El masajista acusado de abusar de una menor dice que fue "sexo consentido" y ella lo niega: "Me quedé bloqueada"
El acusado de abusar en verano de 2020 de una menor a la que debía dar un masaje ha admitido que al terminar hubo relaciones entre ambos, pero ha indicado que fue "sexo consentido" y que "en ningún momento" pensó que estuviera haciendo "nada malo".
Pero la víctima, que tenía 17 años, ha negado tal consentimiento, ya que no estaba de acuerdo con lo que ocurría, pero no lo manifestó ni trató de evitarlo porque se quedó "bloqueada: No me salía hablar".
Así lo han expresado ambos este martes en el juicio contra el procesado, natural de Cuba y que se enfrenta a ocho y diez años de cárcel que piden para él el fiscal y la acusación particular, ejercida por la madre la joven, que también ha testificado.
Además, en la vista, celebrada en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cantabria, ambas partes han interesado la prórroga de la prisión provisional cuando están a punto de cumplirse el máximo legal de dos años, a lo que se ha opuesto la defensa, que se ha reafirmado de la libre absolución de su patrocinado.
Durante el interrogatorio, el hombre ha relatado que cuando sucedieron los hechos trabajaba de pintor, pero llevaba dos semanas contratado para el hospedaje de un municipio costero cántabro en el que se alojaban madre e hija durante sus vacaciones, donde daba masajes "esporádicamente", solo uno hasta ese día.
La progenitora había contratado la jornada anterior ese servicio, que prestó junto a otro compañero. Según la versión del enjuiciado, fue la chica quien decidió que él se lo diera a ella, a lo que accedió a pesar de su edad y debido a que estaba acompañada de una adulta.
Así, las dos entraron a la cabina, se desvistieron y se prepararon, tumbándose cada una en una camilla, que estaban a "menos de un metro" de distancia y separadas visualmente por una cortina.
El acusado ha señalado que dio un "masaje relajante" a la menor, algo "normal" y "sin ningún tocamiento inmoral", a pesar de que ella "dio visibilidad a sus senos" y él la tuvo que "tapar". Pero "para nada" -ha dicho- le quitó la braga o introdujo los dedos en la vagina.
Ha añadido que sí "hubo un acto sexual después del masaje": primero en la camilla, donde se empezaron a besar y acariciar y, como ella estaba "excitada" y "receptiva", pasaron después al sexo, oral y con penetración, eyaculando él fuera. Y siguieron luego en la ducha, donde se bañaron juntos y ella tuvo un orgasmo, según el procesado.
"Fue algo que surgió que no tenía que haber surgido", ha concluido, para opinar que fue una situación "rara" en un contexto sin "ningún tipo de lógica", pues -ha afirmado- la mujer y el otro masajista mantuvieron igualmente relaciones en el baño. "Yo quiero hacer lo mismo que mi madre", ha dicho que le manifestó la menor.
ME HIZO MUCHO DAÑO
Sin embargo, al declarar como testigo, la joven ha detallado que el hombre -que previamente le había preguntado si era su primer masaje-, empezó en un momento determinado a dárselo también por los pechos y a tocarle los pezones, con los dedos "dando vueltas" y "con la lengua".
Y en las piernas, se acercaba "mucho a la zona íntima", tras lo cual le quitó las bragas y le introdujo los dedos en la vagina. "Me hizo mucho daño. Yo era virgen. Me dolió bastante", ha rememorado. Al escuchar a su madre irse, se levantó, pero él la cogió "de los muslos" y la subió de nuevo a la camilla, donde intentó penetrarla sin conseguirlo, primero sentada y luego tumbada.
Y mientras él le pedía que se "relajara" porque iba a "disfrutar mucho", ella estaba con los "ojos cerrados", le "temblaban las piernas" y se sentía "agobiada" y "muy confundida". "No me salía decir nada, ni gritar ni hablar".
Después, la "siguió" a la ducha, donde le dio "besos en la boca y el cuello", y continuó rozándola y tocándola. Finalmente, le pidió el teléfono y, "por miedo, le di mi número", se ha justificado la chica. Más tarde, comenzó a llamarla y a enviarle "fotos sexuales".
