Vergonzosa transparencia
Muchos han pretendido apuntarse a lo que ellos llaman “transparencia” y les ha salido el tiro por la culata. España es un país especial. De ello no hay duda. Aquí no dimite nadie y menos los políticos.
Lo mismo da que se ‘chiven’ al Faisán; cobren del dinero “B”; se ‘tiren’ a la gaviota; reciban trajes, bolsos y corbatas o regalen joyas a las esposas, queridas, barraganas y demás figuras que alumbran la disparidad de uniones sentimentales.
Recordamos la dimisión de Demetrio Madrid, Camps, Esperanza Aguirre, Antonio Asunción,… y poco más. A eso se llama elegancia política. Sin embargo, en otros países de nuestro entorno, esa figura es más frecuente y se conjuga con mucha más dignidad. Hay un dicho que es raro en el exterior pero frecuente aquí, en España: “cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.
Ahí tienen a la ministra alemana que dimite por un simple plagio después de muchos años. Para quitarse el sombrero. ¿Qué tendríamos que decir de muchos políticos a quienes presuntamente se acusa de haberse llevado dinero público a puñados? Aunque algunos políticos pretendan huir, lo cierto es que “la huida no ha llevado a nadie a ningún sitio”; al menos así pensaba certeramente Antoine de Saint-Exupery.
Me sorprende lo que han hecho algunos políticos del PP estos días, imitados por muchos otros del PSOE. Lo mismo en el ámbito nacional que en las comunidades autónomas, ayuntamientos y diputaciones. Muchos han pretendido apuntarse a lo que ellos llaman “transparencia” y les ha salido el tiro por la culata, sobre todo porque disponen de un patrimonio mobiliario e inmobiliario descomunal; hasta tal punto es así que se puede deducir que muchos de ellos no viven acorde a lo que predican. Por eso son ahora más sospechosos, sin definir color político ni sensibilidad.
Con esas declaraciones desorbitadas, en la mayoría de los casos, parecen tomar por tonta a la ciudadanía. No sé qué dirán a partir de ahora el parado que apenas ingresa los 400 euros tras acabar el tiempo de la ayuda de paro; el jubilado que se las ve ‘canutas’ para acabar el mes; el funcionario que se viste de manga corta porque no le da para la manga larga o el autónomo que se ve obligado a cerrar su negocio después de años de sacrificios y trabajo.
Quede claro que en las declaraciones de muchos políticos aparece lo que ellos quieren que aparezca, no su patrimonio ni sus ingresos dinerarios. El caudal ‘negro’ no se suele meter en la declaración; incluso a muchos senadores y diputados nacionales se les ha pillado tras presentar los datos en ocasiones anteriores. ¿Han presentado los afectados por los ERE andaluces cuanto se han llevado ‘del ala’? ¿Y los responsables del ‘caso Lasarte’ en Castilla y León cuanto ingresaron de forma miserable e irregular? ¿Cuánto se ha embolsado, irregular y presuntamente, la funcionaria inmersa en el ‘caso de la variante de Guardo’?
En las comunidades autónomas están actuando por imitación ‘a sus mayores’ en política. Sea como fuere han perdido la credibilidad y, en muchos casos, ven cómo se les abuchea por la calle y en algunas cafeterías (lo contamos mañana). Algunos empiezan a tener miedo a salir de casa y a entrar en lugares públicos, a pesar de seguir siendo presuntos. Simplemente, se lo han buscado, por eso no tienen derecho a quejarse, aunque se juzgue a todos por igual.
Imagínense al Dioni. ¿Ustedes creen que en su declaración incluyó el furgón? Pues no, no lo incluyó. Al tiempo.
Jesús Salamanca Alonso
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