Cantabria precisa una regeneración política

Ser cántabro, siempre ha supuesto un orgullo históricamente por la belleza de nuestra tierra y por nuestras gentes, pero en esta legislatura que estamos viviendo, el ser cántabro, a veces, es motivo de vergüenza, otras de sonrojo y en muchas ocasiones de tristeza, por el desastroso panorama que la sociedad está  sufriendo por no tener visos de solución a corto plazo y por la lamentable perspectiva de futuro que se vislumbra, debido a la actitud y gestión de nuestros políticos.

En este sentido, resulta lamentable ver como la representación de nuestra Comunidad Autónoma, se toma a chirigota por el afán de protagonismo de la persona que ejerce el papel de regidor de la región, que se pasa más tiempo participando en programas de tv que resolviendo los duros e importantes problemas de Cantabria, con una actitud que parece que su papel es más el de un relaciones públicas simpático y dicharachero, que el de un político elegido por el pueblo para que se encargue de resolver los temas delicados que abruman a los cántabros. En lo que respecta al gobierno, se denota una importante falta de liderazgo, sin tener claro por parte de la sociedad, que parte del mismo lidera la gestión y quienes son los capacitados para resolver las cuestiones del día a día de los ciudadanos, por su claro enfrentamiento con la administración central y una falta de definición de sus integrantes-

En el plano político, la sociedad cántabra está observando con perplejidad, como la totalidad de los partidos que tienen representación parlamentaria, están sumidos en una crisis interna y estructural, que les impide fijar su atención en los verdaderos problemas de la región, como son la desindustrialización de la zona oriental, de la cuenca del Besaya, de la comarca campurriana y de la falta de perspectivas de futuro para una generación que está llamando a la puerta de la sociedad, pero que por la inacción política, necesita salir de la región para consolidar su vida, dando lugar a que Cantabria, se convierta en una región con una evidente falta de ilusión y perspectiva en los tiempos que vivimos.

Ante esta problemática, hay que empezar a reflexionar cuales son las soluciones a aplicar para acabar con la desidia política que sufre Cantabria, en donde las formaciones políticas que aspiran a representar a los ciudadanos, deben tomarse en serio la necesidad de emprender una regeneración política sobre sus propuestas políticas y sobre todo de liderazgo, puesto que visto lo visto, no es de extrañar que el conjunto de la sociedad, les de la espalda por no sentirse representada y por considerar que la gestión y representación política, está alejada de sus necesidades cotidianas, lo que Cantabria, no se puede permitir dado que su futuro puede estar en un riesgo evidente no ya de populismo, que está a la orden del día en la región, sino de desafección democrática, lo cuál sería muy grave y posiblemente irreparable para el desarrollo y convivencia de una de las regiones más hermosas de España