Noticias de Cantabria
01-12-2011 22:47

¿El banquero del mundo? China

Pablo Bustelo.- Hasta hace pocos años, los análisis sobre China tendían, en su gran mayoría, a reconocer que se había convertido ciertamente en una gran potencia industrial y comercial, pero con un peso bastante escaso en el sistema financiero global (con la importante excepción de sus ya enormes reservas en divisas).

Por ejemplo, en el último tercio de los años 2000 los especialistas destacaban que China había conseguido, gracias a una tasa anual media de crecimiento del PIB que había rondado el 10% desde 1980, triplicar su peso en la economía mundial entre 1990 y 2005, hasta el 5%, mientras que, en cambio, la parte de la UE y de EEUU se había mantenido más o menos estable. También se señalaba que la contribución de China al crecimiento de la economía global era entonces relativamente pequeña: menos del 8% en 2000-2005 frente al 40% de la UE y al 20% de EEUU.

No obstante, se mencionaban tres fenómenos de enorme relieve. En primer lugar, el fuerte aumento de China en las exportaciones mundiales de mercancías, que habían pasado del 2,5% en 1993 al 8,0% en 2006, coincidiendo con una importante caída de la proporción de EEUU, Japón y la UE. En segundo término, su cada vez mayor importancia como consumidor de energía: entre 1990 y 2006 su peso relativo en el consumo mundial de energía primaria se había duplicado, mientras que su proporción del consumo de carbón había alcanzado casi el 40% del total mundial y, aspecto notable, su consumo de petróleo había pasado del 3,5% del total mundial en 1990 al 8,9% en 2006. En tercer lugar, se ponía igualmente de manifiesto que China consumía una cantidad desproporcionada de algunos minerales y metales. En 2005, se estimaba que China efectuaba entre el 20% y el 30% del consumo mundial de hierro, zinc, estaño, plomo, aluminio y cobre, entre cinco y seis veces más que su peso en la economía mundial.

Se añadía que, aunque había aumentado, la inversión directa en el extranjero de las empresas chinas apenas sumó 11.300 millones de dólares en 2005, que el turismo emisor de China, que también había crecido mucho, fue de 31 millones de visitantes (casi todos concentrados en el entorno geográfico asiático del país) y que las emisiones de dióxido de carbono habían empezado a superar a las de EEUU (lo hicieron por vez primera en 2006), lo que se achacaba en parte a la industrialización acelerada del país pero sobre todo a su enorme población.

Cuando se hacía referencia a la integración financiera de China en la economía mundial se mencionaban a menudo dos datos. Por una parte, la posición de inversión internacional (que mide el valor y la composición de los activos y pasivos financieros de un país respecto del resto del mundo). En 2005, puesto que la inversión en el extranjero (directa y, sobre todo, en cartera, además de los créditos comerciales y préstamos bancarios) era bastante escasa y ya que las inversiones extranjeras en China eran importantes (sólo la inversión directa en el país ascendió en 2005 a 47.150 millones de dólares), el saldo neto (la posición neta de inversión internacional) era positivo pero relativamente pequeño. Las estimaciones varían según las fuentes, pero las más fiables arrojan un saldo de unos 400.000 millones de dólares en 2005 (el 18% del PIB de China), una cifra importante pero menor que las de Suiza, Hong Kong, Alemania y, sobre todo, Japón (primer acreedor mundial, con 1,5 billones de dólares en ese año, equivalentes al 34% de su PIB). Por otra parte, se mencionaba, sin embargo, que China había alcanzado ya una posición sobresaliente en cuanto a sus reservas en divisas, que habían superado el billón de dólares en octubre de 2006, como consecuencia del superávit de su cuenta corriente y de las entradas de capital extranjero. Pero el fuerte ritmo de acumulación de reservas obedecía también a una política activa de contener la apreciación del yuan, que hubiese sido muy perjudicial para el sector exportador, mediante la compra masiva de moneda extranjera en los mercados de divisas. Es más, las autoridades chinas no veían con malos ojos un nivel tan alto de reservas, que, desde su punto de vista, constituía un seguro ante una eventual crisis de balanza de pagos, como la acontecida en varios países de Asia Oriental en 1997-1998.

Una integración financiera espectacular en cinco años
Desde mediados de los años 2000, la situación ha cambiado de manera extraordinaria. Se ha consolidado el peso de China en el producto bruto mundial (al pasar del 5% en 2005 al 9,3% en 2010), en las exportaciones mundiales de mercancías (el país se convirtió en el primer exportador mundial en 2009 y alcanzó una cuota del 10,4% en 2010, frente al 8,4% de EEUU) y en el consumo de energía (en 2010, realizó, en proporción del total mundial, el 20% del consumo de energía primaria, más que EEUU, el 48% del consumo de carbón, el 10,4% del consumo de petróleo y, aspecto novedoso, empezó a destacar en el consumo de gas natural, con el 3,4%). Además, el aumento del consumo chino de algunos minerales y metales se incrementó de manera notable en la segunda mitad de los años 2000: a finales del decenio, China era responsable del 40% del consumo mundial de aluminio, cobre o zinc y del 35% de la demanda mundial de níquel.

A esos datos se suelen sumar el alza en el turismo chino en el extranjero (54 millones en 2010 y una estimación de 90 millones para el año 2013, lo que hace pensar que la previsión de 100 millones que hizo en su momento la Organización Mundial del Turismo para 2020 se cumplirá muy probablemente antes) y el crecimiento de sus emisiones de dióxido de carbono (se estima que en 2010 fueron un 35% superiores a las de EEUU, cuando en 2006 eran prácticamente iguales).

En lo que atañe a la integración financiera, son de destacar, en primer lugar, que la acumulación de reservas en divisas ha continuado a buen ritmo, alcanzando nada menos que 3,2 billones de dólares en septiembre de 2011. Las razones que explican ese continuado acopio son las mencionadas anteriormente (superávit por cuenta corriente, entradas de capital y política de mantenimiento del tipo de cambio), a las que se han sumado, en los últimos meses, las previsiones de aumento de los tipos de interés y del valor del yuan, dada la persistente inflación. China tiene unas reservas muy superiores a las de otros países emergentes y desarrollados, tal y como figura en la Tabla 1, que recoge a los 10 países más importantes a este respecto. Triplica casi las reservas de Japón y supera a la cantidad acumulada por la suma de los ocho siguientes países de la lista.


 

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