Un agujero sin fondo
Gran sorpresa y asombro: la joya de la corona, Caja Madrid, esa en la que llevaban años mangoneando Esperanza Aguirre y sus amigos, escondía su insolvencia bajo la batuta de Rodrigo Rato.
Primero comenzó siendo un banco intervenido donde el Estado se convertía en accionista a cambio de un préstamo de cuatro mil millones de euros. Gran sorpresa y asombro: la joya de la corona, Caja Madrid, esa en la que llevaban años mangoneando Esperanza Aguirre y sus amigos, escondía su insolvencia bajo la batuta de Rodrigo Rato.
Su salida a bolsa, como Bankia, fue todo un espectáculo mediático. Semanas antes los responsables de sucursales de la Caja habían llamado a todos sus impositores para que convirtieran sus ahorros en acciones. Ahora resulta que los que lo hicieron eran unos "pringados" que no se leyeron la letra pequeña del folleto en el que se advertía que se arriesgaban a una pérdida parcial o total de "todo lo invertido". Y así es, los accionistas se quedarán sin participación si no vuelven a poner dinero.
De todo esto nadie es responsable, nadie. Ni siquiera el anterior presidente, Rodrigo Rato, que cobraba dos millones de euros al año por tan nefasta gestión. Ni el gobernador del Banco de España que consintió la salida a bolsa en semejantes condiciones. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ya dijo el viernes, en su única comparecencia semanal tras el Consejo de Ministros, que no tenían intención de echar la vista atrás ni de buscar culpables. Su obligación era hallar soluciones y aportar dinero público, ese que pagamos todos con nuestros impuestos. ¡Que razón tenía Mario Draghi, el responsable del BCE, cuando advirtió a Rajoy (como si este no lo supiera) que Bankia era el cáncer del sistema financiero español! No era solo un cáncer, era la hecatombe. Su salvamento se va a llevar por delante todos los fondos que el Estado tenía previstos para rescatar entidades con problemas y eso que la antigua Caja Madrileña solo supone el 10% del sistema financiero.
Porque Bankia necesita urgentemente bastante más de los siete mil millones de los que habló, de forma vaga, el ministro Guindos en el Congreso de los Diputados esta misma semana. Necesita una inyección de 19.000 millones... por ahora. Este pozo sin fondo va a obligar a emitir más deuda o a una intervención de la UE, que el Gobierno niega una y otra vez.
Un pozo negro del que nadie, ni políticos ni técnicos, se hace responsable. Que va a costar el doble de lo que se ha ahorrado con el recorte en Sanidad y Educación. Y aquí todos mirando al infinito con cara de "pío, pío que yo no he sido". Porque, si al principio de la crisis, el anterior Gobierno de Zapatero se hubiera puesto a "limpiar" Bancos y Cajas, como hicieron en toda Europa, no se habría llegado a este desastre. Bien es verdad que Esperanza Aguirre se habría vestido de guerrillera y hubiera acusado al PSOE de expoliar a los madrileños.
Pero al final, la broma, el juego político de intereses de unos y otros, lo vamos a pagar los ciudadanos mientras ellos siguen en el coche oficial.
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