como un azucarillo en un vaso de agua. Y Europa sufrió en el siglo XX dos terribles guerras que la llevaron a una profunda reflexión que acabó en la fundación de esta Unión Europea, que algunos quisieran liquidar.

c) A algunos nos recuerda aquél libro y película titulada “Arde París”, aunque de incendios hemos tenido tantos en la Historia que ya no nos extraña uno más, pues desde el incendio de Roma, que tanto gustó al atrabiliario emperador Nerón, hasta los sufridos por muchas ciudades en diferentes tiempos; sin ir más lejos, en Cantabria, Potes, Laredo o Santander misma han sido en ocasiones pasadas, pasto de las llamas, y aún queda en la memoria de muchos santanderinos el pavoroso incendio de 1941 que casi arrasa la capital de Cantabria.

d) Y, finalmente y para no aburrir al lector, quiero reflexionar sobre el estado de conservación de nuestro riquísimo patrimonio, tanto nacional como regional. España es uno de los países del mundo que tiene un mayor patrimonio histórico, que debe conservarse y protegerse adecuadamente, para poderlo enriquecer y transmitir a generaciones venideras; además, es uno de los mejores recursos turísticos que podemos ofrecer a los muchos millones de visitantes que cada año nos visitan.

Cualquier cántabro o visitante puede recorrer nuestra región y observar un patrimonio civil o religioso que sorprende a propios y extraños y que nunca deja de sorprender, como me suele suceder a mi cuando visito nuestros pueblos, villas y ciudades. Y este momento quizás nos deba llevar a reflexionar sobre la conservación y protección de nuestros monumentos, obras muebles, cuadros, esculturas y cualquier otro recurso patrimonial. Cualquiera puede fijarse en el más humilde cuadro del más pequeño museo de Cantabria o en alguno de los monumentos arquitectónicos señeros, como la iglesia gótica de Santa María de Castro Urdiales y a muchos nos entra una duda razonable:

¿Están suficientemente protegidos frente a cualquier incidencia que pudiera poner en grave riesgo su existencia?

Ahí lo dejo.