Caiga quien caiga.
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, aseguró el viernes, en la rueda de prensa posterior al primer Consejo de Ministros tras las vacaciones, que la reforma electoral, en la que se ha empeñado el PP en contra del resto de las fuerzas políticas, sigue adelante.
Para desmentir que el proyecto de ley tenga un claro signo de ventajismo electoral para su partido, aseguró que también beneficiará a siglas nacionalistas. Es decir, que no consideran un inconveniente que, por ejemplo, Bildu multiplique el número de alcaldías que ya tiene en el País Vasco con tal de que el PP conserve Madrid o Valencia, dos de los feudos que les tienen más preocupados.
Es un caiga quien caiga irresponsable dado que en Cataluña una coalición electoral de ERC con CIU o con otro grupo independentista se haría, también, con la mayoría de ayuntamientos en un momento tan delicado como el que atraviesa la relación de los catalanes con el resto del Estado.
Precisamente Convergencia, que ha "descubierto", ahora, que el referéndum no podrá celebrarse si el Constitucional, como está previsto, rechaza la Ley de Consultas del Parlamento de Cataluña, pretende llegar a un acuerdo electoral con la formación de Oriol Junqueras para ir juntos a unas elecciones plebiscitarias que les saquen del embolado en el que se han metido.
ERC no ha contestado porque espera que Artur Mas asuma en soledad el fracaso de su apuesta por un referéndum imposible y entonces será el momento en que los desencantados y decepcionados acudan en tropel con sus votos a las siglas independentistas.
Ahí está la clave, si ERC va a querer unir su destino a un partido de derechas como CIU, dado que en el tripartito los socialistas del PSC les resultaron indigestos por su conservadurismo. De momento Convergencia es el único grupo del Congreso de los Diputados que o ha puesto el grito en el cielo por el proyecto del Gobierno de cambiar las reglas del juego a menos de un año de las elecciones municipales.
Como está claro que cada partido solo busca su rédito electoral a corto plazo sin medir las consecuencias, algo habrá atisbado CIU en el horizonte que le pueda sacar del hoyo en el que va a quedar sepultada tras la no celebración del referéndum.
Curiosamente, la vicepresidenta volvió a insistir en que no les mueve ningún interés en el proyecto de ley, pero no dijo ni una palabra del proyecto de la polémica ley del aborto de Gallardón que duerme el sueño de los justos porque le puede hacer perder al PP miles de votos. Para que se consuele le han dado al ministro de Justicia un nuevo juguete con su, inédito hasta ahora, deseo de recortar aforados. Puede ser la única reforma de Gallardón que no suscite un clamor popular y político en su contra.
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