La acusada del crimen de Castro dice que su amiga le dijo que tenía "la cabeza en una bolsa" y esta asegura que "miente"
La testigo abrió el paquete porque estaba "harta" de tenerlo guardado en el armario de la habitación y salió "corriendo" al ver el cráneo
La acusada de decapitar a su pareja en Castro Urdiales, Carmen Merino, ha asegurado que la amiga a la que entregó una caja para que se la guardara -que según su versión contenía juguetes sexuales y en la que apareció el cráneo de la víctima, Jesús María Baranda- la llamó la noche en la que abrió el paquete y, al llegar a su casa, bajó a recibirla y la dijo que tenía "un regalo" para ella en la vivienda, "la cabeza de tu marido metida en una bolsa", según le concretó subiendo al domicilio en ascensor.
Sin embargo, esta mujer ha afirmado que la procesada "miente", en ese y otros extremos del caso, y ha indicado que cuando abrió los envoltorios -una bolsa de plástico y varias de basura, un neceser y papel de regalo- y vio parte del cráneo salió "corriendo" en busca de su hermana y su cuñado, que avisaron a la Guardia Civil y ella a la sospechosa.
Una vez estaban todos en el lugar, ambas mantuvieron su última conversación, según esta testigo, que le recriminó: "Lo que me has hecho no te lo voy a perdonar en la vida". Así lo ha manifestado este martes en la segunda sesión del juicio con jurado contra Merino, en la que se ha concluido su interrogatorio y se han iniciado las testificales, entre las que ha destacado la de esta mujer.
Además, en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cantabria también han declarado ante el tribunal familiares y amigos del fallecido, banquero vasco jubilado de 67 años en el momento de su desaparición, en febrero de 2019. Su cráneo se halló en la caja en cuestión en septiembre pero el cuerpo no ha sido encontrado aún.
Su hasta entonces pareja, natural de Sevilla y de 64 años, está en prisión provisional desde el macabro hallazgo y se enfrenta a 25 años de cárcel que pide el fiscal por asesinato, mientras la acusación particular -ejercida por los hijos del finado- reclama prisión permanente revisable y la defensa, la libre absolución.
"MI QUERIDA AMIGA ME DIJO: TENGO LA CABEZA DE JESÚS EN UNA BOLSA"
En la vista se ha retomado la declaración de Merino, que solo responde a su abogado y a los jurados, y entre otros aspectos se ha abordado el descubrimiento de los restos óseos. Ha relatado que ese día estaba en la cama cuando la llamó su amiga y entre que estaba "dormida" -tomaba pastillas para ello, 'Diazepam'- y los "gritos" que le daba, no se enteraba "de nada", aunque no era "la primera vez" que la llamaba cuando "tenía un colocón" por beber "demasiado".
Así, "pensando que era más de lo mismo", la procesada fue a su casa y la vio en el balcón junto a su hermana, que la avisó de que no la iba a dejar subir hasta que llegara la Benemérita: "Aluciné, porque no sabía de qué iba el tema", ha afirmado la procesada. Acto seguido, se personó una pareja de agentes y su amiga bajó a decirle: "Tengo un regalo para ti", tras lo cual se quedó allí sola y "pasmada", porque "no sabía lo que pasaba".
Después, por indicación de los efectivos, esta testigo bajó a buscarla para que subiera al domicilio, en un segundo piso, y en el ascensor, ha rememorado, "mi querida amiga me dijo: tengo la cabeza de Jesús en una bolsa". "Para mí, todo lo que pasó después, es como que lo he soñado", ha expresado entre sollozos.
A cuestiones de su letrado ha aseverado que no vio el paquete ni el cráneo, pues estaban en la cocina y ella no entró "para nada", sino que permaneció en el salón hasta que se la llevaron en ambulancia al centro de salud junto a la hermana de su amiga, que sufrió un ataque de ansiedad.
También le ha preguntado por la compra de botellas de whisky tras la desaparición de su novio, precisando Merino que alguna era "un encargo" de su amiga, y de herramientas que obran en la causa, que según ha dicho las adquirió junto al propio Baranda en una ferretería o él mismo en Internet, en una página en la que se había registrado previamente ella para una compra anterior (un perchero). Y ha señalado que la sierra o el martillo eran para obras en una casa en venta de los padres de él, a quien ha atribuido las búsquedas sobre una motosierra en su ordenador.
