Noticias de Cantabria
Opinión 15-10-2023 14:37

No comemos como nuestros abuelos, ni siquiera como nuestros padres. JMRS

Guía práctica para envejecer pronto Dr. José Manuel Revuelta Soba

Todos los seres humanos envejecemos, algunos lo hacen más rápido que otros. La edad biológica expresa la edad de una persona en función de su estado de salud y su rendimiento físico general. Para una misma edad cronológica, un individuo con una edad biológica inferior tendrá, por tanto, una mayor esperanza de vida y menor probabilidad de enfermar. Sin embargo, definir la edad biológica es complejo, no existe un método universalmente aceptado.

 

Todos los seres humanos envejecemos, algunos lo hacen más rápido que otros. La edad biológica expresa la edad de una persona en función de su estado de salud y su rendimiento físico general. Para una misma edad cronológica, un individuo con una edad biológica inferior tendrá, por tanto, una mayor esperanza de vida y menor probabilidad de enfermar. Sin embargo, definir la edad biológica es complejo, no existe un método universalmente aceptado.

Se utilizan diversos marcadores bioquímicos (hemoglobina glicosilada, índice de inflamación, lípidos, etc.) y exploraciones físicas e instrumentales para determinar la edad biológica. En la actualidad, algunos laboratorios internacionales especializados están empleando relojes biológicos con resultados satisfactorios, como el ClockBase®. Además, ciertos relojes epigenéticos permiten medir la diferencia existente entre la edad cronológica y la biológica mediante un test molecular capaz de identificarla siguiendo unos complejos patrones de metilación del ADN.

https://doi.org/10.1101/2023.02.28.530532

La investigación científica reciente ha puesto de relieve un hecho de suma importancia, el proceso biológico de envejecimiento es modulable. Determinados factores relacionados con la edad, sexo, etnia, genética o sistema inmunológico juegan un papel significativo en este proceso, pero no son aún modificables.

Envejecimiento prematuro genético

La progeria o síndrome de Hutchinson-Gilford es una enfermedad genética, extremadamente rara -uno de cada 7 millones de nacidos- causada por una mutación genética, en general no hereditaria, que comienza en la primera infancia y se manifiesta en los niños por calvicie, falta de elasticidad y arrugas en la piel, así como otras alteraciones asociadas al envejecimiento, como cardiopatía (infarto de miocardio), ictus cerebral y osteoporosis generalizada.

El síndrome de Down y el síndrome Werner son otras enfermedades de carácter genético que provocan también un envejecimiento precoz, asociadas con la enfermedad cardiovascular que limita significativamente la supervivencia.

Envejecimiento precoz

El envejecimiento natural viene condicionado, en gran medida, por diversos factores modulables que, cuando se ignoran o descuidan, favorecen la decadencia prematura del organismo.

Recientemente, se presta una atención especial al exposoma, concepto introducido por el científico Christopher Wild, director de la IARC "Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer" (IARC  International Agency for Research on Cancer), que hace referencia al conjunto de factores externos a los que estamos sometidos desde el nacimiento hasta el final. El exposoma tiene en cuenta la exposición a productos contaminantes, estilo de vida, nivel socio-económico o medio ambiente. Se pensaba que el envejecimiento estaba preestablecido por nuestra genética, pero la investigación ha demostrado que el exposoma contribuye de forma relevante al mismo, de hecho, está considerado como el mayor responsable del envejecimiento humano.

Este proceso ineludible de los seres vivos va afectando progresivamente a los órganos y tejidos. Las principales características que identifican el envejecimiento son la disminución de la reserva funcional de los órganos, la capacidad de adaptación y la respuesta a los diferentes cambios experimentados por el transcurso del tiempo, que afectan el bienestar y las actividades físicas usuales.

