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Opinión 21-11-2021 08:06

La capacidad política Por Juan Goti Ordeñana Catedrático Jubilado de la Universidad de Valladolid

El presidente ha retomado como slogan de otro tiempo: «España va mejor», y cuando los organismos internacionales le están corrigiendo su idea de crecimiento, no puede entender que la oposición le haga una crítica. Para él si algo quiebra, es el sentido de Estado de los demás, de modo que la ruina de España le cogerá impasible.

 

Es para asustarse la idea de la política que tiene nuestro presidente del Gobierno. El otro día en la convención que tuvieron los socialistas en Andalucía para nombrar secretario general, se explayó Pedro Sánchez sobre su capacidad política. Además de la autoalabanza por los hechos ocurridos, no porque los hubiera resuelto él, sino porque el tiempo llegó a superarlos, como sucedió con el Cobid-19, pues los virus tienen sus tiempos, terminó dando una idea de su pensamiento político. Se consideraba un gran genio político, porque, como de la izquierda, era capaz de llegar a pactos con todos. Con todos, menos con los que debería llegar a acuerdos la oposición, para una recta gobernación.

Pero con éstos no llega a acuerdos, porque no se avienen a colaborar con sus excentricidades. Qué poco se acuerda de su postura, cuando estando en la oposición amasó aquel eslogan: «No es no, y quién hay que no lo entienda». Ese era el lema, que inauguró, no por un lógico razonamiento, sino simplemente porque «No es no». Era su actitud de la oposición. Y esa necia posición que se propuso como lema de oposición, sin más razonamiento, no sabe comprender en los demás. De este modo no entiende la actitud de la oposición, aunque la razonen con toda clase de argumentos. Tan radical postura para conocer la realidad lo demuestra en otros muchos momentos, y en todos los temas de su actuación sin sentido, en contra de las necesidades del pueblo.

Pero centrémonos en la capacidad de llegar a acuerdos. Los acuerdos no son un fin en la política, sino solamente unos medios para alcanzar una solución en ciertas circunstancias. Los acuerdos, por otra parte, requieren algunas condiciones, no se debe pactar sobre la nada o sobre lo que es contrario al bien de los ciudadanos. Ni tampoco llegar a pactos con los que pretenden destruir la sociedad, o con los que sólo trabajan para llenar el peculio personal, y contra el bien de la sociedad.

¿Cómo se pueden calificar de pactos, cuando se compran los votos mediante toda clase de dádivas? Es muy fácil llegar a acuerdos, sobre todo, con los partidos débiles, cuando te vendes para los objetivos que quieren conseguir, sin que por sus valores les corresponda. Esto no se llama acuerdos, sino venta. Y en este Gobierno estamos acostumbrados a ver cumplidas las exigencias de ciertas fuerzas políticas, cuando se aproxima la necesidad de la aprobación de algo, que interesa al presidente, no al pueblo. Si a esto se llama capacidad de llegar a acuerdos, dejemos en suspenso el concepto de lo que es en realidad una negociación. Porque eso en español se llama venta.

Tenemos que examinar mejor el concepto de acuerdo, pues los pactos no son el fin de la política. Polis, en sentido original es la ciudad, y la política es el arte de administrar la ciudad, para dar solución a las necesidades del pueblo, y teniendo en cuenta que los acuerdos, sólo son un medio, no el objetivo a conseguir, que ha de ser el bien de los ciudadanos. Ahora bien, el presidente en su discurso hablaba de que ha hecho acuerdos, y que tiene capacidad de pactar con cualquiera, pero de lo que no ha dicho, es de lo que ha pactado, y cuáles han sido los objetivos de esos pactos, pues no han resultado materias que favorecen a la sociedad española, sino más bien le perjudican, pues ha pactado haberes de sectores que dañan los intereses de España.

Al mostrar el presidente su capacidad de pactar, lo que ha demostrado es que sólo sabe llegar a acuerdos cuando se ajustan a sus beneficios, pero la política, según el origen de la palabra, se refiere a la administración de los intereses del pueblo, no del Gobierno, y en los acuerdos realizados no se ha visto el bien del pueblo por ninguna parte. Ha respondido su actuación a unas ideologías abstrusas, en contra de toda la ética con la que ha vivido la sociedad durante siglos. En fin, la habilidad de la que hace gala el presidente de hacer acuerdos, ha venido a mostrar que la idea que tiene de sociedad, es una idea muy limitada y egoísta, no de trabajar por el pueblo sino sólo por sus ventajas, esto es, la de permanecer eternamente en el poder, o la de algún grupo cuyo objetivo es destruir la sociedad real existente en estos momentos.

Lo terrible de esta situación es que tenemos un presidente que no parece dudar de nada, pero está tan ciego que no advierte en sus pasmosos discursos, que en esta sociedad se hunde la ética, la convivencia social, la política y la economía. Ante la terrible tormenta que esta amenazando a España, hace acuerdos con todos aquellos que no les interesa solucionar los problemas de España, sino aprovecharse de esta situación para deshacerla. Recuerdo aquella expresión de Horacio en una oda dedicada a Augusto: «si fractus illabitur orbis impavidum ferent ruinae», que se puede traducir: «Si España cae hecha pedazos a nuestro presidente le cogerá impávido».

El presidente ha retomado como slogan de otro tiempo: «España va mejor», y cuando los organismos internacionales le están corrigiendo su idea de crecimiento, no puede entender que la oposición le haga una crítica. Para él si algo quiebra, es el sentido de Estado de los demás, de modo que la ruina de España le cogerá impasible.

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