Palos en las ruedas
José Ignacio Wert, ministro de educación y ‘cosas varias’ del PP, ha entrado en ‘la cacharrería’ con menos educación que un elefante. No ha contentado a nadie y mucho menos escuchado a las partes.
Se ha liado a lanzar parches como quien lanza bolas en la feria. Decía Fray Luis de León que para hacer mal, cualquiera es poderoso.
No es una reforma educativa lo que ha presentado el Ministerio de Educación sino un ‘fusilamiento’ del articulado de la actual LOE y, a veces, un cercenamiento de ideas, conceptos y vocablos. Sinceramente, no me resulta nuevo. ¿Alguien comparó en su momento la LOCE respecto a la LOGSE? Aún están a tiempo de hacerlo quienes consideren que no van a sentirse avergonzados.
Las comunidades autónomas han montado en cólera y han surgido importantes roces ante la fijación de los contenidos. El hecho de subir el porcentaje lo han considerado algunas como una injerencia en sus cometidos y responsabilidades. Hay casos, como el de CIU, que sienten una puya sobre el lomo por el hecho de haber aumentado un 10% la presencia de contenidos comunes. También es verdad que otras comunidades, como todas las afines al PP y que no tienen lengua propia, han agachado la cerviz y se limitan a aceptar lo que eche el gobierno central.
Algunos han prometido ir más lejos. Están dispuestos a llegar al Constitucional si este intento de reforma sale adelante, que no saldrá. Lo cierto es que la cuestión no son los propios contenidos sino la potestad para ver quién está legitimado para fijarlos y definirlos.
Doy fe que, tras leer numerosos libros de editoriales diversas de Cataluña y el País Vasco, es para echarse a llorar y para tomarse a mofa la educación que se pretende. Y no solo para llorar sino para correr a gorrazos a los representantes de la Alta Inspección en esas comunidades. Por cierto, o sobra la Alta Inspección en las comunidades autónomas o sobran los Consejos Escolares de cada comunidad. ¡Ya está bien de duplicidades inútiles e inservibles! ¡Ya está bien de hacer daño a la ciudadanía!
La LOGSE, la LOCE y la LOE han regulado perfectamente la participación de la comunidad educativa, pero no ha llegado a calar con toda su intensidad. Aún existen muchos Consejos Escolares de centros donde los diversos sectores apenas participan. Compruebo en el día a día que sigue siendo una asignatura suspensa tanto la participación del profesorado, como la de los padres, el alumnado, los ayuntamientos y el personal de Administración y servicios. La teoría bien pero la práctica merece un suspenso rotundo. Refiriéndose a este aspecto de la participación, decía el otro día un semanario de educación que “el marco legislativo español es el amplio cauce de un río con muy poco caudal, cuando no seco”
Nadie duda de la importancia de los equipos directivos de los centros y de la participación de todos sectores de la comunidad. Son un signo de calidad y un ejemplo de democracia participativa, sobre todo de cara a la formación futura del alumnado; un futuro donde tendrán que escuchar, aportar, debatir y consensuar.
Si la LOMCE cercena la participación, estaremos dando un paso hacia atrás y en falso. Si el MEC pretende que el profesorado y los equipos directivos estén al servicio de los políticos y gobiernos de turno, se merece una peineta intensa y por todo lo alto. Ya dice el refranero que “por bueno que sea un caballo necesita espuelas”.
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