En general, a partir de los 60 años en los hombres y 65 años en las mujeres, la edad adquiere cierto protagonismo en el envejecimiento cardiovascular, primera causa de morbilidad y mortalidad en el mundo. Cuando se inicia el lento y progresivo engrosamiento de la pared de las arterias -aterosclerosis- y la disminución de su flexibilidad, particularmente de las arterias coronarias, puede desembocar en una cardiopatía isquémica (angina de pecho y/o infarto de miocardio), mientras que la afectación de las arterias cerebrales puede ocasionar un accidente cerebrovascular o ictus cerebral. Ciertos factores externos contribuyen, de manera exponencial, a este imparable camino hacia la senectud.

Desde hace años, médicos y expertos en salud vienen alertando sobre los factores de riesgo que favorecen la aparición de estas enfermedades, aunque raramente informan sobre los factores específicos que aceleran el envejecimiento humano.

Aunque el título de este artículo puede parecer algo chocante, sin duda, un mayor conocimiento sobre el complejo proceso del envejecimiento acelerado podría resultar de utilidad. Intencionadamente, hemos evitado incluir consejos y sugerencias para mitigarlo, ya que la mayoría de las medidas preventivas y/o correctoras son fácilmente deducibles por el lector.

Guía práctica del envejecimiento precoz

Tabaquismo

Cada año, más de 8 millones de personas mueren a causa del tabaco; un 25% de las muertes por cáncer se deben al tabaquismo. Los fumadores tienen un riesgo elevado de padecer cáncer de pulmón (22 veces más que los no fumadores). Fumar provoca un envejecimiento prematuro, manifestándose por la aparición de múltiples arrugas en la piel, más visibles en torno a los labios y ojos, dejando la piel seca y curtida. Esto es debido al importante desgaste de las proteínas que le proporcionan su elasticidad, la depleción de vitamina A y disminución del riego sanguíneo subcutáneo.

Uno de cada 5 fumadores de tabaco padecerá una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), especialmente quienes empiezan a fumar durante la adolescencia. En los adultos, el tabaco empeora el asma, lo cual restringe la actividad, contribuye a la discapacidad y aumenta el riesgo de crisis de asma graves que requieran atención urgente. Los familiares que conviven con los fumadores habituales tienen una capacidad pulmonar reducida y trastornos respiratorios crónicos, particularmente los niños. Los fumadores tienen el doble de riesgo de sufrir un ictus cerebral y el cuádruple de sufrir una enfermedad del corazón. El humo del tabaco daña las arterias coronarias y favorece la formación de placas de ateroma y coágulos, que restringen el flujo sanguíneo y pueden provocar infartos de miocardio e ictus cerebral. El uso de cigarrillos electrónicos también aumenta el riesgo de padecer cardiopatías y afecciones pulmonares.

El envejecimiento acelerado del organismo humano por el tabaquismo se debe fundamentalmente a los componentes químicos del tabaco, del papel de los cigarrillos y el filtro. Los cigarrillos pueden contener alrededor de 70 substancias nocivas diferentes, que contribuyen de forma importante al envejecimiento precoz, entre ellas:

Nicotina, acetona (disolvente), acetaldehído, acroleína, naftamalina, naftalina (antipolillas), metanol, pireno, dimetilnitrosamina, cadmio, monóxido de carbono, benzopireno, cloruro de vinilo, mercurio, acido cianhídrico (utilizado en las cámaras de gas), toludina, amoniaco, uretano, tolueno (disolvente industrial), arsénico (veneno), dibenzacridina, fenol, butano, polonio 210 (radiactivo), estireno, DDT (insecticida), alquitrán (potente cancerígeno) y plomo. La nicotina reduce la formación de colágeno, lo degrada, disminuye la circulación de la piel, reduce su grosor, causando las arrugas y el envejecimiento prematuro.

Esta mezcla explosiva, inhalada constantemente por los fumadores y los que lo acompañan con asiduidad, es capaz de debilitar al sensible y complejo sistema inmunitario, exponiendo a frecuentes infecciones y enfermedades que contribuyen, de manera eficaz, a acelerar el envejecimiento corporal.

