Titulitis falseada por altos cargos
Imagínense, amigos lectores, qué pensarán las familias, cuyos hijos estudian actualmente en alguna de esas universidades donde el profesorado se brinda a componendas
No acabo de entender lo que sucede a los políticos de este país con los títulos universitarios y los másteres. No sé si tal degeneración la ha traído Bolonia o ya existía. Creo que existía, pero de una forma menos extendida que ahora. Parece como si decir que se tiene una o más carreras, uno o más másteres diera empaque, categoría o señoría. ¡Qué ignorancia y ordinariez! Eso del ‘falso cogote’ tampoco lo he entendido ni lo entiendo en ningún aspecto de la vida.
Miles de padres se gastan sus ahorros para que sus retoños cursen una carrera universitaria, un máster o un postgrado. Miles de progenitores ahorran durante años para que sus hijos puedan estudiar. Y en ello va implícito un sinfín de sacrificios, desvelos, sinsabores y privaciones. Y cuando, pasado el tiempo y el ‘sufrimiento’ consiguen la titulación, esos progenitores tienen la satisfacción del deber cumplido y de tener un objetivo satisfecho.
Imagínense, amigos lectores, qué pensarán las familias, cuyos hijos estudian actualmente en alguna de esas universidades donde el profesorado se brinda a componendas, aprobados oscuros, actas falseadas y másteres inexistentes. Ya sé que, cuando salta un caso sospechoso, todos pensamos en la Universidad Juan Carlos I. Esa corrupción, hasta ahora encubierta, solo afecta a unos pocos, casi siempre vinculados a la clase política. Recuerden aquello del “Do ut des” latino. Sí, eso de “Doy para que des” o, si lo desean, “te doy para que me des”; algo así como “te doy un alto cargo en el Ministerio que ostento y, a cambio, me incluyes en acta como que he hecho un máster en Economía”(solo es un ejemplo).
Mal asunto cuando la sospecha se extiende. Aún recuerdo a Luis Roldán, quien aseguraba que era ingeniero industrial, licenciado en Empresariales y con un máster económico, en tanto que la realidad decía que ni siquiera había llegado a terminar el Bachillerato. Piensen ahora en José Blanco (alias ‘Pepiño’ Blanco) en cuyo currículum aparecieron barbaridades que jamás cursó. No olviden a Elena Valenciano, a Carmen Montón, Màxim Huerta, Leyre Pajín, Cristina Cifuentes, Cantó, José Manuel Franco, Juan Merlo, Juan Manuel Moreno, Gema Igual, Juana Ortega (CIU),… Tremenda lista que nos hace perder confianza en los políticos.
La mentira que parece haber sido aliada de esa clase privilegiada, hoy levanta sospechas, casi siempre fundadas; no descarten un gran escándalo cuando se conozca la totalidad de lo sucedido con la falseada y plagiada tesis doctoral del actual presidente del Gobierno. Actualmente la está publicando un diario digital, por capítulos, a la vez que demuestra el plagio de la misma: incluso da el nombre del “negro” que la redactó, aprovechando un trabajo que estaba haciendo, en ese momento, para el Ministerio de Industria.
Aún recuerdo a un personaje del PP, a quien conozco bien por proximidad. Me refiero a Tomás Burgos, diputado del PP desde 1993. Hasta la moción de Pérez-Castrejón contra Mariano Rajoy era secretario de Estado de Empleo y Seguridad Social. En el expediente que aportó a Moncloa, e incluso en la web del Congreso de los Diputados, figuraba que era licenciado en Medicina: una carrera que, dicho sea de paso, no cursó; únicamente tenía cursos menores de Medicina. Hoy en su currículum se dice que “tiene formación universitaria en Medicina”.
En fin, dime de qué presumes y te diré de qué careces. Es doloroso comprobar que quienes aspiran a gobernar son mentirosos, trapaceros, chapuceros, falsificadores y torticeros. Miles y miles de ciudadanos poseen títulos universitarios, doctorados, másteres, postgrados y otros estudios de niveles exigentes, donde han volcado sacrificios, esfuerzos y trabajo. Ya decía Charles Caleb que la imitación es la forma más sincera de la lisonja. Esta gente es capaz de falsificar hasta el graduado escolar y convertirlo en un grado universitario. ¡Qué vergüenza!
Entre todos ellos se tapan. Si la tesis doctoral de Pedro Sánchez será un escándalo, no lo será menos la forma de obtener la titulación universitaria dos de las actuales ministras (no cuento ya a la dimitida, Carmen Montón). Pero eso lo dejamos para el mundo periodístico. En mi caso, como decía Hipócrates: “Mi boca no dará a conocer lo que mis ojos hayan visto y lo que mis oídos hubiesen percibido. Mi lengua callará los secretos que me sean confiados”.
Y como la política está rodeada de mentiras y putrefactos títulos falseados, no descarten que hasta Francisco Franco Bahamonde abandonara el Valle de los Caídos, el 21 de marzo de 1976, a las 06:23 horas. ¡Y Pérez-Castrejón mirando al tendido! ¿Va a ser que no he cumplido con la aspiración de Hipócrates, antes mencionada?
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Comentarios(1):
Ni quito ni pongo. Creo que tiene usted mucha razón en lo que expone. A mi hijo no le regalaron nada (como a miles y miles de estudiantes). Nos sacrificamos a más no poder para que hiciera un máster. Ahora va a pensar el sector más inculto que se lo regalan a todos. No todos somos iguales. No siempre hay que ser iguales. Es de agradecer algunas de las afirmaciones que hace.