Noticias de Cantabria
Opinión 24-02-2025 08:45

VALORACION LABORAL DE LA INMIGRACION  Por Antonio Sarabia Letrado del ICA

 Hace tiempo que uno de los hechos más significativos desde múltiples aspectos, social, cultural, laboral, etc., se ha convertido en materia de controversia política y debate público cual es la influencia de la inmigración.


         Hace tiempo que uno de los hechos más significativos desde múltiples aspectos, social, cultural, laboral, etc., se ha convertido en materia de controversia política y debate público cual es la influencia de la inmigración.
   Generalmente las opiniones vertidas al respecto se encuentran impregnadas de la procedencia del postulante y de su adscripción ideológica.
   Sin embargo, se echa de menos el análisis objetivo, racional y que las valoraciones se efectúen desde la perspectiva demográfica, económica y con datos irrefutables y estadísticos en la mano. Al margen del legítimo derecho a posicionarse en el lugar en que cada uno pretenda situarse y que le pueda molestar, importunar o dejar impávido el fenómeno de la inmigración, es indiscutible que vivimos momentos históricos caracterizados de una parte por una alarmante baja natalidad de los nacionales y, de otra, el progresivo e imparable movimiento migratorio a escala planetaria del que no escapa la cuarta economía de la Europa comunitaria y sexta del continente. 
    Los recientes datos dados a conocer sobre población nacida en el extranjero en situación de regularidad, exactamente 9.379.972 personas que, representan el 19,1 % del total de los más de 49 millones de habitantes estables en territorio nacional, de los que 2.339.883 se encuentran nacionalizados a 1 de enero este ejercicio, resultan guarismos como para reflexionar profundamente sobre la enorme relevancia que representa para España esta inédita situación.
   También es preciso considerar los cerca de 700.000 habitantes que residen en nuestro país de forma irregular y los más de 2.900.000 personas extranjeras que cotizan en alguno de los regímenes de la Seguridad Social que suponen el 13,2 % del total de cotizantes a 1 de enero. Para completar los datos encontramos reseñable que 6.853.348 personas nacidas en el extranjero mantengan su condición de tales y tengan plenamente regularizada su situación como residentes que arroja un 14.03 % de ciudadanos que oficial y regularmente habitan en territorio patrio.
    Estos números establecen una conclusión irrefutable y es que la población nacida fuera de España es altamente activa y que constituye el incuestionable caldo de cultivo de nuestros cotizantes futuros. La tasa de natalidad de mujeres extranjeras en nuestro país es del 1,8 %y la de las españolas del 1,16 % lo que supone la inexorable consecuencia de que, antes de 2030, un cuarto de la población española será nacida fuera o hijos de ella nacidos en España. Esta transformación demográfica tan sustancial revela la necesariedad de tal mano de obra imprescindible en un tejido productivo como el nuestro, máxime cuando más del 90 % de esa población de origen foráneo ocupa los niveles productivos más básicos y peor retribuidos y ocupa, dentro de la clasificación laboral, las funciones, tareas y categorías profesionales que los españoles desdeñamos o acreditamos ser completamente inidóneos o inútiles para llevar a cabo. No hace falta mencionar la abultadísima participación extranjeros en sectores como la hostelería, agricultura, asistencia a la dependencia, hogar, transporte, construcción, reparto y logística, etc., en destinos no precisamente deseados por nuestros nacionales y que su falta produciría un colapso productivo sin precedentes.
   No obstante, la consecuencia en la ratio aportación a la seguridad social/prestaciones obtenidas es tan brutal que los críticos con el fenómeno migratorio y su alta contribución a garantizar la sostenibilidad de nuestro sistema asistencial deberían refugiarse en el discurso absurdo de la ciega incomprensión ante el mismo por motivos ajenos al económico, si es que existe alguno para poner en tela en juicio aquí, hoy y en las actuales circunstancias sus evidentes beneficios. El dato demoledor es que en esa ratio la goleada es insoportable. La aportación de cotizaciones representa un 10 % y las prestaciones de todo orden obtenidas por el mismo colectivo es del 1,12 %.
  Esto no es análisis de contenido político, es la descarnada y palpitante realidad que cualquier estudio demoscópico tendría que aceptar y plegarse ante tan incuestionables datos. España esta en el mismo momento histórico que países como Alemania, Francia y Reino Unido atravesaron en su día para acoger una población externa que contribuyó a su despegue económico entre los años 1960 y 1980 y entre los que se encontraban muchos compatriotas nuestros. Es un análisis egoísta y endogámico. A España y a los españoles nos interesa muy mucho este fenómeno migratorio. No se trata de examinar el asunto desde la perspectiva de los derechos humanos, la solidaridad internacional o de la razonable empatía con colectivos necesitados de trabajo y protección, que también. Se trata de examinar el perjuicio o beneficio que producen hoy los mas de 10.000.000 personas realmente residentes que nacieron fuera y han decidido instalarse en España para ser esta su futuro y el de sus hijos. No hablamos de mestizaje sino de nuestra conveniencia que igual pasa por aflojar el rigor de las soflamas y postulados radicalmente raciales y valorar todo lo bueno que a nuestro empresariado y sistema de pensiones le reporta este flujo financiero y la apuesta de futuro que supone para la estabilidad de nuestra infraestructura poblacional y productiva. Se impone sobre esta materia una actitud reflexiva y rigurosa en la que prime más el sentido común y el análisis serio y profundo que la proclama atrabiliaria y racista porque, ésta, no conduce a nada.


 

Sé el primero en comentar