Alimentación

No comemos como nuestros abuelos, ni siquiera como nuestros padres. Hace años, creíamos que los avances modernos en la preparación e higiene de los alimentos manufacturados contribuirían a una mejoría de nuestra dieta, más equilibrada y fácil de preparar. La industria alimentaria se ha convertido en un sector muy poderoso, que produce innumerables productos ultraprocesados, muchos de escasa calidad nutricional y excesivo aporte energético, que están contribuyendo al incremento de la prevalencia del sobrepeso y la obesidad de la población, especialmente de la urbana, niños y jóvenes.

Investigaciones recientes han puesto de manifiesto que los alimentos ultraprocesados deterioran y acortan los telómeros de los genes humanos, que están relacionados con el envejecimiento precoz. Estos productos alimenticios contienen múltiples ingredientes químicos, no precisamente nutritivos, que se emplean como colorantes, conservantes, emulsionantes, antioxidantes, espesantes, gelificantes, agentes aromáticos, potenciadores del sabor, edulcorantes artificiales, antiaglutinantes, reguladores del pH, antiespumantes, humectantes, antiapelmazantes, gasificantes y otros productos químicos regulados en el Real Decreto 3177/1983 ? Aditivos Alimentarios, o sea los famosos aditivos números E, que siempre nos intrigan tanto.

A modo de ejemplo, en la etiqueta de un chorizo extra que tenía en casa encontré que iba a comer, no sólo chorizo sino toda una extensa compañía química ?extra?, señalada en su etiqueta identificativa: papada y magro de cerdo, pimentón, ajo, sal, dextrina, dextrosa, leche en polvo, aromas, proteína de soja, extracto de romero, colorantes, hidratos de carbono, E-621, E-451, E-301, E-250, E-252, E-120, E-235 y E-331.

La dieta constituye un pilar básico de la salud cardiovascular y la longevidad natural. Existe una amplísima documentación científica demostrando que la alimentación inadecuada, con déficit o exceso de nutrientes, grasas saturadas, azúcares añadidos y alimentos ultra procesados, favorece el envejecimiento prematuro e incrementa el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, entre otras. Con los años, el organismo humano empieza a sufrir determinados procesos de maduración que son inevitables e implican cambios en la digestión, absorción y metabolismo de los nutrientes, así como alteraciones en los sistemas de reparación celular.

Las carnes procesadas, ricas en grasas trans y abundantes triglicéridos, están incrementando la incidencia de la enfermedad cardiovascular e ictus cerebral, ya que se depositan en las paredes internas de las arterias coronarias y cerebrales, disminuyendo u obstruyendo totalmente el normal flujo sanguíneo a estos órganos vitales.

Los alimentos con alto contenido en azúcar añadido provocan incrementos bruscos de la glucemia en sangre que favorecen la aparición de diabetes tipo 2, por exigirle al páncreas una producción excesiva de insulina para metabolizar tanta azúcar, en tan corto periodo de tiempo. Poco a poco, el páncreas se va agotando y su producción de insulina disminuye, requiriendo su aportación externa (diabetes tipo 2).

El consumo excesivo de café, té o bebidas conteniendo cafeína (substancia deshidratante) incrementa la producción de cortisol ?hormona del estrés?. Una producción abundante de cortisol provoca excitación, nerviosismo e irritación ante cualquier inconveniente o disgusto. Este estado de estrés prolongado conlleva un inmediato incremento de radicales libres de oxígeno en la sangre, que favorece el envejecimiento de los órganos y tejidos del cuerpo.

El alcoholismo crónico va dañando progresivamente el endotelio arterial -capa de células del tapizado interior de las paredes arteriales-, provocando una inflamación arterial que hace vulnerable a las delicadas arterias coronarias y cerebrales, en cuyo interior se va formando y acumulando lípidos y diversos restos celulares que estrechan su luz, cuya consecuencia final es la aparición de una enfermedad coronaria (angina de pecho y/o infarto de miocardio) o un accidente cerebrovascular (ictus cerebral). Todo ello favorece el envejecimiento acelerado.

