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Opinión 17-09-2024 15:03

HABLEMOS DE TALGO. James Eme

De las habituales sandeces con que nos regala el Dr. Sanchez, la última, la que hace referencia a Talgo quizás se lleve la palma en cuanto a falseamiento deliberado de la realidad mediante el abuso de términos que insinuan peligro.

 

 

 

De las habituales sandeces con que nos regala el Dr. Sanchez, la última, la que hace referencia a Talgo quizás se lleve la palma en cuanto a falseamiento deliberado de la realidad mediante el abuso de términos que insinuan peligro. Hace unos días hablando del cortejo de pretendientes que se acercan a Talgo para su toma, descartó de manera tajante las pretensiones de la compañía húngara Magyar Wagons por motivos de seguridad nacional. De manera tácita dejó caer que no vería con malos ojos las aproximaciones de otra compañía, la checa Skoda, siempre que fueran serias.

Lo que no anunció fue que, si de verdad creía que la empresa húngara era una amenaza para la seguridad nacional y la checa no sin dar alguna razón, el Estado tomaba las riendas de la compañía y así quedaba zanjado el problema que tiene, que no es otro que un problema de capitalización y por tanto falta de capacidad para crecer y hacer frente a la catera de pedidos que acumula. Eso es lo que debería haber anunciado si, en verdad, decía lo que pensaba y no hacer alusión a cuestiones de seguridad nacional cuando sabemos que quien más está contribuyendo a la inseguridad nacional, día trás día, es él, su gobierno y compañeros de viaje. Aparte de esto haría un último honor al pretérito, aunque mísero, ideario socialdemócrata si es que alguna vez supo que lo hubo.

 

Talgo desde su creación en el año 1942 por el ingeniero militar Alejandro Goicoechea y el empresario José Luís de Oriol e Urigüen (el primero poniendo las ideas y el segundo poniendo los dineros) ha sido un proyecto de éxito. Si bien es cierto que para los prototipos del Talgo I y el Talgo II la empresa tuvo que acudir a Estados Unidos dada la carecia evidente de infraestructura industrial en el país de aquellos años, a partir del Talgo III que comenzó a prestar servicio regular de pasajeros en Agosto de 1964, los convoyes y locomotoras se construirían en España.

Uno de los hitos más importantes de la compañía tuvo lugar en Noviembre de 1968 cuando un Talgo fué el primer tren español en cruzar la frontera francesa sin que los pasajeros tuvieran que hacer transbordo; se había resuelto gracias al sistema de rodadura desplazable el problema de los diferentes anchos de via. En Junio de 1969 gracias a ese sistema un Talgo III circularía sin problemas entre Barcelona y Ginebra. Hoy, desde hace unos años, con la apuesta por la alta velocidad la empresa acumula pedidos y, como se ha dicho, no es capaz de cumplir los plazos; con sólo dos plantas en España y 1300 empleados es tarea casi imposible. Lo sé de buena fuente porque tengo un sobrino ingeniero que trabaja en la planta de Las Rozas en Madrid y anda abrumado.

Por otro lado hay que reconocer lo obvio; Talgo dejó de ser una empresa española hace años. Si se atiende a su estructura accionarial se verá que cerca del 49% está en manos de inversores institucionales extanjeros y el resto en free float, es decir, en el mercado de valores. La familia Oriol tiene sólo ya una participación que puede considerarse testimonial ,apenas alcanza los 9 millones de euros. Esto quiere decir que si el presidente del gobierno hubiera anunciado la adquisición de la empresa o una participación mayoritaria para darle seguridad y así evitar el control foráneo, ya sea húngaro, checo o marciano, hubiera hecho lo correcto y encima con una empresa de éxito y cargada de futuro? Después de todo ¿qué son 620 millones de euros que es el valor de mercado y la suma que ofrecía, hace unos meses, Magyar Wagons por la compañía? ¿Repasamos el dinero soltado a compañías menos prometedoras a raíz de la pandemia o las subvenciones a entes, ONGs y demás pozos sin fondo de dudosa eficacia?

En resumen, la amenaza que representa la compañía húngara por el mero hecho de ser húngara y de pertenecer a un país sensato, que pone en tela de juicio los disparates que a menudo salen desde la Comisión Europea ( y no sólo con respecto a Rusia) es ficticia. El presidente del gobierno, como corresponde a un país en el que la soberanía está cada vez más reducida, se limita a seguir el guión que desde Bruselas y la OTAN la OTAN y Bruselas le imponen. Si de verdad estuviera preocupado o tuviera algún atisbo de dónde pueden venir amenazas a la seguriadad nacional, miraría hacia la frontera Sur ( la OTAN mirará distante cuando surja una verdadera crisis con el vecino al otro lado del estrecho) o reconsideraría las buenas intenciones de países como Francia, Alemania, Italia cuando presionan y consiguen que el gobierno brasileño renuncie a incluir el español como lengua obligatoria en el curriculum de la enseñanza secundaria, como asi ha sucedido hace unos meses.

Talgo, una empresa de éxito, donde se dío el felíz y raro acontecimiento, en este país, de que un financiero creyera en las ideas de un ingeniero no necesita esta intriga; mucho menos necesita un veto basado en falacias. Harold Wilson, primer ministro laborista en los años 60 y 70 solía decir que para serlo sólo se requerían dos cosas: dormir bien y tener un cierto sentido de la Historia; pues bien, el Dr. Sánchez en cuanto a lo primero desconozco como andará a estas alturas, pero en cuanto a lo segundo nunca ha sabido lo que significa y las implicaciones que tiene.

 

 

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