Noticias de Cantabria
30-06-2013 23:30

El relevo generacional.

Haciendo abstracción del contenido político de su declaración, reconozco que la intervención de José Antonio Griñán en el Parlamento andaluz anunciando su decisión de no volver a presentarse como candidato, me produjo un cierto pellizco emocional

 

 

 Habló Griñán de la necesidad de nuevos pilotos para estos nuevos tiempos y, sin ocultar un punto de nostalgia, dijo que los tiempos de la transición no volverán. En realidad, nada volverá.

   Tengo la fortuna de vivir rodeada de gente joven, intelectualmente muy bien preparada, inquieta y llena de curiosidad y me doy cuenta de hasta qué punto, ellos, los jóvenes, ven el mundo y lo que les rodea de manera bien distinta a como la vemos y percibimos aquellos que siendo tan jóvenes como ellos lo son ahora, dejamos algunos de nuestros mejores años personales y profesionales trabajando y siguiendo minuto a minuto el que,  sin duda, ha sido el gran milagro español que no es otro que el de la transición.

   Los cambios que se han ido produciendo a lo largo de estos años y los que ha traído la crisis, nos conducen de manera inexorable a un futuro bien próximo que no sabemos imaginar con el agravante de que el hoy mismo, el presente es perentorio, confuso e incierto. Esto es ley de vida. Nuestros jóvenes ven la vida de manera distinta a como la vemos los que ya no lo somos tanto, pero eso nos ocurrió a nosotros en relación a nuestros padres. Afortunadamente, la vida no es un barreño de agua estancada.

   Ante esta realidad, se ha establecido como receta _no es la única_ lo que se llama "relevo generacional" de manera que estirando mucho, muchísimo, resulta que a los sesenta ya estás amortizado/da. Hace treinta o cuarenta no hacia falta ni insinuarlo. O estabas muerto o, con suerte, se era un venerable anciano/na. Hoy, con sesenta años se es una persona joven y hay muchos, muchísimos hombres y mujeres que con más de setenta continúan investigando, creando, trabajando. Se da la paradoja de que lo que ha sido un gran avance como es el lograr que los humanos vivamos más y en mejores condiciones, se está convirtiendo en un "incordio", al menos en el ámbito de lo público porque lo que es en el ámbito doméstico es gracias a las personas que, incluso, con más de setenta vuelven a sus orígenes cuidando de los hijos de sus hijos. El famoso "se siente joven" que dijo Elena Valenciano en relación a Alfredo Pérez Rubalcaba  es una frase-reflejo, consecuencia de este "rum-rum" muy extendido, según el cual todo ha quedado obsoleto, viciado, contaminado y para ello no hay mejor conjura que la juventud. Con sesenta años se es, objetivamente joven si por joven entendemos algo más y diferente a la estricta fuerza física o la destreza para el manejo de las redes y todas sus potencialidades.

   Resulta gratificante comprobar como hay gente joven con capacidad de compromiso político y es un buen estimulante para no hacerse viejo de verdad, comprobar "in situ" los cambios, tratar de entenderlos y acomodarse a ellos, aceptar que los acontecimientos se pueden percibir de muchos modos y que la vida se puede vivir de muchas maneras pero creo que para encarar el futuro y diseñar el tiempo que viene sería un error, un inmenso error conducir al "stand" de los saldos a quienes, por rozar los sesenta o haberlos cumplido, ya no son "jóvenes". Un error solo comparable al de no aceptar que los tiempos de hoy son bien distintos a los de ayer. Muchos, muchísimos lo asumimos hasta el punto de sentirnos un poco como los últimos de Filipinas. Asumimos todo, nos adaptamos a todo pero una cosa si confieso: he pedido a mis hijos que las multitud de fotos que guardan en sus ordenadores y teléfonos, cuando buenamente puedan -esa es otra_ me las pasen a papel. Creo que cuando tenga ochenta o más años _si llego_ me resultará más gratificante besar sus caras en un papel de brillo y color que en una fría pantalla de ordenador.

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