Luto y respeto a los muertos, por Jesús Salamanca
No hay sociedad civilizada que no tenga respeto por sus difuntos. A lo largo de la Historia lo hemos podido comprobar; precisamente España, que ha sido receptora y lugar de asentamiento de muchas civilizaciones, ha sido testigo de cómo ese respeto ha rozado lo reverencial. El presente no es ajeno a ese sentimiento, lo que no quiere decir que no falten energúmenos cuyo intelecto no llega a ese nivel o, simplemente, no da más de sí.
Hay veces que la irreverencia hace inútiles a las personas, más cerca de Frenopáticos que de la convivencia a la que están obligados
Con los miles de muertos que tenemos en España a causa de la crisis sanitaria y de la negligente gestión del Gobierno, éste es de los que no han dado la talla demostrando no saber estar y mucho menos liderar; es más, ha mostrado un desprecio evidente a los fallecidos por la crisis, a sus familiares y a la ciudadanía en general. Han sido los sanitarios quienes han mostrado un talante, una entereza y una humanidad digna de alabanza. Viendo la que está cayendo y cómo piensan algunos de los energúmenos del Ejecutivo no creo que haya quién se sorprenda. Ahí está la consigna del Gobierno para que ninguna institución ponga banderas a “media asta” o crespones negros en las enseñas.
Frente a consignas partidistas incomprensibles, sí hay consistorios que hacen gala de la ética y el sentido común. Muchos son los municipios -- incluso con alcalde socialista-- que han despreciado la exigencia gubernamental: ahí tienen las banderas “a media asta” en sus balconada. Tanto alcalde como concejales merecen un reconocimiento por ese saber hacer y estar, aun siendo conscientes de las amenazas y represión ante las que han tenido que hacer oídos sordos. Con actitudes como la del Gobierno sociocomunista no se va a ninguna parte, pero con la decisión y aceptación del luto obligado es como la gente se gana el respeto ajeno y la confianza.
Prueba de la estupidez que abandera el Gobierno es que ahora se da cuenta de cómo ha hecho el ridículo ante Europa y ante sus propios conciudadanos: resulta que sí está dispuesto a declarar luto oficial tan pronto como se inicie la fase 1 de la mal llamada desescalada; es decir, a partir del día 11 de mayo. Este Ejecutivo me recuerda al que decía Manuel Fraga que “acertaba cuando rectificaba”. La coalición “bichavista” vuelve a llegar tarde y mal.
Poner las banderas “a media asta” en las instituciones es un símbolo de respeto, duelo y sentimiento. Pero esa no ha sido la tónica de todos los consistorios: ahí tienen el ejemplo de Tomelloso, más conocido ya como el “Wuhan de la Mancha”, donde su alcaldesa ha hecho un sonado ridículo por su irreverencia hacia los miles de fallecidos: ha preferido subir vídeos a la red, donde aparece bailando, precisamente en un pueblo donde en ese momento ya había 159 fenecidos por la Covid19. Ni que decir tiene que se ha llevado la del pulpo en las redes por el desprecio a sus convecinos fallecidos y a los familiares de estos. Volver a votar una lista donde aparezca este raro espécimen será, incluso, “más feo que pegar a un padre”.
Dicho esto, subrayar que “en el PSOE, de donde han pasado la orden de que no se guarde luto alguno por las víctimas del coronavirus (…), sin lazos negros o banderas a media asta, se lo agradecerán”. De la misma forma que hay personas incapaces de ser respetuosas con situaciones como ésta, otros consistorios anteponen ese respeto y saber estar a las consignas políticas. Ejemplo de ello es el mostrado por la mayoría de ayuntamientos, sean socialistas o no: banderas “a media asta” o banderas extendidas con crespón.
Caso opuesto al respeto es el del Ayuntamiento de Valladolid-ciudad donde su alcalde, el denostado Óscar Puente, no solo se ha negado a la “media asta” sino que intenta abrir expediente a policías municipales que pusieron las banderas en su sede y en esa posición. Con razón me decía un exdiputado socialista y expresidente del Congreso de los Diputados: “Si volaran los tontos de mi partido, nunca nos daría sol”. Me recuerda por otra parte, a R. Tagore por su convencimiento de que “Leemos mal en el mundo y después decimos que nos engaña”
No es ningún secreto decir que son muchos los países que manifiestan el luto oficial mediante el ondeo de sus banderas “a media asta”. Cuando se iza la bandera, no se hace hasta esa posición directamente sino que se eleva por completo y luego se arría “a media asta”. La bandera debe ondear “a una distancia del tope equivalente al ancho de la bandera aproximadamente, lo cual no siempre es la mitad de la altura del mástil, aunque la expresión así parezca darlo a entender”.
Esa distancia tiene su significado. Se trata de dejar hueco “para una bandera imaginaria que ondeará por encima, la llamada ‘bandera invisible de la muerte’, una bandera ausente que es la que realmente indica el luto por los caídos”. Téngase en cuenta que no es la única forma de rendir homenaje a los difuntos. Existen muchas otras, según la cultura, los credos y los lazos de familiaridad, vecindad o parentesco.
Tras ver cómo actúa y cómo está funcionando de mal la coalición de gobierno entre Sánchez e Iglesias --aunque con muy mala convivencia entre las partes y enfrentamientos que ya son públicos-- en un intento de remedar a Groucho Marx, me atrevo a decir que no es la política la que crea extraños compañeros de cama sino las coaliciones, el cogobierno, las conjunciones políticas y los matrimonios.
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