31-10-2011 12:40
¡Cuánta estulticia!.
Mientras los españoles andan abrumados, agobiados y cariacontecidos por la brutal cifra de cinco millones de parados, dos políticos que han tenido peso y enjundia en el Congreso de los Diputados están a la gresca a cuenta de sus gracietas.
El primero fue Gregorio Peces- Barba, insigne catedrático de Derecho, ex presidente del Congreso y ex rector de la Universidad Carlos III. Hombre siempre ponderado en sus juicios, no midió que en precampaña electoral no deben hacerse bromitas ni con el origen de los ratones colorados. Los nacionalistas catalanes, que en pleno victimismo reivindicativo están a la que salta, se han tomado como una afrenta su desgraciada comparación sobre las ventajas de una convivencia con portugueses en lugar de con catalanes.
Por todo ello, el más impulsivo y menos reflexivo, el exdiputado de ERC, Joan Tarda, no dudo en tildarle de "enorme hijo de puta" por haber ironizado sobre los habitantes de Cataluña. Eso, sin querer faltar a su madre, por supuesto.
Estos desmanes y estas estulticias no tendrían mayor entidad sino fueran el reflejo de asuntos que ocupan a una clase política enfrascada en sí misma, cuando fuera, en la calle, hay tanto malestar. Porque no es solo el desaliento ante la dramática cifra de desempleados que refleja la Encuesta de Población Activa (el más verosímil dato de la realidad), es que cada vez son más las familias en las que todos sus miembros no tienen trabajo.
Los cinco millones de parados reflejan además el fracaso de la reforma laboral que suavizó las condiciones del despido y potenció la contratación indefinida. O por lo menos esos eran sus objetivos. Evidentemente ni una cosa ni la otra se ha logrado. Se sigue despidiendo a mayor ritmo, con menor indemnización y los contratos, lejos de ser indefinidos, son cada vez más precarios.
Todas las dudas que ante la recuperación de la economía española plantea la Unión Europea, están basadas precisamente en la altísima cifra de desempleo que lastra la recuperación económica hasta tal punto de hacer temer una nueva recesión.
El problema de la economía española no es el incumplimiento del déficit, ni la necesidad de más recortes, ni la insolvencia de la deuda pública. El problema es la incapacidad de dar trabajo a los cinco millones de parados.
Lamentablemente, sea cual sea el gobierno que salga de las urnas el veinte de noviembre, no va a traer consigo la fórmula mágica con la que solucionar este tema; el que de verdad trae de cabeza a la sociedad en su conjunto. En campaña se van a oír muchas propuestas y muchas ofertas de creación de empleo como ya ha pasado en tantas otras ocasiones, pero ningún partido tiene la solución a corto plazo y eso hay que saberlo.
Aún así, por le menos, que dejen de cruzarse necedades e insultos y se pongan a la tarea.
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