La madre ha relatado que no escuchó nada "sospechoso" durante el masaje, y ha negado que se duchara con el hombre que se lo dio a ella, que también le facilitó un papel con el teléfono de los dos por si querían volver a solicitar el servicio.
Después de pagar en recepción, subió con su hija a la habitación del hotel, donde vio que tenía "la cara un poco desencajada" y "en shock", ya que "no articulaba palabra". Se metió en el baño y allí, "sentada en el suelo y llorando", le comentó que estaba sangrando, que tenía mucho dolor y que igual necesitaba la píldora del día después.
Ante esto, y como no le detallaba nada de lo ocurrido pero intuía que había pasado algo "gravísimo", la mujer regresó a recepción para hablar con el procesado y al preguntarle qué había hecho a su hija, le espetó: "Bueno, ya sabes. Soy un hombre". A su juicio, "lo único que le preocupaba" era si le iban a denunciar.
Las dos han coincidido en que estos hechos le ha cambiado la vida "por completo" a la víctima. En lo personal, porque tenía novia, cortó con ella y no ha vuelto a tener relaciones, además de que padece "ataques de ansiedad" cuando hay mucha gente.
"Pensaba que era mi culpa y que me lo merezco", ha expresado la chica. Y en el profesional, porque pese ser una alumna "brillante", le costó "muchísimo" acabar Bachillerato, y luego dejó la carrera para volver de una residencia de estudiantes a su localidad.
NARCISISTA
Las forenses que la exploraron la encontraron "confusa, nerviosa y llorosa", y comprobaron que había tenido un desgarro del hímen "muy reciente", de "ese mismo día", pues continuaba sangrando. También apreciaron "inmovilidad tónica": una respuesta involuntaria para reducir las probabilidades de daño ante el ataque de alguien.
Y en las muestras biológicas tomadas en el cuerpo de la chica hallaron restos del hombre, de semen -en la zona interna de la vagina, por lo que creen que "ha tenido que haber penetración"- y de saliva.
La joven inició tratamiento psicológico que sigue vigente, ya que padece trastorno de estrés postraumático, inestabilidad emocional y patrones de comportamiento complejos.
Por su parte, las psicólogas que examinaron al acusado concluyeron que tiene un "patrón de personalidad narcisista", con un punto de vista "egocéntrico", desde el que "solo ven la realidad", y que conlleva "muchas dificultades" para ponerse en el puesto de otra persona, expresarse o empatizar con alguien, como con la víctima.
"No es que sea una patología, es una forma de interpretar el mundo", han aclarado. Y han apuntado que si el procesado está con una persona que se para en medio de una relación sexual, "entiende que consiente", pues "le cuesta mucho ver la emoción en el otro".
MIENTE COMO UN BELLACO
Practicadas las pruebas, las partes han elevado a definitivas sus conclusiones, modificándolas únicamente el fiscal y el abogado de la madre para añadir las secuelas que padece la víctima a sus escritos y elevar las cuantías por responsabilidad civil, interesando a los 12.000 euros ya pedidos otros 18.000 y casi 20.000, respectivamente, así como más de 200 euros al Servicio Cántabro de Salud.
Ambos creen que los hechos denunciados han quedado "suficientemente acreditados", hasta el punto de que el letrado de la acusación particular ha tachado de "ofensiva" la declaración del procesado: "Ha mentido como un bellaco" y "es un verdadero monstruo".
También ha censurado las imputaciones "ilógicas y disparatadas" que ha hecho sobre madre e hija. "Este señor, por llamarle de alguna manera, se merece que se le ponga la pena de diez años de prisión".
La defensa ve "serias dudas y contradicciones" en el relato de ellas, por lo que pide la libre absolución de su cliente que, en el derecho a la última palabra, ha expresado que "solo un pensamiento de una mujer daña a un hombre" y que se siente "mal" y "no quería que pasara. Déjenme tranquilo para dejar de sufrir", ha concluido.
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