Noticias de Cantabria
01-08-2011 19:01

Desde el parqué.- ¡Vaya semana, vaya mes!

El presidente del Gobierno ha convocado elecciones generales. Serán el 20 de noviembre. Y, como ya dije hace mucho, no ha marcado él su propia agenda como nos vendió el viernes. Los mercados han perdido la paciencia por el desgobierno en España, han presionado y de qué forma.

 El dinero huía de la bolsa, cuyo principal índice perdía en el mes de julio un 7 por ciento, algo que no veía desde noviembre de 2010, hasta situarse el IBEX en 9.630 puntos. El diferencial con la deuda alemana, la famosa prima de riesgo, tocó los 360 puntos, el segundo  mayor nivel desde la entrada en el euro, presionando los tipos por encima del 6 por ciento. Los precios continúan en cotas del 3 por ciento. La actividad plana, plana y los datos del paro referidos a la EPA del segundo trimestre no siendo malos son absolutamente insuficientes y en definitiva señalan que la tasa de paro se reducía apenas 4 décimas para quedar en el 20,9 por ciento. La guinda la ponía agencia de calificación Moody's amenazando a España con una rebaja y haciéndolo efectivo para seis comunidades autónomas.

   La situación ya no da más de si y la presión no iba a ceder. Todo el mundo era consciente de que el gobierno de Zapatero no iba a acometer las reformas necesarias para que en España se creara empleo y actividad, por tanto para generar recursos que le permitan hacer frente en mejores condiciones a sus compromisos de pago. Parece evidente que antes de una intervención, los mercados apostaban por un adelanto de las elecciones en España, un cambio de gobierno y de rumbo para generar la confianza suficiente y sobre todo para que se impulsen las medidas y las reformas correctas  con el principal objetivo de que España funcione.

   A Zapatero se lo ha llevado la riada que ha ido creando en estos años de mentiras, de equivocaciones e improvisaciones. Ha jugado con España y con los españoles y ha recibido su castigo, aunque se ha llevado por delante miles de empresas, de esperanzas y de expectativas de vida. Ahora, sólo cabe tener muy presente que alguien que ha participado de ese desaguisado  de dejar a España en la ruina no puede tener la solución para sacarnos de ella.

 

 

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