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Perelló. Carlos Magdalena
Todo lo que decía la presidenta me sonaba a chino porque en la actualidad no sucede pero me recordaba a Montesquiu y su separación de poderes que aquí se incumple y en mi época de estudiante de derecho se remarcaba como algo imprescindible en un sistema democrático.
Cuando la nueva presidenta del Consejo General del Poder Judicial y presidenta del Tribunal Supremo ha dicho que ningún poder del Estado puede dar órdenes a los jueces y que nadie está por encima de la ley, todos, derecha e izquierda, así como la ciudadanía, nos hemos quedado atónitos, anonadados, extrañados porque claramente era una alusión directa. No hay más que fijarse en las imágenes y las miradas que dirigían a la nueva presidenta desde el Rey hasta el pepito grillo que tiene de ministro de Justicia el señor Sánchez.
Esta mujer ha dado un ¿mazazo?, de mazo, símbolo de autoridad de los jueces en la celebración de los juicios, y ha puesto las cosas en su sitio; el Poder Judicial y los jueces son intocables. Todo lo que decía la presidenta me sonaba a chino porque en la actualidad no sucede pero me recordaba a Montesquiu y su separación de poderes que aquí se incumple y en mi época de estudiante de derecho se remarcaba como algo imprescindible en sistema democrático.
El Ejecutivo no puede inmiscuirse en el Ordenamiento Jurídico ni hacer cambios cuando políticamente le interesa y el Legislativo tiene que legislar, así de claro, y por ello damos un ¡hurra! por esta magistrada que ha sido clara y contundente desde el momento de su nombramiento sentando las bases de funcionamiento. Por fin se ve algo de luz en esta España rota por las mentiras y la manipulación.
Ahora la primera incógnita es si se cumplirá lo que dice y los más críticos, entre los que me cuento, ver para creer, lo ponen en interrogante hasta ver los hechos. Pero doy un voto de confianza a esta primera mujer que preside ambas instituciones fundamentales de un Estado democrático. Justamente lo que pide, lo que dice la nueva presidenta del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial es lo que todos los ciudadanos que no pertenecemos a la política estamos deseando que ocurra, justicia igual para todos y no como ahora con ciudadanos de primera y de segunda. Cuando el ciudadano de a pie está acostumbrado a las mentiras, a las sandeces de los políticos, esta voz que va como un verso suelto y que representa la magistrada Perelló nos ha devuelto la ilusión que habíamos perdido y que teníamos oculta en nuestro más intimo sentimiento democrático.
Bienvenida Perelló, que sus palabras se conviertan en realidad y que la fauna de políticos desde Pedro Sánchez hasta el último concejal de esta España nuestra lo entienda, lo comprenda y lo cumpla. Eso fue lo bueno que ocurrió en la apertura del Año Judicial y lo malo fue la intervención del cuasi imputado, que lo será, por el Supremo, el Fiscal General del Estado Ortiz defendiendo, todos lo entendimos, a la mujer del presidente. En efecto es su obligación y le debe lealtad por el cargo. A ver si de una vez por todas se consigue también una autonomía e independencia de la Fiscalía, fundamental siendo la otra pata para un verdadero Estado democrático.
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