Noticias de Cantabria
12-08-2013 18:13

Menos mal que nos queda Gibraltar.

Sería realmente un milagro que, presionados por Londres, Picardo y sus chicos volvieran a extraer de las aguas los bloques de hormigón origen de todo el lío

 

 

   Eso, al menos, debió pensar parte del gabinete de Mariano Rajoy cuando al responsable del peñón de la discordia, Fabián Picardo, se le ocurrió echar bloques de hormigón al mar. No era más que un nuevo incidente en la pelea sorda que mantienen contra los pescadores de la Línea de la Concepción a los que llevan más de un año y medio acosando. Pero, en esta ocasión, tras el duro pleno monográfico sobre el caso Bárcenas y la financiación del PP, y ante el temor de que el ex tesorero siga facilitando documentación comprometedora al juez, se ha decidido, con la inestimable colaboración del ministro de Exteriores García Margallo (conviene recordar que en su día espetó a un político británico un "Gibraltar español" sin venir a cuento), reverdecer la guerra de nuestros mayores.

   De repente, el ministro ha descubierto que la frontera con Gibraltar no es territorio Schengen, que su sagrada obligación es controlar el blanqueo de capitales, el tráfico ilícito y el contrabando. Así cómo las irregularidades fiscales de cerca de diez mil llanitos que tiene residencia fiscal en el peñón pero viven en Sotogrande. Y lo descubren precisamente ahora; en plena canícula y con Bárcenas en Soto del Real.

   Para calentar el ambiente se menciona la visita de unos barcos de guerra que llegan a la Roca en los próximos días, como si fuera una provocación más, cuando que Londres había solicitado permiso hacía meses.

   Antes de que Rajoy se reuniera con el Rey en Marivent, Margallo le fue a esperar al aeropuerto de Palma para ponerle al corriente de los últimos datos del "conflicto". Porque ese era el tema más importante a debatir en la audiencia. Según confirmó el propio presidente del Gobierno, no se habló de Bárcenas, ni de las graves acusaciones de Carromero contra el régimen cubano, ni siquiera del despropósito de candidatos al indulto que  hicieron llevar al Rey a Marruecos.

   Los gobiernos del PP gustan de reivindicar las esencias patrias sobre todo con los vecinos del Sur. Fue un gabinete de Aznar el que declaró la guerra por el islote de Perejil con una soflama poética del ministro Trilló, relatando la "toma" de ese territorio español invadido por siete soldados y algunas cabras.

   Es  de esperar que en el caso que nos ocupa la voluntad de diálogo con el Gobierno de Cameron evite un ridículo semejante. De momento, los principales perjudicados por el incremento de la tensión están siendo los trabajadores españoles en Gibraltar que llevan varios días soportando colas de tres y hasta seis horas para poder cruzar la verja y acudir  su trabajo.

   Sería realmente un milagro que, presionados por Londres, Picardo y sus chicos volvieran a extraer de las aguas los bloques de hormigón origen de todo el lío. Así que, conformémonos con que la "firmeza española" sirva únicamente para convocar una nueva reunión a cuatro bandas. De aquí a unos días todo será agua pasada, nunca mejor dicho.



 

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