Alteración del sueño

El modo de vida social y laboral actual va demandando una mayor actividad nocturna con reducción de las horas de descanso y la frecuente alteración del horario normal del sueño. Alrededor del 20% de la población urbana trabaja fuera del horario normal (de 8:00 a 17:00 horas). Esta ?Sociedad de las 24 horas? contribuye de manera eficaz al envejecimiento prematuro.

Diversos estudios científicos han puesto de manifiesto que la alteración del orden temporal interno, denominado ritmo circadiano, incrementa la incidencia del síndrome metabólico, conocido como síndrome X, que consiste en un conjunto de factores fisiológicos, bioquímicos, clínicos y metabólicos que conllevan un aumento del riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular o diabetes mellitus tipo 2, debido a la resistencia a la insulina, exceso de grasa abdominal, dislipidemia, disfunción endotelial, susceptibilidad genética, hipertensión arterial, estado de hipercoagulabilidad y estrés crónico.

La mayoría de los adultos necesitan de 7 a 9 horas de sueño cada noche. Los niños menores de 5 años requieren entre 10-16 horas (incluyendo siesta), de los 6 a 12 años entre 9-12 horas y para los jóvenes de 13-18 años entre 8-10 horas. Es verdad que con la edad se precisa dormir menos, pero hay que dormir lo suficiente. El sueño reparador es cardiosaludable y reduce el riesgo de enfermedades crónicas. Dormir bien es vital para la salud en general y previene el envejecimiento prematuro.

Se ha descubierto que el sueño favorece la curación de los tejidos dañados, la reparación de las células, fortalece el sistema inmunológico, mejora del estado de ánimo y la energía vital. Asimismo, mejora la función cerebral, la toma de decisiones, el estado de alerta, aprendizaje, memoria, razonamiento, en definitiva, la resolución de los problemas.

Recientemente, se ha descubierto que la alteración persistente del ritmo circadiano acelera de manera importante el envejecimiento corporal. Esta realidad clínica se ha exacerbado durante la última década, por el abuso a la exposición de pantallas de ordenadores personales, teléfonos móviles y tabletas durante periodos prolongados de tiempo previo al descanso nocturno habitual. La luz azul brillante de estos dispositivos interfiere con el ritmo circadiano y la producción de melatonina. Se estima que los jóvenes y adultos que utilizan en exceso estos medios audiovisuales presentarán signos de envejecimiento prematuro.

Sedentarismo

El sedentarismo suele asociarse al sobrepeso y la obesidad que suelen enmascarar las arrugas, sin embargo, es un factor importante que contribuye al envejecimiento prematuro. Está muy extendida la creencia de que es mejor engordar que se vean las arrugas de la cara, un evidente error, es ?mejor cuidar el interior que el envoltorio?.

La obesidad y el envejecimiento comparten varias características biológicas. Ambos incrementan el estrés oxidativo e inflamación crónica, que influyen negativamente en la función mitocondrial, la detección de nutrientes, la comunicación intercelular y la gestión de las proteínas dentro de las células. La obesidad promueve el proceso de envejecimiento al inducir senescencia, impidiendo la proliferación celular. Por otro lado, la obesidad acelera los cambios epigenéticos asociados al envejecimiento, lo que conlleva mayor fragilidad cromosómica y promueve la expresión de genes relacionados con deterioro físico y enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2.

Los actuales relojes epigenéticos permiten demostrar como el índice de masa corporal (IMC) por encima de 30 incrementa significativamente la edad biológica, situándola por encima de la edad cronológica. Estudiando los diferentes órganos y tejidos se comprueban estos signos de envejecimiento precoz.

