Operación Moshtarak
La operación multinacional denominada “Libertad Duradera”, legitimada por la Resolución 1.386 del CSNU, se planteo de manera contraria a lo que tradicionalmente se ha considerado como una guerra.
Se optó, siguiendo la denominada “Doctrina Militar Rumsfeld”, por llevar a cabo una acción militar “minimalista”, con un empleo masivo de aviación y muy pocos efectivos terrestres. Ese uso masivo de bombardeos dio lugar a los controvertidos “daños colaterales”, inevitables en cualquier guerra, que han contribuido a minar la confianza de la población en sus propias autoridades y en las fuerzas internacionales. Al mismo tiempo, ese empleo mínimo de fuerzas de infantería, motivado sin duda por el deseo de no repatriar ataúdes, arruinó las posibilidades de una victoria contundente e impidió la captura de los principales líderes rebeldes, incluido Ben Laden. Este serio error se ha pagado muy caro. Al extremo de que los talibanes son capaces bien de organizar formaciones militares importantes y de controlar territorios extensos durante periodos prolongados, o bien de replegarse y dispersarse a la espera de circunstancias favorables para volver a presentar combate.
A esta situación hay que añadir el lucrativo negocio del cultivo del opio que se ha convertido en la principal fuente de financiación de los talibanes y ha convertido a Afganistán en el productor del 93% de la heroína mundial. Los radicales islámicos han pasado de prohibirla cuando estaban en el poder por considerarla no islámica, a aceptarla para beneficiarse de sus dividendos. Se ha escogido la provincia de Helmand para llevar a cabo las operaciones por ser la más mayor recolectora de opio, además de reunir cientos de laboratorios clandestinos donde se obtiene la heroína. El reto posterior será el de reconvertir a los agricultores, productores de opio que tan buenos dividendos les proporciona, en recolectores de otros productos agrícolas, para lo cual será necesario establecer un programa de desarrollo que les permita cambiar de cultivos.
El cambio de estrategia anunciada por Obama en la Academia Militar de West Point, ha tenido como primera acción la operación “Moshtarak”. La ofensiva la están llevando acabo 5.000 soldados estadounidenses, 2.000 soldados afganos y un contingente compuesto por británicos, canadienses, daneses y estonios, hasta completar 15.000 efectivos apoyados por 60 helicópteros. A diferencia de otras veces, “no se trata sólo de limpiar la zona, sino de conservarla y construir después para establecer una Administración civil y un gobierno local que impida la vuelta de los talibanes”, según palabras del Jefe del Estado Mayor Conjunto norteamericano.
La operación “Moshtarak”, dirigida por el general Stanley Mcchrystal, es la mayor realizada por las fuerzas de la coalición desde el inicio de la operación “Libertad Duradera” en 2001. Simboliza el cambio de estrategia que Obama quiere llevar a cabo en Afganistán, que consiste en concentrarse en las zonas más densamente pobladas, donde, lógicamente, los resultados de la acción militar pueden conseguir una mayor repercusión en la población. Con posterioridad a la acción militar está previsto llevar a cabo acciones de reconstrucción de escuelas, clínicas, etc., así como dar seguridad a la zona mediante las propias fuerzas afganas. Son éstas las que tendrán que convencer a la población de que el Gobierno de Kabul, está interesado en solucionar sus problemas y necesidades.
Basándose en eso, el general McCrhrystal ha ordenado reducir las operaciones aéreas y apostar por el empleo de tropas de infantería. Ha insistido en evitar la muerte de civiles para no acabar con las posibilidades del Gobierno afgano de lograr el respaldo de los ciudadanos. Lo que realmente persigue esta operación militar es “ganarse las mentes y los corazones de los afganos”. Conscientes de que la colaboración de la población civil es fundamental, las fuerzas aliadas han anunciado durante semanas la operación, mediante el lanzamiento de octavillas, a diferencia de otras acciones realizadas por sorpresa y en las que las victimas civiles fueron numerosas. Además, los soldados les explican qué están haciendo al mismo tiempo que les preguntan por sus necesidades.
Si desde el punto de vista militar no parece que haya muchos impedimentos para expulsar a los talibanes, la duda es qué va a pasar después de la operación “Moshtarak”. Las fuerzas aliadas deberán controlar la zona, garantizar la seguridad y restaurar la acción del Gobierno afgano para tranquilizar a la opinión pública y ganarse la lealtad de la población. El comandante de las fuerzas británicas, James Cowan, manifestó “Nos quedaremos en los lugares a donde lleguemos, y donde nos quedemos construiremos. Estableceremos un entorno seguro, de manera que la gente vuelva a ser libre para vivir sus propias vidas bajo su propio Gobierno; este será el principio del fin de la insurgencia”. Sin embargo, no se sabe si Karzai será capaz de ganarse el afecto de la población tras los casos de corrupción de su Gobierno, y si los talibanes aceptarán, por tanto, un acuerdo.
EEUU quiere dejar claro a los talibanes que su única salida es abandonar las armas y, como mucho, convertirse en un partido político. Si esto llega a producirse, Obama podría cumplir su compromiso de empezar a retirar tropas el año que viene y abandonar definitivamente Afganistán en 2018. Si esta operación triunfa, será un modelo a exportar en otros puntos calientes de la frontera con Pakistán.
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Comentarios(1):
En esta ocasión, como muy bien dice el autor, la estrategia militar cambia radicalmente. Quizá es una de las primeras veces en las que el ejercito americano no basa su estrategia en el principio de tierra quemada. En esta ocasion, intenta, no ya expulsar a los talibanes de la tierra, si no convencer a las gentes de paz de que los talibanes son el cancer que mina el progreso en ese territorio. Esta ofensiva americana da idea del cambio sustancial que se ha producido en las formas de la nueva administración americana.