En las últimas semanas están apareciendo, al margen de la investigación de la juez Alaya, hechos relevantes que pueden ser delictivos y que afectan a UGT. La mayoría de los documentos publicados afectan al sindicato en Andalucía. Pero también hemos conocido otros hechos como sobresueldos y comilonas y alojamientos de lujo que afectan a la cúpula del sindicato. A esta hora aún no ha dado la cara el secretario general del sindicato, Cándido Méndez. Parece que hoy a la vista de lo abultado ya del escándalo habrá rueda de prensa en Andalucía.

   Es sorprendente que Méndez que se ha puesto al frente de todas las manifestaciones reivindicativas sobre recortes y corrupción, ahora no de la cara cuando estamos conociendo facturas trucadas, sobresueldos en forma de dietas para no declarar a Hacienda o comilonas y hotelazos mientras echaban a gente a la calle. Parece que son estos trabajadores del sindicato los que indignados están acumulando pruebas de estas prácticas para defender ante la justicia lo injusto de su despido y de paso las prácticas impresentables y presuntamente delictivas de UGT.

   La reacción de los afines es que se busca que desaparezcan los sindicatos. Y nada más lejos de la realidad. Lo que se busca es que haya unos sindicatos que cumplan su función y que no realicen prácticas delictivas con el dinero de todos. Los dos grandes sindicatos, como tantas cosas en este país, necesitan una regeneración a fondo de ideas, personas y forma de financiación. Y tienen que dar cuenta de qué hacen con el dinero público y cuánto ganan sus dirigentes. Menos mal que aquí también, aunque tarde, la justicia ya ha levantado acta. Sigue faltando una explicación a fondo del secretario general al que parece habérselo comido la tierra.