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Opinión 02-09-2024 05:04

¿QUIÉN ES EL LAICO? Por Juan Goti Ordeñana Catedrático jubilado de la Universidad de Valladolid

Por tanto, el término laico que en el sentido tradicional era para designar a los miembros de la Iglesia que no son clérigos, esto es elegido para las funciones eclesiales, ha pasado a ser el que odia y lucha contra la Iglesia.

 

El otro día hablando con un joven no podía creer que un laico es un miembro de la Iglesia que no ha recibido órdenes sagradas. Por lo que me parece que merece la pena indicar el origen y el significado de laico y algo de la historia que ha tenido el vocablo laico. Es curioso que el término creado por la Iglesia para designar a la mayor parte de sus miembros, haya venido a significar, para gran parte de la sociedad, a quienes están empeñados en destruirla.

Encontramos en Grecia dos palabras que se suelen traducir por pueblo: dêmos (dhmos) y laós (laos), que tienen gran importancia en las concepciones políticas europeas modernas, para indicar dos aspectos importantes: la forma política de los gobiernos, y el enfrentamiento de éstos con la realidad religiosa y ética de la sociedad.

Por una parte, tenemos dêmos (dhmos), que originalmente significa territorio de un pueblo, habitantes de un pueblo, y que asumido por los gobernantes y por los filósofos en sus teorías de la polis, ha llegado al léxico occidental, unido al término cratos (kratos), poder, para indicar un sistema político: la democracia, en el que el poder, en última instancia y reducido a la simple posibilidad de votar, cada cierto tiempo, reside en el pueblo.

El otro término es laós (laos), que se traduce por multitud, pueblo, nación. Vocablo frecuente para indicar al pueblo en el desarrollo de la cultura de la coiné (koine), que se dio en la última época de expansión de la cultura griega, por la acción victoriosa de Alejandro Magno. De donde tomaron los cristianos esta palabra, al extenderse por el oriente próximo, para designar a los miembros de la Iglesia sin cualificación especial. Esta idea respondía bien a la expresión evangélica de reino de Dios, por lo que se generalizó para designar a los miembros de este reino, la Iglesia, que no fueran clérigos, esto es, seleccionados para las funciones y la organización de la institución. Con este contenido se utilizó durante siglos para designar a los miembros que no recibían ordenas sagradas, y en las órdenes religiosas evolucionó a lego.

En el siglo XVIII español se empezó aplicar el término laico, para referirse a los ilustrados que adoptaban un cierto enfrentamiento con la Iglesia, con motivo de promover reformas de esta institución, diciendo que había que corregir algunas adherencias viciosas que la historia había incrustado en la organización Iglesia. Pero su propósito era corregir las regalías, el placet regio, el ius patronatus, el recurso de fuerza, etc., con lo que reformar la Iglesia. Fue, además, una necesidad, cuando las teorías fisiócraticas propusieron la agricultura como base de la renovación y evolución económica de Europa, y en España una gran masa de tierras se encontraba en manos muertas de instituciones religiosas. Con este motivo se publicaron tratados como: El Informe presentado al Consejo de Castilla por Melchor de Macanaz; el Tratado de las Regalías de Amortización de Rodríguez de Campomanes; Víctima Real legal, discurso único jurídico ?político de las vacantes

mayores y menores de Álvarez de Abreu, a quien por el ataque a las regalías se le galardonó con el título de Marqués de las Regalías; y el Informe sobre la Ley Agraria de Jovellanos, como obras más significativas. Estos ilustrados eran cristianos, que proponían la reforma de la Iglesia, bajo la idea de que se promoviera la pobreza evangélica, y pasase la propiedad de las tierras a otras manos privadas para una distinta explotación. Aunque, cuando se llevó a cabo la desamortización, no fue para solucionar ningún problema del erario público, sino para enriquecer a algunos poderosos, echando a los labradores que trabajaban la tierra.

En el siglo XIX se cambió la orientación del uso del término laico. Las guerras Carlistas acentuaron las diferencias políticas con la Iglesia, y dieron motivo para que los políticos, calificándose de laicos, intentasen poner una mordaza a la Iglesia, que todavía tenía gran influencia social. Se llevó a cabo esto, en primer lugar, privando a la Iglesia de sus bienes en la desamortización, apartándole del campo de la política y tratando de reducirla a la esfera de la conciencia, con graves ataques a su influencia.

El siglo XX presentó unas características especiales, se habló de laicidad como principio de acción del Estado contra la Iglesia, y de laicismo como movimiento antirreligioso. Hubo frente a la Iglesia significativas actuaciones, dictando leyes antieclesiásticas y antirreligiosas, y llegando en ocasiones a verdaderas persecuciones. En el último cuarto de siglo, volviendo las aguas a sus cauces, se ha tratado, únicamente, de definir lo que es un Estado aconfesional o neutral en materia religiosa, y normalizar estas relaciones.

El siglo XXI se ha abierto, contra la pacífica relación Iglesia-Estado que se podía esperar después de las normas constitucionales, con un enfrentamiento con manifestaciones anticristianas inquietantes, pues asoma la pretensión, no sólo de reconocer en sus justos límites el fenómeno religioso, sino de hacer una sociedad contra la moral cristiana. Esto supone un cambio cualitativo: antes se hablaba de cómo deben ser las relaciones del Estado con la Iglesia, ahora se plantea cambiar la idiosincrasia del pueblo anulando la doctrina cristiana. Misión que no es de partido político alguno, y que hasta ahora se había respetado.

Y esta actitud de la política enfrentada a la Iglesia se le califica de laica, a la vez que se crean teorías laicistas. Por tanto, el término laico que en el sentido tradicional era para designar a los miembros de la Iglesia que no son clérigos, esto es elegido para las funciones eclesiales, ha pasado a ser el que odia y lucha contra la Iglesia. Y no el estado de indiferencia con lo religioso, sino aquel que ha desechado y aun perseguido a la Iglesia. Por lo que el término laico que usa la Iglesia para designar a sus miembros no ordenados, la sociedad civil lo hurtado para referirse a quienes desechan y persiguen a la Iglesia

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