Benito Obregon Pelayo
Benito Obregón Pelayo (Madrid, 1920), aunque nacido circunstancialmente en la capital de España, sus raíces son montañesas, pues su madre era de Pisueña (A Benito se le conoce como “Benito el de Generosa”) y su padre de La Abadilla (Con estos apellidos…) y él ha vivido toda su vida en Santa María de Cayón, en cuya casa nos ha recibido amablemente en cuantas ocasiones le hemos visitado.

Benito Obregón Pelayo (Madrid, 1920), aunque nacido circunstancialmente en la capital de España, sus raíces son montañesas, pues su madre era de Pisueña (A Benito se le conoce como “Benito el de Generosa”) y su padre de La Abadilla (Con estos apellidos…) y él ha vivido toda su vida en Santa María de Cayón, en cuya casa nos ha recibido amablemente en cuantas ocasiones le hemos visitado.
Al desatarse la Guerra Civil, el mando aéreo que estaba situado en el aeródromo de La Albericia y cuyo primer responsable fue el aviador Eloy Fernández Navamuel, decidió habilitar nuevos campos con los que hacer frente a la defensa de la provincia; uno de estos fue el de Argomilla, que se encontraba en la mies que está frente al pueblo en dirección Sarón-La Penilla. Benito, con dieciséis años, sería una de las personas que trabajaron para acondicionar el mismo, así como las instalaciones anexas, los barracones y el refugio de cemento. El campo estaba recubierto de “todo-uno” y grava y ya cuando estaba en construcción fue bombardeado, matando esta acción a un vecino. Benito nos cuenta que le daban comida caliente, que llevaba a su casa y así comían todos.
No tuvo este campo excesiva actividad, aunque solían estar en el mismo unos seis o siete aviones “chatos”, los Polikarpov 1-15, que tenían una fácil maniobrabilidad para actuar en esa zona montañosa. Completaban estas instalaciones una fábrica de obuses que se ubicó en el edificio del mercado de Sarón. Benito fue testigo directo del horror de la Guerra Civil en esta zona, presenciando las salidas de los aparatos, los bombardeos,…
Después fue movilizado y participó activamente en la Batalla del Ebro, en la zona de Gandesa, Corvera, Flix, Ascó,... El campo de Argomilla fue utilizado alguna vez para cargar suministros de Nestlé y al final de la guerra fue desmantelado. Tiempo después aún se encontraron bombas sin explotar.
Benito se reincorporó a la vida civil y ha trabajado en la serrería y carpintería familiar, oficio de carpintero al que ha dedicado toda la vida laboral, actividad que compaginó con su trabajo en la factoría Nestlé y con el cuidado del ganado; recorrió estos valles con su bicicleta y era muy conocido y popular… Hasta hace muy poco, sus desplazamientos por la zona eran en bicicleta y tenemos constancia de su participación en el Día de la Bicicleta, celebrado en Tezanos de Villacarriedo en el verano de 2011 dónde participó y era la persona de más edad.
Alto, delgado, con largos brazos y una mano, con unos dedos que casi abarca la bola, ha sido un gran jugador de bolos hasta hace bien poco. La Peña Bolística Marcos Maza de Obregón de Villaescusa, en la cuyo equipo de veteranos ha jugado, le ha ofrecido recientemente un homenaje y la Junta Directiva de la FCB acordó la concesión de la Insignia de Oro a Benito Obregón Pelayo por mantener intacta y con gran ilusión, a sus 90 años, su afición a los bolos, demostrándolo diariamente en los entrenamientos y participando cada fin de semana en la Liga de Veteranos. “Se le impuso hace poco más de dos años y Benito se emocionó, especialmente cuando saltaron a la bolera tantos amigos jugadores. Los de su peña, los de los equipos rivales, que en un compacto grupo humano refrendó los méritos del nonagenario jugador, que goza de una salud envidiable, pero momentos tan emotivos pudieran perjudicarle, porque fueron instantes de tensa emoción. Benito, con su vida de trabajador, de persona, de deportista, ha sido un compendio de ejemplos y así pudieron ver sus familiares venidos desde tierras mexicanas, cuánto se quiere al abuelo Benito…”.
Tiene tres hijas, una de ellas residiendo en México, y vive sólo desde que se quedó viudo; desde hace siete años ha sido atendido por la paraguaya Vidalia Martínez, con la que se ha casado recientemente. Hace unos meses ha tenido una salud delicada, aunque le hemos encontrado feliz y en plena forma…
Benito es locuaz, posee una excelente memoria y una admirable bondad personal de la que emanan todos sus actos, lo que puede ser una ventaja para la longevidad de que disfruta con orgullo.
Un grupo de amigos, entre los que estábamos Frasio Sainz Peón, Pedro Cayón, José Antonio Otero, Roberto Valdés y yo mismo hemos ido a visitarle el día de su cumpleaños y le deseamos larga vida y que disfrute de la misma, con su habitual bonhomía…
¡Salud, Benito!
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