Noticias de Cantabria
12-05-2015 22:57

¿Por qué quiero ser Alcalde?

Como la democracia está hecha entre otras cosas para participar y eso se concentra en los periodos electorales donde hay que interactuar con la gente para exponerle lo que uno piensa, lo mismo que ellos han de hacerlo con los políticos, pues no me siento en un sillón a ver y escuchar, sino que ejerzo de ciudadano y no sólo en la charla y el café.

Me pregunta mi buen amigo Carlos. Dice que ha habido gente que le ha trasladado esa  misma pregunta en la calle cuando han visto que me da espacio en su periódico digital.

¿Por qué un jubilata como yo con 68 tacos se mete en estos berenjenales? Cuando tiene la pensión máxima de la seguridad social concedida después de 39 años de cotización  y es un privilegiado en términos comparativos de bienestar económico y social con el resto de los humanos que me rodean,  y que ha tenido siempre un trabajo fijo aunque en 7 destinos diferentes, durante ese tiempo.

Cierto es, podía haberme quedado de ingeniero en Construcciones Aeronáuticas (hoy Airbus Military), en la que entré en 1971, en el Departamento de Proyectos, donde trabajé en el famosísimo AVIOCAR C-212 que España vendió por todo el mundo, como el jeep de los aviones militares de entonces.

Pues no, me cambié al proyecto de las centrales nucleares de entonces en Técnicas Reunidas (Cofrentes, Trillo, Almaraz) y así varias veces más hasta llegar al Aeropuerto de Santander, mi tierra, en el 2005. 

Por el camino, cuando era estudiante en Madrid, me enrolé en el movimiento estudiantil de entonces hasta las cejas. Antifranquismo de última etapa (no era lo que hemos sabido de la posguerra) pero aún así cuando el Estado de Excepción del 69 me hicieron repetir la mili (degradado desde alférez de complemento de milicias universitarias a soldado raso y a la base de castigo del Ejército del Aire en Matacán), un año más, sin juicio ni bemoles por supuesto (no eran épocas). 

Pero estaba claro: queríamos muchos de aquella generación, de familia republicana o franquista, que España fuera una democracia europea y no había quien nos parara contra la dictadura.

Claro, ahora no trago bien, tenerle que escuchar al Coletas y a Monedero, que la Transición fue con ruido de sables y que hay que romper el candado de la Constitución del 78, y creo que los de entonces en esto no estamos jubilados, por lo menos yo. 

También por el camino me apunté al PSOE en el 74, quince días después que en Suresnes un tal Isidoro (Felipe Gonzalez) se trajera para el interior la Dirección del histórico partido, y personas de la envergadura de Olof Palme y Willy Brandt, que luchaban desde sus democracias por devolver la libertad a España, le dieran su apoyo.

Permanecí allí 35 años, peleándome sin tregua porque fuera un instrumento de participación democrática y ciudadana, como dice la Constitución que deben ser los partidos, pero perdí todas las batallas y me moví demasiado en la foto como dijo Alfonso Guerra. Como el trabajo me retenía en Madrid, los amigos me hacían bromas con mi obsesión por Cantabria. Juro que he sido un embajador incansable de la tierruca, aunque sin título como veo que ahora nombran a muchos.

Y aquí llega la segunda parte. Tenemos muchos defectos los de aquí, pero uno importante es la abulia. Cuando vivo cada día que siendo el 1.2% del PIB nacional y sólo 590.000 paisanos, nos han borrado del mapa desde Madrid y que desde Asturias y País Vasco nos estrujan con fuerza para convertirnos en una isla en el Atlántico, me pongo de los nervios.

Como la democracia está hecha entre otras cosas para participar y eso se concentra en los periodos electorales donde hay que interactuar con la gente para exponerle lo que uno piensa, lo mismo que ellos han de hacerlo con los políticos, pues no me siento en un sillón a ver y escuchar, sino que ejerzo de ciudadano y no sólo en la charla y el café. 

Siempre he entendido así la política, y no como el mero ejercicio del poder por las cúpulas que nos han llevado donde nos han llevado, con la aquiescencia callada y malentendida de miles de afiliados cabales de todos los partidos.

Se han terminado esos tempos. Para elegir quien nos gobierna en el Ayuntamiento no se necesita ni a Rajoy, ni a Sánchez, ni a Rivera, ni a Iglesias, que somos mayores de edad y estamos en condiciones de saber quién es quién: su biografía profesional y política.

Por eso llevo muy mal que nuestra propios medios de comunicación de aquí, se concentren en las marcas nacionales clásicas o emergentes y regionalistas con poder y no nos den bola, pero ni bola, a los autóctonos que queremos ejercer de ciudadanos.

Si a eso le añadimos la avalancha de dinero y medios que esos señores utilizan por arriba, abajo y de costado, la tarea es un poco heroica, pero ni nos va a asustar ni nos va callar a LOS DE AQUÍ, que sabemos lo que necesita nuestra Ciudad y Cantabria y que hemos dado muestras más de una vez que tenemos criterio propio.

No es que uno crea que dadas las circunstancias sea realista poder ser Alcalde, pero lo que si pretende es que nuestra Ciudad se gobierne de forma muy diferente a como se ha hecho hasta ahora. 

Juan Mazarrasa. Candidato a Alcalde de la lista POR SANTANDER SI 

    

 

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