Llegan las fiestas de los pueblos yTráfico refuerza los controles para hacer caja
En 2024 se interpusieron 1.853 denuncias por consumo de alcohol al volante y 1.336 por presencia de drogas

La Dirección General de Tráfico (DGT) ha puesto en marcha desde este lunes y hasta el próximo domingo una campaña especial de vigilancia y control del consumo de alcohol y otras drogas en la conducción.
La iniciativa se llevará a cabo con la participación de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil y con la colaboración de las policías locales de 15 municipios cántabros que se han sumado al dispositivo, ha indicado la Delegación del Gobierno en nota de prensa.
Así, durante toda la semana se intensificarán los controles tanto en vías interurbanas como urbanas, en todas las franjas horarias, con el objetivo de prevenir siniestros viales provocados por el consumo de sustancias, una de las principales causas de mortalidad en carretera.
Según datos de la DGT, el alcohol fue un factor concurrente en 246 fallecimientos en siniestros de tráfico registrados en 2023 a nivel nacional --último año con datos consolidados--, lo que representa el 26% del total de muertes en carretera.
El alcohol estuvo presente en el 13% de todos los siniestros ocurridos, situándose como la segunda causa de siniestralidad vial, por detrás de las distracciones y por delante del exceso de velocidad.
En el caso de Cantabria, durante 2024 se interpusieron 1.853 denuncias por consumo de alcohol al volante y 1.336 por presencia de drogas.
Además, y según datos de la Memoria del Ministerio Fiscal, ese mismo año se dictaron 637 sentencias condenatorias en la comunidad por conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas.
En la edición del pasado año de esta misma campaña, celebrada entre el 19 y el 25 de agosto, se registraron en Cantabria un total de 102 denuncias, 73 por alcohol y 29 por drogas.
EFECTOS DEL ALCOHOL EN LA CONDUCCIÓN
La campaña destaca que el consumo de alcohol antes de conducir representa uno de los factores de riesgo más importantes en la siniestralidad vial.
El alcohol actúa como un depresor del sistema nervioso central, afectando directamente a funciones esenciales para una conducción segura, como la percepción, el tiempo de reacción, la coordinación y la capacidad de juicio.
Incluso cuando el conductor siente que mantiene el control, su organismo ya está sometido a alteraciones que aumentan exponencialmente el riesgo de accidente.
Uno de los primeros efectos del alcohol es la reducción del tiempo de reacción. Esto significa que, ante un imprevisto en la vía (como la aparición repentina de un peatón, un frenazo del vehículo delantero o una señal de tráfico), el conductor tarda más en reaccionar, lo que puede resultar decisivo para evitar o no un siniestro.
A esta lentitud se suma una subestimación de la velocidad propia y de la de los demás vehículos, así como una mayor dificultad para evaluar distancias y tomar decisiones acertadas.
El alcohol no solo está relacionado con un mayor número de accidentes, sino que también incrementa la gravedad de las consecuencias.
Diversos estudios han demostrado que en los siniestros donde el alcohol está presente, las lesiones sufridas por las víctimas suelen ser más graves y tienen peor pronóstico.
Esto se debe, en parte, a que la conducción bajo los efectos del alcohol suele estar asociada a comportamientos de alto riesgo, como el exceso de velocidad, no utilizar el cinturón de seguridad o realizar maniobras temerarias.
Además, el consumo de alcohol también afecta al estado emocional del conductor, generando una falsa sensación de seguridad, euforia o despreocupación.
Estas emociones conducen, con frecuencia, a infravalorar los riesgos reales del tráfico, lo que se traduce en un aumento de conductas imprudentes.
Por eso, incluso con tasas de alcoholemia dentro del margen legal permitido, el nivel de riesgo ya se ve incrementado de forma significativa.
La evidencia científica y los datos estadísticos muestran que la única tasa segura de alcohol al volante es 0,0%.
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