Noticias de Cantabria
Opinión 17-12-2020 08:00

Los perros del hortelano, por Jesús Salamanca Alonso

Le ha faltado a la sectaria y atrabiliaria izquierda madrileña decir que es una mala noticia para la sanidad esta inauguración del Hospital Público “Isabel Zendal”.

 

No entiendo por qué a la izquierda se le llenaba la boca de “sanidad pública”, pero son incapaces de defenderla con coherencia; el “pancartismo” no es coherencia sino simple “ladrido”  bolchevique ya anquilosado. Visto lo visto en Madrid, compruebo que esta izquierda “a la española” no soporta la inauguración de un nuevo hospital público en Madrid.

 La Organización Mundial de la Salud (OMS) felicitó a la Comunidad de Madrid por el trabajo que se estaba realizando con la construcción de este centro hospitalario, así como por la eficaz gestión de Isabel Díaz durante la crisis sanitaria. Hasta algunos “renegados” de la oposición en la Asamblea madrileña, además de “condenados por sentencia”, han acudido a insultar y vociferar a las autoridades que han asistido a la inauguración.

 

Eso de llevar el odio incorporado al ADN no es bueno para la salud ni para la convivencia diaria.

Todos los lectores han supuesto que estamos hablando del Hospital Público de Pandemias y Emergencia “Isabel Zendal”. Sépase que Isabel Zendal fue la gran olvidada; entregada a la ciencia. En el siglo XVIII, Zendal, madre soltera y enfermera se marchó al Nuevo Mundo formando parte de una Expedición Filantrópica internacional de la Vacuna. Esta insigne gallega afrontó con entereza y dedicación su cometido y se encargó del cuidado de los niños a quienes se había inoculado con el virus. Como tantos desconocidos que entregaron su vida a la medicina y a los demás falleció casi olvidada “al otro lado del Atlántico mientras solicitaba una pensión para su hijo”. Esa expedición pretendía erradicar la viruela en todas partes del Imperio español. Justo, aunque tardío, es este reconocimiento que la izquierda madrileña desprecia por simple ignorancia, analfabetismo histórico, sectarismo y mala fe.

El nuevo hospital público tiene como objetivo prioritario “aliviar la presión hospitalaria del resto de centros sanitarios de la región”. El tiempo de construcción, los servicios que puede prestar, el número de camas y el coste son datos para quitarse el sombrero: en su día lo hizo la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. De momento sólo hay una incertidumbre y es la que se refiere al personal que lo va a atender. Mientras formaciones como Unidas Podemos, Más Madrid o el PSOE dedican su tiempo y esfuerzo a soliviantar a los madrileños, Díaz Ayuso trabaja a modo de hormiguita y planta cara a quienes anhelan la ruina social, política y económica de España, además de la esclavitud de los españoles. Ese ‘monstruo’ depravado todos sabemos quién es.

La finalización en la construcción de este hospital ha sido un logro técnico; si resuelve la problemática poblacional de Madrid y se demuestra la idoneidad del momento, muchas de las críticas oportunistas e impregnadas de odio y envidia serán arrojadas al fuego eterno, cual meigas malignas. Mientras llega ese momento, la presidenta Ayuso seguirá siendo en Europa la autora del “milagro madrileño” que ha alcanzado el pleno reconocimiento en la Unión Europea frente a la cohorte de ineficaces y desequilibrados gestores que representa el Gobierno de Sánchez y su inoperante ‘fajín’, el tal Iglesias.

Con un hospital así, Madrid pone de manifiesto que es la ciudad solidaria por excelencia de España, además de la que más aporta con diferencia al fondo correspondiente. Viva imagen de ese despropósito de la izquierda madrileña es el que hoy vemos en la persona del narcisista Sánchez ‘Plagio’, ansioso de dormitar en Moncloa, pero olvidadizo en cuanto a que hay que trabajar a diario antes de que todo esto se vaya por el sumidero con la ayuda del Foro Económico Mundial (FEM), también conocido como Foro de Davos.  

Si la comunidad de Madrid logra que sea un centro hospitalario para toda España y abierto a las demás comunidades autónomas, se habrá dado un paso firme y duradero para afianzar el sistema de salud nacional. Me viene a la mente aquella carta de Pedro Sánchez, dirigida al Ministerio de Sanidad, en la que se pedía el recorte de cerca de 2.000M de euros en el ámbito sanitario: evidentemente, no podía imaginar lo que unos meses después hubieran supuesto esos miles de millones; máxime, una vez conocida la ineficacia, mediocridad e incompetencia gestora de su irresponsable Gobierno.

 

En palabras de Carlo Bini: “Quien no sabe gobernar es siempre un usurpador”.

Para mí, lo más llamativo de la inauguración del nuevo hospital público ha sido la ausencia de autoridades. Ni Salvador Illa ni Pedro ‘Plagio’ ni el “marqués”… ¡Ni siquiera los izquierdistas más  vocingleros de la oposición en la Asamblea madrileña! Sólo le falta a la sectaria y atrabiliaria oposición madrileña decir que es una mala noticia para la sanidad esta inauguración. De gente impregnada y divulgadora de odio, se puede esperar cualquier cosa.

Ni representantes del PSOE ni de Más Madrid ni comunistas de ‘Unidas Pandemias’. Esta izquierda marchita pretende convertir una gran noticia y un extraordinario acontecimiento en una simple descalificación contra la ‘joya de la Corona’. Lo peor de todo es que caen en sus propias contradicciones e insultan al votante con una actitud de desprecio y sinrazón. No es que hayan rozado el ridículo y el esperpento sino que han chapoteado en él dando una imagen peor de la que ya tenía la ciudadanía.

No está de más recordar a esa izquierda gritona que “Quien no quiere razonar es un fanático; quien no sabe razonar es un tonto; y quien no se atreve a razonar es un esclavo”. La siempre intolerante y desaprensiva siniestra no sabe obedecer y, lo peor de todo, es que no sabe mandar ni trabajar. ¿Saben lo que decía J.W. Goethe? Pues sencillamente que “el hombre más inútil es aquel que no sabe mandar ni obedecer”. Los pancarteros que han acudido a la inauguración ni siquiera han sabido disimular su torpeza.

 

En palabras de Plutarco: “Quien disimular no puede, que no gobierne”

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