AURORA GUTIÉRREZ GALANTE
Este año se ha cumplido el centenario de su nacimiento y se van a cumplir setenta años desde que Aurora llegara a nuestra tierra y treinta y cinco desde que nos dejara para siempre. En los treinta y cinco que estuvo en Cantabria no los pasó de forma inadvertida, hasta el punto que el Ayuntamiento de Santander le dedicó merecidamente una calle, hace ya más de quince años…

Este año se ha cumplido el centenario de su nacimiento y se van a cumplir setenta años desde que Aurora llegara a nuestra tierra y treinta y cinco desde que nos dejara para siempre. En los treinta y cinco que estuvo en Cantabria no los pasó de forma inadvertida, hasta el punto que el Ayuntamiento de Santander le dedicó merecidamente una calle, hace ya más de quince años…
Doña Aurora Gutiérrez Galante (Valladolid, 1913-Salamanca, 1979), era la menor de cinco hermanas del matrimonio formado por Perfecto Gutiérrez, de Amusco (Palencia) y Concepción Galante, de Hinojosa del Duero (Salamanca); pronto se trasladó con frecuencia al lugar materno de Salamanca, con su familia, especialmente cuando a los diez años se quedó huérfana de padre, un representante comercial de principios del siglo XX, que murió a los 65 años, los mismos que tenía Doña Aurora cuando falleció.
Estudia en Valladolid y, al igual que otras tres hermanas suyas, se hace maestra, ejerciendo la profesión docente desde 1934 en Valladolid y desde 1944 en Santander, primero en las escuelas de San Román y tres años más tarde la Inspección de Educación la nombra directora del nuevo centro escolar José Antonio Canda Landáburu, que había comenzado a funcionar hacía poco tiempo en La Albericia, dónde realizó una gran labor docente y asistencial, dirigiendo también el comedor de Auxilio Social que amparó las deficiencias que en aquellos años tenían las familias que fueron alojadas en las llamadas “Casucas” de La Albericia, después del pavoroso incendio que arrasó la ciudad en febrero de 1941 y les dejó sin vivienda. Recibió la Encomienda del Cardenal Cisneros.
Falleció en 1979, después de más de tres décadas dedicada en cuerpo y alma a sus alumnos de La Albericia (1948-1979), en 1977 le fue rendido un homenaje, con la activa participación de sus antiguos alumnos de las casucas, muy agradecidos a su labor docente y social; un año más tarde fue recompensada con la Cruz de Alfonso X el Sabio; la cual le fue impuesta en un acto que se celebró el 12 de febrero de 1978 en su querida Escuela de La Albericia, al cual precedió una Misa en la parroquia de La Albericia y finalizó con un almuerzo-homenaje en el Restaurante Rhin. Dicho acto estuvo presidido por los entonces Inspectores de Educación, Don José Mª Barriuso Herrería, Don José Manuel Cabrales Alonso y Don José Antonio Marín García y los Consiliarios Don Isidro Rojo Calvo y Don Abraham Arroyo Pérez. Su contestación a los discursos del acto fue la siguiente: “Yo no se si podré deciros algo, pero lo único que puedo decir es que he sido muy feliz. Os he querido mucho, he pasado aquí muchos días, muchos años. Se me ha hecho corto. Todos los días he venido con la misma ilusión, todo me parecía poco para vosotros. Quisiera deciros muchas cosas, pero creo que todas las sabéis. Os he dedicado mi vida y os veo… Es un homenaje que a mi me deja deshecha…”.
El 31 de mayo de 1997, el Ayuntamiento de Santander puso su nombre a una calle, situada al lado del actual colegio María Sanz de Sautuola, que fue el Centro que sustituyó al que ella dedicó tantos años; el acto estuvo presidido por el alcalde de la ciudad Gonzalo Piñeiro García-Lago, el cual afirmó: “Con este homenaje hacemos justicia a quienes, como ella, dejaron lo mejor de sus vidas en la educación de los demás”. Entre los presentes se encontraba su sobrino César Delgado, quien afirmó: “Aurora tenía dos familias, la natural y la escuela, y esta última era la que primaba”; también asistió su otro sobrino, Gonzalo, que era su única familia natural, pues sólo una de sus hermanos se casó.
Pero han sido de forma especial sus antiguos alumnos los que han plasmado en varias ocasiones su valor docente y humano, y no existe mejor recompensa para un educador, que sean sus propios alumnos quienes muestren el agradecimiento por el trabajo realizado en su propia formación y este es el caso de Doña Aurora, como aún la conocen; ellos han sido los fieles impulsores también de los homenajes que recibió, tanto en vida como después de su fallecimiento, por la personalidad, dedicación, entrega y cariño que les mostró en los años que les atendió, incluso después de que ya hubieran dejado la escuela, aún seguía pendiente de los mismos, a los que ayudaba para que prosiguieran estudios, adquiriendo libros para algunos, etc .
El antiguo Grupo Escolar Canda Landáburu, dónde tanto y con tanta ilusión trabajó Aurora. Este fue el primer edificio, pues después de le construyó una nueva planta, dado el aumento de las necesidades de escolarización de la zona de La Albericia. Todavía, las gentes ligadas al actual Colegio Público María Sanz de Sautuola (Nombre que se dio al nuevo centro edificado hace cerca de tres décadas), aún le llaman “El Canda”.
¿Quieres envíar un comentario?
Comentarios(1):
fue una gran maestra y muy buena persona