¡Váyase señor Wert, váyase!
Los sindicatos de enseñanza se han hartado a denunciar la dejadez del Ministerio de Educación en temas educativos, de ahí que hayan presentado un manifiesto en el que inciden en el brutal empeoramiento de las condiciones laborales del profesorado.
Todo ello es consecuencia de los múltiples y desacertados recortes que llegan, incluso, a poner en solfa lo conseguido en estos años pasados, aunque no precisamente durante el “septenio negro” del socialismo. El ministro, José Ignacio Wert, acaba de dar un paso más contra el Estado de bienestar que daña la calidad educativa y atenta contra la realidad del propio sistema educativo.
Seguimos sin entender cómo van a abordar las comunidades autónomas la reducción de los famosos 3.000 millones de euros. Hasta ahora lo que han hecho las autonomías ha sido no dotar a los centros de sustitutos, con lo que se están ahorrando mucho dinero pero a costa de tener desatendidos a los alumnos; se dan casos de grupos de alumnos que están hasta 20 y más días sin profesor, por lo que los centros se plantean el “aprobado general”. Ese tipo de medidas nos recuerda a aquel político del chiste que consideraba más rentable invertir en los centros penitenciarios que en los colegios y, ante la pregunta de por qué actuaba así, él respondía sin rubor: “¿Acaso cree usted que volveré al colegio?”.
Es una vergüenza que el equipo de educación de Mariano Rajoy adopte medidas unilaterales, demostrando que desconoce la realidad del sistema y de las aulas; ahí está la cuestión de las ratios, la disminución de grupos, la eliminación de infinidad de programas, el copago en buena parte de los programas educativos y la reconversión de plantillas sin idea ni perspectiva ni sentido común. No hay que incidir en otras medidas pero ahí están el fuerte y desafortunado recorte de plantillas o la imprudente reducción del profesorado interino.
A la vista de las medidas adoptadas unilateralmente por el ministro de Educación se impone pedir a gritos su dimisión y hacerlo con mayúsculas. Hasta el momento solo ha demostrado desconocimiento, ineficacia, mediocridad, chulería y torpeza para formar equipos preparados y dignos. ¿Acaso no son motivos suficientes para que Mariano Rajoy le mande al congelador? ¿Tan mal está de ‘banquillo’ el PP en lo que se refiere a educación? Me permito responder, basándome en mi experiencia de tres décadas en la docencia: sí, está muy mal de ‘banquillo’, peor de gestores y, dicho sea de paso, proliferan los dictadores y trepas, sobre todo en los servicios periféricos provinciales de educación. El daño lleva camino de extenderse. Estos son los bueyes con los que hay que arar de momento, hasta que podamos cambiarlos, por lo que no les arriendo las ganancias.
"El gasto social destinado a mantener y mejorar la red pública educativa, además de la sanitaria y del resto de los servicios sociales, es la mejor inversión que las administraciones públicas pueden hacer para favorecer la salida de la crisis", según se han hartado de decir los sindicatos docentes, donde, aprovecho la ocasión, sobran los sindicatos de clase que tanto dañan al profesorado. Tal vez lo peor de esos sindicatos de clase es que mezclan excesivamente la educación con la política, lo que lleva a enrarecer el ambiente y a que –en ocasiones—el profesorado no pueda comprender el alcance real de los problemas que se debaten.
Jesús Salamanca Alonso
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