Noticias de Cantabria
13-10-2014 09:49

Todo un ejemplo de hipocresía

Ahora no podrán quejarse si alguno de ellos se encuentra cualquier día un escrache a la puerta de su casa o un tirón de orejas en la calle.

No había que justificar lo gastado. Era poner el ‘pin’ y salía dinero. Simplemente se gastaba y punto. Así, poco a poco, fueron dilapidando los casi 16 millones de euros con las tarjetas opacas de Caja Madrid y Bankia. Y lo hicieron durante nueve años, desde 2003 a 2012. Lo peor de todo, además de la colección de sinvergüenzas, fue que pensaban que nadie se enteraría, pero ya se sabe que se coge antes al ladrón y al mentiroso que al cojo. Sus actuaciones han sido todo un ejemplo –un mal ejemplo—de desmesura, desvergüenza, desprecio a la ciudadanía y exceso. 

Unos lo gastaron en vinos, compras de muebles, joyerías, clubes de alterne, discotecas, intercambio de sexo,…. Y otros en compras menos llamativas pero igual de deshonrosas. Ahora no podrán quejarse si alguno se encuentra cualquier día un escrache a la puerta de su casa. Como no podrán quejarse si afectados por preferentes y subordinadas acaban por insultarles en la calle, en local cerrado o a la puerta de su propio domicilio. 

Muchos nombres o apellidos pueden quedar como sinónimos de auténticas barbaridades. “Rato” puede ser sinónimo de juerguista y otras cosas peores; tanto dinero gastado en bebidas espirituosas da que pensar, y mucho. “Blesa” puede ser sinónimo de vicioso por los miles de euros gastados en vinos, cavas y viajes de dudoso pelaje. 10.000 euros gastados en vinos y cavas hacen pensar en orgías al estilo de las bacanales, al menos mientras no demuestre lo contrario. Todo un ejemplo de sinvergüenza y de personaje a extinguir. Merece ser apartado de la vida social. La pena es que no exista en España la cadena perpetua o la castración para evitar que se reproduzcan especímenes como esta banda de miserables defraudadores de Caja Madrid y Bankia. 

De 86 afectados, tan solo cuatro demostraron una honradez a prueba de señorío. Tal vez el mismo porcentaje de personas que en España son honradas. ¿Será un fiel reflejo y una premonición?  También hay que echar de comer aparte a un tal Estanislao Rodríguez-Ponga; este ex secretario de Estado de Hacienda con el PP llegó a gastarse 255.400 euros. Todo un ejemplo de sinvergüenza integral, hipócrita reconocido y despreciable alto cargo público. Amante de grandes gastos en El Corte Inglés y en locales innombrables por si este artículo cae en manos de menores.

Es evidente que no vamos a nombrar uno por uno a todos los desvergonzados defraudadores que ya están en la lista de todos los medios de comunicación. Eso sí, no vamos a olvidarnos de Francisco Baquero, consejero por CC OO: un caradura sin escrúpulos, capaz de vender a quienes estén a su alrededor por un plato de lentejas o un bocata de jamón. Debía de tener la casa sin amueblar, como su propia cabeza, porque gastó la mayor parte de los 266.400 euros en  mobiliario del hogar, electrodomésticos y restaurantes de lujo. No sé si es que el sindicalismo moderno es así o es que la gente es honrada hasta que tiene un cajón donde meter la mano. 

Muchos de los implicados preferían sacar pasta en efectivo. Al cajero hoy y mañana también. Todos los días un poco, acaban por hacer un mucho. Ya se sabe aquello de que grano a grano se hace granero o montoncito a montoncito se hace una montaña. También en Izquierda Unida  han salido trincones. No se esperaba menos del tal Santín; este truculento personaje fue el culpable de que Blesa tocara poder y, claro, había que compensarle con dinero sin control. Lo curioso de todo es que no llegó a sacar los 456.000 euros de los que disponía. Por vergüenza, o porque no le dio tiempo a rebañar el cajero,  tan solo se llevó en efectivo 365.000 euros.   

Daba lo mismo que se apellidaran Spottorno, Rodríguez, Rato, Blesa, Santín, Baquero,… Unos, los que tenían ‘pin’ eran  la élite, mientras que a los demás se aludía a ellos como ‘pueblo llano’ y ‘gente barata’. Por esa regla de tres, me gustaría saber cómo llamaría esta gente al honrado ciudadano que apenas llega a 1.000 euros al mes tras jornadas agotadoras o al trabajador que después de treinta años en el tajo solo lleva a su casa 1.800 euros netos.

Lo que ha quedado claro es que quedarán para la posteridad como integrantes de una “Escuela Ocasional de Trincones” a costa del ahorrador. Desde Spottorno, que ha defraudado todas las expectativas de la Casa Real, pasando por Rato –que ha demostrado una ambición desmedida y una hipocresía sin precedentes-- hasta el propio Blesa, cuyo apellido ha quedado maldito en España y como tal será recordado, como será recordada la hipocresía del mundo sindical clasista: da igual que se mire a Madrid, a Andalucía, a Asturias o a otras autonomías del Estado español.

Pero no piensen que solo queda la escuela de trincones de Madrid y de Caja Madrid o Bankia. Pueden mirar también hacia Galicia y encontrarán a Novagalia, entre otras, o a Castilla-León y encontrarán a Caja España, Caja Duero y otras. Trileros de cuello almidonado, ladrones a hurtadillas, gaznápiros permanentes.

Toda esa cuadrilla de ‘trincones’ se ha visto sobrepasada por el egoísmo y por la pasión del dinero, el sexo, el vino, los muebles y el alcohol. Y no serán los últimos que acometan esos atropellos. Los escándalos y las dietas cobradas por consejeros en Caja España está en estudio, para ser publicado en víspera de las elecciones autonómicas y municipales de 2015. Sea como fuere – remedando a Winston Churchill—me gustaría vivir eternamente, por lo menos para ver cómo en cien años otras personas cometerán los mismos errores. Al tiempo.

 

 

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