Distraer.
Los estrategas de la comunicación, alguno de los cuales aparece en los papeles de Bárcenas como supuesto beneficiario de cobros en dinero negro, presuponen que una mejora en la economía, por ligera que esta sea, va hacer olvidar a los votantes los "pecadillos" de una corrupción con delitos que en su mayoría habrían prescrito.
El regreso de la actividad política tras las vacaciones de verano ha mostrado por donde van a ir los tiros en el próximo curso. El objetivo del Gobierno y del partido que lo sustenta es distraer a la opinión pública alejando el objetivo del caso Bárcenas/PP, mientras su mayoría absoluta les facilite rechazar cualquier iniciativa de la oposición en el Congreso para averiguar que paso con la supuesta financiación ilegal.
Los estrategas de la comunicación, alguno de los cuales aparece en los papeles de Bárcenas como supuesto beneficiario de cobros en dinero negro, presuponen que una mejora en la economía, por ligera que esta sea, va hacer olvidar a los votantes los "pecadillos" de una corrupción con delitos que en su mayoría habrían prescrito.
¿Qué hay que hacer pues? Anunciar con albricias y fuegos de artificio cualquier dato, incluso aquellos de los que, por ley, no se puede hacer un uso partidista, que demuestre un cambio de tendencia. Da igual que lamentablemente sólo treinta y un ciudadanos hayan encontrado trabajo mientras se han destruido 99.000 empleos, da igual la precariedad de los nuevos contratos, da igual la estacionalidad, el caso es hablar de economía en positivo.
Si esa fórmula no funciona siempre se puede recurrir al enemigo exterior. El contencioso de Gibraltar es un ejemplo paradigmático de como distraer a la opinión pública y, sobre todo, a su preocupada militancia, de las revelaciones de su ex tesorero desde la cárcel. Curiosamente, el ministro de Exteriores, García Margallo, pidió comparecer en el Congreso para explicar el "incendio importante" que se ha provocado con Gran Bretaña por lo bloques de hormigón lanzados por Gibraltar. Enfervorizado, en lo que el mismo llamo su "patriotismo", no dudó en definir "prioridad nacional" aunque matizando que seguramente ahora no es el momento "para hablar de soberanía". Su extensa comparecencia en el Congreso coincidió con una nueva negativa de su grupo parlamentario a que se investigue, interpele, o cualquier otra modalidad de control al Gobierno por el caso Bárcenas/PP.
Otra fórmula para distraer y mantener alta la moral de los suyos es anunciar por enésima vez la aprobación por el Consejo de Ministros de la reforma de la Ley del aborto. Cada vez que Bárcenas amenaza desde la cárcel con hacer públicos más papeles o se conoce que se han destruido los discos duros de los ordenadores donde, según Gómez de Liaño, el abogado del ex tesorero, se guardaban imágenes de las visitas de los donantes a la sede de Génova, aparece Gallardón en un medio de comunicación anunciando que esta vez si que sí, y que además se van a restaurar las esencias de la doctrina de su partido.
Niega que haya ninguna discrepancia en el Gobierno sobre su proyecto pero, para que no le desmienta la vicepresidenta, ya no se atreve a hablar de que supuestos que va a ser anulados.
Al tiempo que sigue indultando a reos pintorescos para la moral de la formación conservadora como a traficantes de drogas, un empresario condenado por defraudar doce millones de euros a AENA o un kamikaze.
Puesto que no se otea una crisis de Gobierno, los ministros e incluso Cospedal se han puesto disciplinados, ante la tarea de distraer al personal para que no se hablé del "delincuente" pero, sin embargo, amigo Bárcenas.
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