Montados en la misma burra
Albert Boadella ha sabido dar una ejemplar lección a quienes rociaban con sal los sarmientos de la convivencia.
Parece que en Cataluña pretenden seguir jugando a lo mismo que antes de la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Poco ha cambiado, a pesar de que algunos miembros del Gobierno central no se cansan de repetir que el artículo citado ha hecho entrar en razón a los “indepes”. Pero ya nadie de entre los catalanes y de entre el resto de la ciudadanía española se deja tomar el pelo, ni por pelomocho ni por los “Jordis” ni por el “Govern”.
Y para corregir lo que sea preciso, ahí está Tabarnia, bonito neologismo dispuesto a hacer entrar en razón al mundo nacionalista radical. Frente a la insensatez del independentismo, surge con fuerza la intención sana de poner frente al espejo a ese mundo radicalizado, desconcertado y desobediente a la ley. Ni Forcadell ni Forn ni Rull ni Turull ni ninguno de cuantos estaban en prisión y tienen la causa pendiente han hecho lo que prometieron al juez. Lo que no entiendo es por qué el juez no vuelve sobre sus pasos: no tiene más que ver cómo Forcadell lleva toreándole un día sí y otro también; todo un juez --con un caso de la envergadura del catalanismo reaccionario-- no tiene por qué pasar cada día por un cornúpeta más. El odio se corta sin odio y con la ley por delante. Pero cuanto antes.
Albert Boadella ha sabido dar una ejemplar lección a quienes rociaban de sal los sarmientos. ¿Payaso? Sí, claro, pero “aprendiz de payaso al lado de quienes pretenden la investidura telemática de un prófugo de la Justicia”. Quien no sepa reírse de sí mismo es mejor que se aparte de los demás y de la convivencia diaria. En este caso está siendo una lección la broma y el humor profesional frente a las taras de “indepes”, frente al odio a todo lo español y frente al despreciado adoctrinamiento infantil en que sigue incurriendo ese mundo miserable de la “república catalana” a la fuerza y por las bravas.
Ayer no me causó sorpresa ver cómo los líderes de ANC y Ómnium mandaban misivas carcelarias instando a tomar la calle con dureza, viveza, fuerza y fiereza, en un claro desprecio a la Justicia y a los letrados del Parlamento catalán. Mientras no se mate al perro, no se acabará la rabia y esa inquina procede en raíz de esas dos organizaciones procatalanistas y antiespañolas. Con esa salsa deteriorada y corrompida de la independencia, ahora tenemos dos presidentes: Albert Boadella, presidente “legítimo” de Tabarnia, y Puigdemont, trasmisor de su locura presidencial, interpretando papeles distintos y dándose la vidorra en Bruselas, a la vez que se mofa de quienes se quedaron para ingresar en prisión.
Con Tabarnia en escena no es fácil distinguir en Cataluña qué es lo ridículo y qué es lo serio, sobre todo si quien se hace la pregunta es un recién llegado que no conoce las vicisitudes de los últimos meses y las locuras radicalizadas de un sector desestabilizador, dañino y grosero. Pero no perdamos de vista los antecedentes de aquella CiU, ni la herencia que recibió Juntsper3% (ellos hablaban de “Juntspersí”) que es la semilla del ahora JuntsperCat.
¡Viva Tabarnia! ¡Viva España!
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