El 40 cumpleaños con mi fiel compañera
Y para celebrarlo bajé al garaje, la miré, la noté triste y no me decía nada hasta que observe un acercamiento ya que adivinaba que la iba a sacar a dar un paseo dado que los rayos de sol entraban por la puerta, y me espetó con un ¡ya era hora! La pasé una gamuza para quitar el polvo acumulado y noté su alivio para después cortésmente decirla un ¿hola, cómo estás?

Y para celebrarlo bajé al garaje, la miré, la noté triste y no me decía nada hasta que observe un acercamiento ya que adivinaba que la iba a sacar a dar un paseo dado que los rayos de sol entraban por la puerta, y me espetó con un ¡ya era hora!
La pasé una gamuza para quitar el polvo acumulado y noté su alivio para después cortésmente decirla un ¿hola, cómo estás?
Y veloz me respondió: ¿cómo cree usted que estoy?, olvidada, triste, soportando la oscuridad sin poder salir y con los coches que entran y salen contaminándome y llenándome de polvo.
¡Han pasado muchos días en que usted podía haberme sacado a dar un paseo y no lo ha hecho! Perdona no volverá a pasar es que he estado muy ocupado y el tiempo no siempre acompaña. Vale, si es así le perdono.
¿Qué tal te sientan los 40 años? Muy bien sin entrar en detalles, me soltó. Pues anda arréglate que nos vamos a dar un paseo porque parece que ha entrado el verano con antelación, con anticipación frente al verano de calendario.
Como noté que estaba muy contenta la pasé otra balleta empañada en agua y percibí sus escalofríos, porque ocho meses en el garaje habían hecho mella en asiento y pintura. Pero si, estaba contenta por el aseo después de tantos meses de olvido. Fui al pedal y ¡olé! a la primera se puso en marcha, eso denotaba que tenía prisa por salir del garaje de casa. Despacio nos fuimos por el Sardinero, después hacia el faro donde el acceso sigue igual de abandonado a pesar de que decían iban ha arreglarlo. Uno de los lugares de lujo de Santander en puro abandono.
Visitamos todos los sitios por donde habitualmente paseamos hasta el Marítimo y cuando pensaba subir a tomar una cerveza, noté que no quería que la volviese a dejar sola por lo que volvimos reanudar nuestro paseo. Hicimos un reconocimiento de la ciudad, los baches seguían en el mismo sitio incluso se había incrementado y otros eran más profundos y el culo te dolía más por eso de los ?saltitos? y ella rutaba porque decía que sus amortiguadores ya no andaban para esos trotes y que nos ibamos a quedar sin gomas. Yo la dije: ¡tranqui querida que cualquier día le paso la factura a la alcaldesa por los desperfectos causados por el penoso asfaltado!
Vimos también que las rayas estaban descoloridas como siempre porque aunque la señora Igual está pintando algunos lugares, al igual que algo del mobiliario urbano sin saber muy bien el criterio que sigue de este banco sí este no, cuando lo que necesita nuestra ciudad es una reparación Integral y no una chapuza estilo "Pepe y Otilio" que es lo que hacen desde la Casona pues al final es más el deterioro que el arreglo que se observa porque no hay continuidad en nada ni mantenimiento.
Así continuamos durante bastante rato. ¡Que contenta estaba mi Vespa!, cuando yo quería ir por un sitio ella me llevaba por otro porque realmente lo que quería era visitar los lugares habituales por los que ella ha paseado toda la vida por Santander.
Cuando iba conduciendo no me dirigía la palabra porque igual nos paraba un Polícia Local por sí estaba prohibido hablar con tu vespa aunque no está en la Ordenanza. Estos policías locales a veces se olvidan de lo principal y atacan lo absurdo, lo liberal y folclórico como es la relación que tenemos nosotros dos. La verdad es que pasa los años y estamos tú como siempre, bella y lozana y yo un poco más achacoso pero todavía con ganas de vivir y hacer alguna burrada.
Pero oye tu sigue a lo tuyo no me dirijas la palabra a ver si nos toman por locos.
Después de casi 45 minutos de paseo nos volvimos a acercar otra vez a Piquio y mostró una mueca de malestar porque eran sus jardines de toda la vida y me preguntó qué estaban haciendo ahí, y yo le dije que no se sabrá hasta que quiten las barreras quita vistas que ha puesto la alcaldesa para que no se vea lo que están haciendo, pero que esperamos no haya sorpresas nefastas como sucedió con la bella Plaza de Italia reconvertida en vulgar Plaza de las Losetas.
En fin hemos recuperado otra vez nuestra relación Vespa-Carlos y a partir de ahora seremos habituales paseantes por la ciudad de Santander y ella será la que me indique los fallos, errores que tiene la ciudad de Santander y que habría que arreglar. Y es que no se necesita mucho dinero, aunque todo vale, pero lo que ocurre en Santander es que aquí se hacen cosas y se abandonan, por ejemplo el carril bici descolorido porque se creen los de La Casona que pintando una vez vale para siempre y eso no es así. Lo de la Duna que hizo el anterior alcalde que está desde entonces sin tocar y a día de hoy están podridos los materiales, o lo más vergonzoso el total abandono del Parque de las Llamas que lejos de recuperar su esplendor y ampliarlo se limita a anunciar un nuevo carril bici por la zona que nos parece muy bien siempre siempre y cuando esté bien delimitado con barrera física y no se confunda por donde tiene que ir el peatón y por donde el ciclista. En fin cuando no hay ideas es lo que pasa.
En este año a mi querida Vespa no la cambio de vestido, la dejo de blanco, símbolo de pureza, de alegría y de ganas de vivir. Ya nos despedimos hasta el día siguiente y para que se ponga contenta la espeto: ¡calla, calla que pasan los años y sigues igual de lozana y bella, no te quejarás que te cuido bien!?
Independientemente de esta reflexión que hago con mi querida Vespa no se crean ustedes que soy una persona que practica el antropomorfismo, esto es una excepción aunque todo se andará. Bye!!!
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