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Opinión 22-07-2024 06:38

EL LEVIATÁN QUE SE NOS APROXIMA Por Juan Goti Ordeñana Catedrático jubilado de la Universidad de Valladolid

Llevamos un año desde las últimas elecciones generales y hasta el momento no se ha movido el Gobierno, está esperando cómo se va a resolver el problema catalán. Se consiguieron los votos de los separatistas para formar Gobierno, y se ha dado la ley de amnistía para todos aquellos separatistas que claramente habían delinquido, pues han exigido borrar, sin dejar rastro, sus actos delictivos.

 

 

Llevamos un año desde las últimas elecciones generales y hasta el momento no se ha movido el Gobierno, está esperando cómo se va a resolver el problema catalán. Se consiguieron los votos de los separatistas para formar Gobierno, y se ha dado la ley de amnistía para todos aquellos separatistas que claramente habían delinquido, pues han exigido borrar, sin dejar rastro, sus actos delictivos. Lo que muestra la conciencia de delincuentes que tienen.

El problema es que se trata de tantos delitos que ni la ley de amnistía, que han conseguido aprobar en el Parlamento, llega a abarcar todos los crímenes que habían cometido. Forzar, este borrar de tantos delitos, no es una actuación ordinaria de la administración del Estado, necesita un ejercicio que se acerca a la práctica dictatorial. ¡Justifiquen de la manera que quieran el tema!

Por lo que se ha corrido la voz de que Sánchez quiere implantar una dictadura al estilo que se lleva en Sudamérica. Muchos no lo afirman, todavía, porque no se ha llegado a encarcelar a los periodistas censores y a la oposición, pues, aún, se publican artículos críticos de la actuación del Gobierno. Pero observando los hechos muchos opinan que no estamos lejos de caer pronto en una dictadura, pues se dan claros indicios o, mejor dicho, anuncios de que va a legislar contra los críticos del Gobierno. Considerando el camino que se está tomando no hay duda, si prestamos atención a la actuación del Gobierno desde las últimas elecciones, que caminamos a una autocracia.

Sin entrar a definir si estamos en una dictadura, no hay ninguna duda de que nuestros gobernantes están mostrando indicios de que se está modelando el monstruo del «Leviatán» de Thomas Hobbes, para introducirlo en su sistema de gobierno. Datos para pensar en ello son: la forma como ha llegado a hacerse con el Gobierno con la compra de un puñado de votos, para permanecer en el poder; cómo ha dispuesto aliarse con separatistas, golpistas y filoetarras y demás extrema siniestra; y cómo se ha jugado con el Tribunal Constitucional para liberar a todos los condenados de Andalucía que fueron sancionados por el Tribunal Supremo ¿Esto se puede calificar de progresismo? No lo sé, pero así se está fraguando nuestra política, sin ninguna perspectiva de progreso.

Anunciando una política progresista se dictan leyes como la amnistía, claramente inconstitucional, considerado así por los juristas de más prestigio, que no están sometidos al poder e influencia del PSOE. Se da una ley que sólo sirve para comprar unos votos para seguir en el gobierno, al tiempo que se pretende borrar la delictiva actuación de unos independentistas. Se avanza en el sometimiento de la sociedad, para lo que está previsto cubrir puestos en la administración general y en la justicia por correligionarios, que han demostrado una lealtad inquebrantable al partido; para que no haya dificultad se trastrueca los

más firmes principios del Código penal, y se perdonan los mayores robos que se han dado en la administración de algunas autonomías. Así ya está invadido el Tribunal Constitucional, y pronto se verán ocupadas otras esferas como: el Banco de España, los letrados de las Cortes en el Congreso y en el Consejo de Estado. Todo es cuestión de tiempo, si no hay una reacción fuerte y decida de la oposición y del pueblo español.

En una democracia consolidada no es lógico que la Fiscalía ande a la gresca, interpretando la ley conforma a la voluntad del presidente del Gobierno, no según la literalidad de la norma, o que haya interpretaciones dispares, entre fiscales, de una ley que es flagrantemente inconstitucional. Hay que ver con que mano dura se controlan los medios de comunicación pública, desde donde se informa sin ninguna objetividad, y se invierten fabulosas cantidades en subvenciones a los palmeros del Gobierno. Mientras tienen encima una amenaza los medios privados de masas que se excedan de ciertos límites en sus críticas del momento político actual. Por lo que no es extraño que algunos medios tiendan a tratar los temas con mucho cuidado.

La economía, según el Gobierno, marcha como un cohete, pero, en realidad, hacia atrás. A pesar de la enorme ayuda de Europa, no funciona, y los euros que llegan no se saben dónde se invierten. En su defecto, se advierte con claridad la voluntad de intervenir en la economía, algo extraño en los estados democráticos, y propio de los gobiernos dictatoriales, por lo que se interviene Telefónica, Indra, etc. Aunque se alegue que es para conservar la españolidad puesto que son empresas estratégicas, la realidad es porque se quiere llegar a dominar íntegramente la sociedad, no sólo los órganos institucionales.

Se trata de dar vida a un «Leviatán» efectivo, esto es, que el poder llegue a dominar todo lo que tenga algún valor en la sociedad, pero no a resolver los problemas de la población, por ello en sus discursos preelectorales prometía mucho, que luego no cree necesario llevarlo a la práctica, porque, para salvar la situación, le basta con cambiar de opinión. Así prometió construir gran cantidad de viviendas públicas y, todavía, se está esperando que haga la primera, a pesar de ser la gran promesa en las elecciones del 23 de julio del año pasado. Ofertas de consecuencias económicas discutibles, pero que han llegado a conseguir el voto de millones de ciudadanos, con lo que se explica por qué el PSOE obtuvo tan abultados resultados, si no hay otro mal de fondo.

Un Gobierno conseguido por estos métodos, a quien no le interesa el problema de la sociedad, sino solucionar las dificultades para perpetuarse en el poder: ¡se le puede calificar de dictadura! Observando la realidad de nuestros políticos, parece que se acerca aquel gobierno «Leviatán», que describió Thomás Hobbes.

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