La idolatría del líder en España
El problema de la política de España siempre es el mismo, dependemos del líder aunque éste sea un cretino, pero a pesar de todo hay que defenderle ya esté en acción de gobierno o en la oposición. España se ha ido recuperando, está saliendo de la crisis, y mantiene unas expectativas de crecimiento incluso muy superiores a las europeas.

España se ha ido recuperando, está saliendo de la crisis, y mantiene unas expectativas de crecimiento incluso muy superiores a las europeas. Por otra parte ese crecimiento podría ser superior si se dejase de mantener una política económica en algunas CCAA (¿Cantabria?) extractiva, nada inclusivas que tan bien definen James Robinson y Daron Acenoglu en su libro “Por qué fracasan los países” que además de haberse convertido en betseller se ha erigido en un manual fundamental en las facultades de económicas.
Sin embargo, algunos analistas apuntan a que esa estabilidad que se está consiguiendo, con mucho esfuerzo, pueda frenarse por un frente judicial de diversos procedimientos a los que Rajoy tendrá que enfrentarse en esta legislatura.
Rajoy como la mayoría de los políticos no han superado todavía la etapa de la España del pelotazo, de la corrupción y el olé, y quedan los rescoldos por la lentitud desesperante que tiene nuestro sistema judicial que sigue requiriendo independencia y eficacia. O lo que es lo mismo, que de una vez se implante el principio de separación de poderes de Montesquieu, algo que a los políticos les llena la boca en el sentido de que hay que hacerlo pero por una u otra circunstancia no lo hacen y retrasan. Pero sin embargo, los políticos, todos, se unieron en aquello que les podría perjudicar en su imagen, como muchos denunciamos en su día, cambiar la palabra imputado por investigado para moderar la gravedad de los hechos investigados e imputados.
Pero sigamos. En la actualidad existe el miedo a que si el líder es atacado, o dicho de otra manera, si tiene que hacer frente a sus responsabilidades judiciales también es atacada la política económica, el estado bienestar, etc. Y esto no debe de ser así. En efecto, seguimos confundiendo -las churras con las merinas- creyendo que el líder es inatacable cuando el líder es responsable e imputable como todos los ciudadanos responsable de sus actos, sin privilegios, y debe de ser diferenciado de la política económica que se practique.
Haciendo un paralelismo es como ocurre con algunos delincuentes catalanes que se esconden tras el independentismo y la bandera, y van todos juntos confundiendo la historia y la literatura. El líder solo es el portavoz de la política del grupo político. Y para que esto sea así los partidos tienen que funcionar de forma democrática, y de tal manera, que si un líder pierde las elecciones lo que tiene que hacer es dimitir, algo que no ocurre en España, e irse a su casa, a su trabajo, o al paro pero nunca a la recolocación llamada también la puerta giratoria, que utiliza toda la clase política de derechas o izquierdas en España. Y una vez producida la dimisión del líder de forma inmediata tiene que existir un repuesto automático sin necesidad de primarias, de elecciones ni ‘pepinillos en vinagre’ y cumplir los trámites democráticos legislativos en sus tiempos y etapas.
Si esto lo decimos es porque el Partido Popular debería de estar trabajando ya, si es que no lo está haciendo, en tener en capilla un líder en sustitución de Rajoy para el caso de que se produzca la necesidad de una dimisión por cuestiones judiciales.
El líder no puede hundirse y con él el sistema, y nadie se tiene que rasgar las vestiduras. Rajoy no es lo más importante, lo más importante es la política económica que está realizando su partido y estamos seguros que cualquier otro puede seguir ese mismo camino por lo que no todo tiene que estar supeditado a salvar al líder. Si el líder tiene que hacer frente a actuaciones judiciales el testigo, el poder de gobierno tiene que ser recogido por otro miembro del partido gobernante y seguir gobernando porque es la política lo que se vota, no es a la persona.
Nota.- Esto apuntes que exponemos son de política habitual europea pero por desgracia en España no se practica ni por el que gobierna, ni por el que ocupa la oposición. La perpetuación en el cargo es el objetivo permanente del que acude a la política.
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