El Sáhara, nueva cesión
La cobardía, la falta de firmeza y de convicciones se paga especialmente cara en la esfera internacional. Marruecos, país vecino, y en teoría aliado, ya expide pasaportes en los que se anexiona Melilla, ocupan la zona neutral de nuestra frontera, escupen a nuestras policías, bloquean y desabastecen Ceuta y Melilla, y ahora apalean a doce españoles y el gobierno socialista lo justifica.
Rodríguez Zapatero, para quién el concepto de Nación es algo “discutido y discutible” no nos defiende de las hostilidades de Marruecos y actúa frente a él con complejo y tibieza, todos aprovechan su debilidad, su inexplicable falta de entereza.
No es tolerable que para el reino de Mohamed VI nacer en Melilla sea hacerlo en el país alauí y así lo expresan oficialmente: "Lugar de nacimiento: Melilla, Marruecos".
Es inaceptable que cuando un grupo de españoles se manifiesta en el Sahara Occidental, ocupado ilegalmente por Marruecos, en una acción calificada por la ONU de “abominable” y son agredidos salvajemente, nuestro gobierno diga que “tenemos que cumplir la ley cuando no estamos en nuestro país”, cuando la única legalidad vigente en la antigua provincia española es la de las resoluciones de la ONU, que exigen un referendo y que es flagrantemente incumplido por Marruecos.
Uno de los objetivos de Marruecos es erradicar cualquier vestigio español y saharaui del territorio ocupado ilegalmente por ellos y así, han suprimido los colegios y las clases de español.
Solo reescribiendo el pasado puede evitarse que se conozca que Marruecos, país nacido en 1956, nada tiene que ver con al antiguo Sahara Español, cuyos habitantes están exiliados en el desierto argelino de Tinduf, y que reclamar Ceuta y Melilla, que son parte constituyente de España desde la antigua Hispania Romana, es pura quimera.
Y mientras el socialismo ignora, cuando no justifica, las acciones marroquíes, la Audiencia Nacional instruye una causa contra 32 autoridades marroquíes por un delito de “genocidio” en el Sahara Occidental con “asesinatos, lesiones y torturas”, que han propiciado la desaparición de 542 saharauis, muchos de ellos ciudadanos españoles entonces.
La falta de solidez de Zapatero, la negación de una nueva crisis, nos aboca a un nuevo conflicto.
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