Cálculo del Índice de Masa Corporal (IMC):

Utilice la calculadora y divida su peso -expresado en kilogramos- por su altura elevada al cuadrado -expresada en metros-. Para los adultos, se considera bajo peso cuando el IMC es menor de 18 kg/m2, peso normal entre 20 y 25 kg/m2, sobrepeso entre 25 y 30 kg/m2 y obesidad cuando el IMC es mayor de 30 kg/m2.

Deshidratación

Sin agua, la vida humana no existiría. No podemos sobrevivir más de 5 días con deprivación total de agua. Beber una cantidad insuficiente de agua cada día acelera el envejecimiento y favorece la aparición de arrugas en la piel.

El agua constituye la molécula más abundante del cuerpo humano, -60% del peso en adultos; un adulto de 75 kg de peso contiene alrededor de 45 kg de agua. Los billones de células que componen nuestro organismo requieren suficiente volumen de agua y productos energéticos para poder cumplir con su objetivo principal: mantener una vida saludable. El agua contenida en el interior de las células -líquido intracelular- representa 2/3 de la cantidad global, mientras que el 1/3 restante circula en el exterior de las mismas -líquido extracelular-. La mayor parte de ésta última (80%) se mantiene en constante movimiento entre las células -espacio intercelular-, o formando parte de la sangre (20%) -plasma sanguíneo-.

El agua facilita la eliminación de los productos de desechos y elementos tóxicos que van acumulándose en el cuerpo, fundamentalmente a través del sudor, orina y heces. La transpiración y la respiración mantienen la temperatura corporal, la circulación sanguínea aporta calor, mientras la sudoración refrescar el cuerpo. Este imprescindible equilibrio hidroelectrolítico contribuye a activar y mantener el metabolismo fisiológico. Cuando nuestro organismo pierde agua y no recibe una cantidad adecuada, las células sufren y envejecen precozmente, algunas no llegan a recuperarse y mueren. Las personas con mayor riesgo de deshidratación son los ancianos, niños, deportistas aficionados y enfermos crónicos. La deshidratación llega a afectar a algunos órganos y funciones corporales, incluyendo el corazón y el sistema cardiovascular, ocasionando unas alteraciones indelebles y determinantes para el envejecimiento precoz.

Esta sencilla guía práctica contiene los factores más eficaces para acelerar el envejecimiento, aunque existen otros importantes (soledad, estrés continuado, etc.).

"Nadie quiere envejecer", por tanto, nadie seguirá esta guía. Sin embargo, aunque moleste su lectura, puede que sea de cierta utilidad para algún lector; sería una buena recompensa para el autor de este artículo de divulgación científica.

 

En la vejez no nos debe preocupar las arrugas del rostro, sino las del cerebro

Santiago Ramón y Cajal (1852 - 1934). Médico español. Premio Nobel - 1906

 

Los años pueden arrugar la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma

Samuel Ullman (1840 - 1924). Poeta norteamericano.

 

José Manuel Revuelta Soba

Catedrático de Cirugía. Profesor Emérito de la Universidad de Cantabria

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Comentarios(2):

pepe - 17-10-2023

Gracias, estupendo y útil artículo!

CMM - 15-10-2023

Buenos días José Manuel has tardado en madurar un gran artículo, cómo madura un gran vino, después de tu ausencia en estos tres meses en qué has hecho qué te echaran en falta muchos lectores y lectoras que se habían habituado a tus consejos para la vida. Pero si te tengo que decir que este no es un artículo, yo lo veo más como un manual de instrucciones para que podamos mantener un estado de bienestar y larga vida. Pensado, meditado,reflexionado y trabajado. De ahí ese ansia de lectores y lectoras de poder leer tus divulgaciones científicas y humanas. Como admirador que soy tuyo. Muchas gracias. Un abrazo y te seguiré viendo y comentando la vida diaria y aconteceres en el campo del honor de Pedreña.