El precio de reducir el I+D+I.
El laboratorio del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, dirigido por Barbacid ha identificado en ratones (genéticamente modificados para desarrollar tumores de pulmón similares a los humanos), un diana: la proteína "c-Raf" contra la que se pueden dirigir nuevos fármacos para luchar contra este tipo de cáncer.
No llegamos a la infamante frase del "que inventen ellos" pero, lo niegue el Gobierno o no, el recorte en I+D+I empieza a tener consecuencias. Lo que era una de las apuestas estelares del mandato de Zapatero: convertir a este país, por primera vez en la historia, en punta de lanza de la investigación o apostar por una economía sostenible basada en la investigación y el desarrollo, se ha disuelto como un azucarillo ante los embates de la crisis y los recortes presupuestarios.
Incluso se hizo una campaña para atraer y seducir a la "inteligencia" que habiéndose formado en España tuvieron que marcharse para investigar fuera. Uno de estos "cerebros" fue Mariano Barbacid, descubridor del primer encogen humano hace veinticinco años.
El laboratorio del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, dirigido por Barbacid ha identificado en ratones (genéticamente modificados para desarrollar tumores de pulmón similares a los humanos), un diana: la proteína "c-Raf" contra la que se pueden dirigir nuevos fármacos para luchar contra este tipo de cáncer.
Cuando llega el recorte presupuestario Barbacid, un científico formado en Estados Unidos donde la financiación privada, sobre todo de las farmacéuticas está a la orden del día, busca dinero para no paralizar su investigación. Cuando lo encuentra, en forma de diez millones de euros, el Ministerio de Ciencia lo veta con el argumento de que "una fundación pública (el CNIO) no puede establecer acuerdos que impliquen su participación en una sociedad mercantil".
Puede, como alega la ministra Garmendia, que el procedimiento buscado sea ilegal, pero es función de su departamento y de la abogacía del Estado buscar las vías para que la financiación privada pueda llegar a esta y o otras investigaciones punteras.
No se puede desplazar a los investigadores de los microscopios para que se busquen la vida porque se les cortado el dinero prometido y luego decir que así no. Modifíquese la ley, flexibilicen los criterios de financiación pública. Haga Garmendia lo que tiene que hacer. Todo menos permitir que, al final, los laboratorios fuera de España se puedan aprovechar del trabajo, una vez publicado el descubrimiento en la revista "Cáncer cell".
Algunos de los "cerebros" que volvieron a su país, convencidos de que esta vez sí se abría la puerta a la modernidad, están regresando a sus laboratorios en Alemania, Canadá o Estados Unidos. Sin dinero público y con remilgos a la financiación privada la tan publicitada apuesta por el I+D+I habrá sido un espejismo. España volverá a perder la senda de la modernidad.
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