Seguridad Social
La asistencia médica prestada por el Régimen General a sus beneficiarios comprenderá, con el alcance determinado en esta Ley, los servicios de Medicina general, especialidades, internamiento quirúrgico y Medicina de Urgencia, así como los de tratamiento y estancia en Centros y Establecimientos sanitarios.
Es absolutamente sorprendente, y da vergüenza ajena, incluso respeto humano, que 36 años después de haber publicado el Ministerio de Trabajo, concretamente el 30 mayo de 1974, un decreto redactado por un gobierno preconstitucional y moribundo, cuyas líneas destilan objetivos de ámbito progresista y socialista que, como un derecho inviolable e inalienable, garantizaba que todos los españoles pertenecieran a la Seguridad Social, protegiendo la progresiva elevación del nivel de vida en los órdenes sanitario, económico y cultural, para que, transcurrido este tiempo, un gobierno central, ayudado por la creación de un monstruo de 17 gobiernos autonómicos, todos postconstitucionales, por supuesto, algunos hasta socialistas, sólo de nombre, los españoles notaran en sus carnes la implantación de un retroceso, un despojo, es la palabra apropiada, con la inauguración de la apertura de la veda contra todos los derechos adquiridos, cómo no, siempre hay una excusa, echando la culpa a una crisis económica largamente anunciada con clarines para los menos sordos, que llamaba a la puerta con delicadeza, eso sí, que se instauraba poquito a poco en todas y cada una de las familias, que azuzaba con machaconería diaria por los medios de comunicación, como salida insospechada y sin pensar en las consecuencias, editando un decreto, muchísimos meses después de haber sido aprobados los presupuestos generales del Estado, a fin de suprimir la progresiva elevación del nivel de vida en los órdenes sanitario (con sus recortes) y económico (con la burrada de bajada de sueldos de todos los funcionarios, en lugar de eliminar todo lo superfluo), algo impensable en un estado democrático, algo que jamás se atrevió en cuarenta años a hacer el antiguo régimen antidemocrático que emitió el tal decreto socialista. Pura ironía del Destino.
No existe ni puede existir excusa ante esta incompetencia política. Malos gestores, incluso inútiles, legitimados en la incompetencia. Y el apunte y fuego, cómo no, hacia los que están en todo momento dispuestos, en el primer tiempo del saludo militar, a sacar las castañas del fuego, los funcionarios de a pie que no son, ni mucho menos, culpables (gran cantidad, mileuristas, que no se olvide), faltaría más, y sí paganos de la desidia, torpeza y minusvalía intelectual gestora que programaron este insensato proceder con la vista puesta en sí mismos. Porque si se tratara de hacer caja, por lógica, y para obtener dinero rápido y fácil, los recortes nunca debieron haber comenzado por abajo, como se hizo y se hace, que es donde se esconde el chocolate del loro, y de seguir por este camino esta crisis perdurará per saecula saeculorum, sino por arriba, donde se encuentran los que, sin que les afecte, realmente dictan el recorte.
La asistencia médica prestada por el Régimen General a sus beneficiarios comprenderá, con el alcance determinado en esta Ley, los servicios de Medicina general, especialidades, internamiento quirúrgico y Medicina de Urgencia, así como los de tratamiento y estancia en Centros y Establecimientos sanitarios.
Los recortes que en algunas comunidades autónomas han sido hechos a saco, sin que el Estado español, en todo momento mudo, haya defendido los derechos que afectan a sus contribuyentes, rebajando la asistencia sanitaria, como si los ciudadanos fueran culpables de los desmanes económicos que conlleva ilegalmente el cheque en blanco que dieron con su voto, un voto que estos aprendices de oficio, y de brujo, no se merecían, a la vista está, por irresponsables y manirrotos. Han disminuido, hasta desaparecer, las prestaciones económicas para proteger a la familia, como premios de natalidad, infelizmente desaparecidos a cambio de subvencionar el aborto a la carta, incluso a menores de edad sin consentimiento paterno. Se han detectado también recortes en las prestaciones económicas por incapacidad laboral transitoria, por invalidez, por jubilación, por desempleo.
Más sorprendente aún es que nadie, ni el actual gobierno cuando estaba en la oposición ni los sindicatos llamados de clase, los que dicen que defienden al trabajador (trabajador es aquél que trabaja y cotiza a la Seguridad Social) ha denunciado de oficio este atropello hasta dos años después, se dice bien, sin que se haya oído un sólo grito sindical en su contra, algo que debería afectar porque, aunque están para defender al trabajador, por apesebramiento se han colocado en la acera de enfrente, fundamentalmente debido a que el gobierno de turno les ha callado la boca, les ha dado de comer en su mano con las incalculables subvenciones que siguen recibiendo desde hace muchos, qué digo, muchísimos años. Han esquilmado el Patrimonio de la Seguridad Social (cuotas, bienes, derechos, acciones y recursos) que nada tiene que ver con el patrimonio del Estado y al que se ha apoyado. Y es que cuando se ha perdido el poder se quiere ganar la calle.
Corolario: Se agudiza cada día un poco más un programa malévolo como es el que cierto servicio de citaciones, casi mejor sería llamarlo de descitaciones, con una habilidad pasmosa, el paciente o asegurado o cliente o usuario recibe en mano, y hasta por correo, una, dos, tres o más cambios de cita (lugar y hora) en un centro de especialidades lo más alejado posible de su domicilio para ser visitado por un médico especialista (con varios cambios, ignorando quién le va a visitar), cuando la realidad es que actualmente dispone de otro centro de especialidades más cercano a su domicilio, quizá con el objetivo puesto en restar la lista de espera, excusa que cada vez vale menos, gracias al maquillaje que las estadísticas sufren cada día de la vida, posiblemente despreciando la libre elección de médico a la que tiene derecho. Una actuación que en nada beneficia a la administración, ni al médico especialista y menos aún al paciente o asegurado o cliente o usuario que lo sufre en carne propia.
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