"ESTABA HARTA DE TENER UNA BOLSA DE PLÁSTICO EN EL ARMARIO"
Por su parte, la amiga a la que entregó el paquete para que se lo guardara en su casa, alegando que tenía juguetes sexuales y que le daba "vergüenza" que la Guardia Civil los viera en un registro domiciliario por la búsqueda de Baranda, ha señalado que se lo dio después de denunciarse la desaparición, en abril.
En principio, se lo iba a entregar a su hermana, pero un día en casa de la procesada le dijo: "Ya que estás aquí, te lo llevas tú". Y lo abrió -el 29 de septiembre- porque estaba "harta de tener el paquete en el armario" y de que Merino no fuera a por él, "harta no, hartísima", ha remachado.
En este punto, ha afirmado que en una ocasión dio un ultimátum a Merino: "O vas a por el paquete o lo abro", a lo que la enjuiciada le replicó con un "¡no se te ocurrirá!". "Pues mira, lo abrí", ha apostillado.
Al respecto, ha explicado que no le "gusta el olor" del plástico dentro del armario, aunque a preguntas de la defensa ha reconocido que no olía "mal", aunque "según iba abriendo, olía". También ha señalado a esta parte que lo abrió con intención de llevarlo después al garaje, porque allí no lo veía y tenía más sitio, pero ha negado que lo llegara a trasladar, de modo que "nunca" estuvo en el garaje, "siempre" en ha habitación en la que, ha detallado, la noche anterior durmió su hermana pero "no lo abrió".
Lo abrió ella, en la cocina, sobre la encimera, y el paquete -que no una caja- estaba recubierto por "una bolsa de plástico blanca y con algún anagrama", dentro de la cual había papel de regalo -cree recordar que azul-, que envolvía a su vez más bolsas, de plástico pero negras, como las de basura, y "bastante opacas".
Después de desatar los nudos de varias -"tres o cuatro"- había un neceser con forma "ovalada", de color "beige con motitas marrones", que se lo había visto a Merino en viajes -llevaba en él "sus cosas y las de Jesús", ha rememorado-. Sin embargo, al mostrarle fotografías de estos artículos que constan en las actuaciones a través de una pantalla ha dicho no reconocer el papel de regalo ni tampoco las bolsas, y "creo que no es el neceser", ha apostillado, aunque sí recuerda ver "en el suelo" una hoja de periódico con un crucigrama.
Dentro del neceser había más bolsas -"dos"- y luego ya vio "la parte de la cabeza", por lo que cerró el paquete y salió "corriendo" en busca de su hermana y cuñado (con los que lo volvió a abrir todo después), que viven al lado, para avisar a la Guardia Civil.
"Estaba un poquito desubicada", ha expresado la amiga, que también llamó a la acusada para preguntarle si sabía lo que había en el paquete. Según ha dicho, contestó que sí y que iba para la vivienda, a la que llegó "antes" que los agentes. Una vez allí le recriminó que no la hubiera avisado "antes" que a la Benemérita.
NINGÚN INTERÉS EN BARANDA
Al margen del hallazgo, sobre otras cuestiones, esta testigo ha admitido que tenía llaves de la casa de la sospechosa -no del portal-, pero no las ha usado "nunca jamás", así como tampoco ha hecho búsquedas en el ordenador de Merino: "Miente", ha sentenciado y, también, sobre la compra de botellas alcohol para ella o su supuesto interés en Baranda. "No, ¡por Dios!. Yo apreciaba a Jesús, porque era la pareja de mi amiga, y creía que la apreciaba (a ella). Punto pelota", ha zanjado.
En el juicio han declarado además el hermano, un primo y amigos de Baranda, a quienes extrañaron los mensajes que recibían, supuestamente de él, y las explicaciones de Merino sobre su marcha, y creen que la relación de pareja "no iba bien". Y también la empleada que hizo limpieza general en el piso y que tiró "un montón" de bolsas en un contenedor.
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