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Opinión 05-07-2024 15:15

TURISMO Y TURISMOFOBIA. James M. Linde

El verano está aquí; cumple con su cita anual; los meteorólogos de los patéticos informativos de TV, cada vez más agoreros, se dedican a pronosticar horrendas olas de calor debidas a un fenómeno que denominan cambio climático; entonces uno recuerda al inefable Mariano Medina, tiza en mano, anunciando impasible el tiempo cada día en TVE:

 

 

 

El verano está aquí; cumple con su cita anual; los meteorólogos de los patéticos informativos de TV, cada vez más agoreros, se dedican a pronosticar horrendas olas de calor debidas a un fenómeno que denominan cambio climático; entonces uno recuerda al inefable Mariano Medina, tiza en mano, anunciando impasible el tiempo cada día en TVE: hará calor y habrá moscas?; el número de ahogados empieza a subir; un buen número de españoles hacen cuentas sobre donde les saldrá mas económico pasar una semana o quince días de vacaciones, si en la playa, en la montaña, o en el pueblo donde nacieron; los pronósticos acerca de si el número de visitantes extranjeros del verano pasado se superará, empiezan a proliferar; los festivales de música se multipican; el fenómeno reciente de la turismofobia también hace acto de presencia; quien esto escribe añora los veranos de su infancia en la Castilla profunda zambuyéndose en el río, por la tarde, después de haber bregado en la tienda de su padre durante la mañana; entonces todo estaba por venir; ahora sabemos, demasiado tarde, que la única y verdadera patria es aquella, la infancia?

 

Fue el británico Thomas Cook quien en julio de 1841 preparó el primer viaje organizado de la historia. A principios de ese mes llevó, en tren, a quinientas personas desde la ciudad de Leicester a la localida de Loughborough para que asistieran a un congreso sobre anti-alcoholismo. En el año 1845 abrió la primera agencia de viajes, Thomas Cook & Son; en el año 1855 organizó el primer tour por Europa y al año siguiente el primer crucero por el Nilo. La compañía tras ciento setenta y ocho años de actividad bajó ls persianas el año 2019 tras declararse en quiebra

En España, como se sabe, fue durante los años que D. Manuel Fraga Iribarne estuvo como ministro de Información y Turismo, de 1962 a 1969, cuando el incipente turismo extranjero de años anteriores, comenzó a subir como la espuma y los españoles, gozando ya de vacaciones pagadas, se lanzaron a las playas al volante del SEAT 600.

Benidorm fue el lugar elegido, como campo de pruebas, para poner en marcha el fenómeno del turismo de masas.

En 1955 ya habían llegado a España cerca de 1. 390.000 turistas extranjeros; diez años más tarde la cifra rondaba los 10.500.000; en 1975 eran alrededor de 27. 350.000. Desde entonces la cifra no ha hecho más que subir y subir, si exceptuamos los dos años y pico de la fatídica pandemia, hasta alcanzar los 85.000.000 del año pasado.

Por lo que respecta a Cantabria las cifras que se dan son de 2.050.000 de visitantes, de ellos 435.000 extranjeros, para el año 2022; el año pasado la cifra fue parecida; este año siguiendo la tónica general se superará...

El sector del turismo representa alrededor del 13% del producto interior bruto del país; de manera más extensa e indirecta hay quien sostiene que el porcentaje puede llegar hasta el 19%. En euros esto supone una cantidad aproximada de 200.000 millones para el año 2023; es decir, más o menos, la cantidad anual que el Estado abona en pensiones. Para el año en curso se pronostica desde hace semanas que el turismo, tanto nacional como extranjero, como los ingresos marcarán un nuevo hito. Como se observa son cifras de fábula y uno se pregunta, haciendo un ejercicio de ucronía, que aspecto tendría hoy el país de ho haber optado por el turismo como motor complementario de desarrollo; cabe imaginar, entre otras cosas, que la Transición hubiera sido cuando menos diferente; el país entonces llevaba tiempo entregado a la concupiscencia y habia olvidado la Guerra Civil. Por otra parte uno también podría

preguntarse, haciendo ahora un ejercicio de perspectiva, qué sucedería si estas cifras comenzaran a descender de manera sostenida; comenzaran a descender de manera sostenida y no haber planificado nadie no ya el recambio, sino de no haberlo siquiera imaginado.

Todo desarrollo humano transforma el medio y no cabe duda de que el turismo de masas ha transformado la piel de este país de manera profunda. Y hay que reconocer que no siempre para bien; los desmanes no sólo urbanísticos abundan en todo el litoral español -la cornisa cantábrica se ha salvado, por ahora, de los excesos gracias al cielo, al clima y la orografía- y en los dos archipiélagos pueden llegar a extremos asfixiantes; en la mente de todos hay imágenes para olvidar; desde líneas de playa destruidas y faldas del terreno donde no cabe una vivienda más, hasta comportamientos cotidianos de los visitantes propios de sectas milenaristas anunciando ¡El fin del mundo esta cerca!

Es natural, entonces, que muchos lugareños ante este panorama empiecen a preguntarse de que manera les beneficia, hoy, la masificación turística y muestren gestos de rechazo; cuando un médico, una enfermera, un profesor no pueden pagar un alquiler en uno de estos lugares es señal de que el sector turístico quizás esté tocando sus límites. Durante algo más de sesenta años ha sido un sector en continuo desarrollo que ha contribuido, entre otras cosas, a eso que algunos llaman democratización del viaje y las vacaciones. Pero hay que ser prudentes y tratar de ver que se perfila en el horizonte; si en la Administración, en sus diferentes escalas, sigue habiendo vida inteligente deberían ponerse manos a la obra y ver como puede reconducirse un sector, por ahora vital, en el medio y largo plazo. Nada es eterno, si acaso el tiempo que todo lo descubre?

Que el verano sea feliz e intenso, como entonces?.

 

James M. Linde

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