¿Triste destino …..?
Los españoles parece que nos regodeamos con las desgracias; las propias y las ajenas. Parece que nos gustan más las tragedias que las comedias. Como decía un periodista amigo, las buenas noticias, no venden; al contrario que las malas, que sí tienen éxito y ocupan portadas de periódicos y abren los debates televisivos.

Los españoles parece que nos regodeamos con las desgracias; las propias y las ajenas. Parece que nos gustan más las tragedias que las comedias. Como decía un periodista amigo, las buenas noticias, no venden; al contrario que las malas, que sí tienen éxito y ocupan portadas de periódicos y abren los debates televisivos. Recordemos a aquel desaparecido periódico, “El Caso”…
Basta leer la prensa, escuchar la radio o ver la televisión y cuanto más escabroso sea el asunto de que se trate, cuanta más violencia se destile, más interés despierta y mayor será la clientela… ¡Por ahí va la televisión basura!
La última versión la tenemos con ocasión del trágico accidente ferroviario sucedido en el atardecer del pasado día 24 de julio en A Grandeira, ya en las proximidades de Santiago de Compostela, cuando un tren Alvia descarriló y nos dejó decenas de muertos, heridos y damnificados.
Las primeras reacciones fueron de consternación, de apoyo a las víctimas, en dónde el pequeño pueblo de Angrois se volcó de inmediato, hasta que llegaron las asistencias y rescataron a los muertos y heridos, en un trabajo casi perfecto que debiera ser resaltado (Los vecinos de Angrois han sido distinguidos con la Medalla de Oro de la ciudad de Santiago de Compostela).
El Gobierno de Galicia, con el presidente Feijoo al que casi se le saltan las lágrimas, el de España, los Reyes, los Príncipes y la gran mayoría de líderes de los partidos políticos estuvieron a la altura de las circunstancias, unos gestionando la tragedia, otros apoyando, consolando y dando ánimos a quienes estaban sumidos en el sufrimiento.¡Todos hemos llorado esta tragedia!.
Las fuerzas de seguridad (policías, bomberos, ambulancias, psicólogos,…), la judicatura y hasta los forenses han realizado un trabajo eficaz y rápido, para resolver todos los problemas que el tema ha presentado. ¡Los españoles debiéramos de sentirnos orgullosos!.
La solidaridad de los españoles, ha hecho el resto y como imagen fiel de un país que ha llorado y sufrido como propia esta tragedia, está el funeral que se ha celebrado ayer por las víctimas en la catedral de Santiago de Compostela, llena a rebosar, al igual que las plazas y calles adyacentes, dónde miles de personas se han unido al dolor de las víctimas, con los Príncipes de España a la cabeza, los cuales fueron aplaudidos por la multitud allí presente (Algunos medios extranjeros han destacado esta cualidad de la solidaridad de los españoles ante la adversidad).
El maquinista del tren, como parecía evidente, ha admitido que no frenó a tiempo, por una fatal distracción que le llevó a equivocarse de tramo y no reducir la velocidad de 190 a 80 Km. por hora con la suficiente antelación para tomar la curva a la velocidad indicada. Su sinceridad le acerca a lo humano y le aleja de un juicio condenatorio social y mediático, próximo al linchamiento, que ya se atisbaba en algunas tertulias televisivas.
Pues, bien; una vez en este punto, algunos líderes políticos y sindicales; algún sindicato “salvador de causas perdidas”; algunos “técnicos” y “seudo-técnicos” se han puesto a pontificar y a dar “vueltas” al tema, hasta el punto de hastiar al personal, haciendo bueno el viejo refrán de que “entornado el carro, todo se vuelven camberas”.
¡Tanto!... Que han conseguido que hasta la propia “Marca España”, el prestigio de nuestra industria ferroviaria y todo lo que se menea, sea puesto en solfa por los intereses políticos y económicos de dentro y de fuera. Por este regodeo, pueden estar en peligro algunos sustanciosos contratos de nuestras empresas más importantes, el desprestigio de nuestro ferrocarril de “Alta Velocidad” (Por cierto, el accidente no ha sucedido en una línea de este tipo), que jamás ha sufrido el más mínimo percance y que tiene un gran prestigio en todo el mundo, siendo la segunda red después de China.
Hemos visto no hace tanto accidentes graves en Alemania, EE. UU. o, más recientemente, en Italia y la actitud ha sido totalmente diferente; ni sus líderes políticos han sido criticados, ni el sistema puesto en entredicho. Porque un autobús sufra un grave accidente en Italia, vamos a poner en la picota a sus dirigentes políticos, desprestigiar las carreteras y los autocares italianos, descalificar a sus conductores…?
¡Lo dicho!. Aquí somos diferentes y quizás debamos reflexionar sobre algunas actitudes y sobre la mínima educación cívica (La de verdad, la del civismo ciudadano), para actuar y comportarnos de una manera más razonable y civilizada.
¿O debemos de seguir aferrados a este triste destino cainita que nos atenaza?
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Comentarios(1):
Muy acertado con tus opiniones como siempre, enhorabuena Pedro.