Preocupación y confirmación.
Por una vez las encuestas no han errado. Los resultados del País Vasco y Galicia no se alejan de lo que ya adelantaban los sondeos de opinión. Feijóo ha conseguido, con su estrategia de distanciarse de los recortes del Gobierno de Rajoy, revalidar con nota su mayoría absoluta.
Los gallegos no le han visto como uno más de los dirigentes del PP, si no como a su presidente. La verdad es que alejado de Madrid lo tenía fácil, dado que la oposición o estaba dividida, como es el caso de los nacionalistas del BNG, o estaba descabezada como le ha ocurrido al PSOE. Es paradójico que Beiras haya obtenido más escaños que su antigua formación y, en cuanto al candidato del PSOE, le ha faltado empuje, carisma y credibilidad.
Patxi López ha recibido en su tierra un castigo que no se merecía. La preocupación por la caída del PSE-PSOE y de los populares en Euskadi viene dada por el auge nacionalista e independentista. Por si fuera poco el reto de Artur Mas ahora se sumara el PNV. La candidata de Bildu solo consiguió los aplausos de sus compañeros abertzales cuando, tras agradecer el apoyo recibido en campaña, mencionó la desobediencia a las órdenes de Madrid. Los miembros de la ex Batasuna presentes en el acto se dignaron aplaudir solo ante ese mensaje.
La participación no ha caído tanto en Galicia como lo ha hecho en Euskadi. Pese a ello los datos demuestran que la desafección ante la clase política se vence ante una convocatoria electoral.
Para Rajoy, pese a que no participó más que en un mitin con Feijóo, los resultados son un alivio y un respiro ante el malestar ciudadano por los recortes de los próximos presupuestos que empiezan a debatirse esta semana en el Congreso. Queda por saber cuál será la decisión de Rubalcaba ante la constatación de que el PSOE, bajo su dirección, va cuesta abajo y sin frenos.
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