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Opinión 19-03-2022 07:30

Fernando Gutiérrez Cueto, el héroe cabezonense de la Guerra de Cuba. Por Pedro Arce

Fernando Gutiérrez Cueto es uno de esos españoles a los que la Patria olvida, a pesar de sus valores cívicos y patrióticos; ni siquiera en su patria chica ?Cabezón de la Sal- le han sido reconocidos sus grandes valores y su valentía en la Guerra de Cuba?

 

 

Fernando Gutiérrez Cueto es uno de esos españoles a los que la Patria olvida, a pesar de sus valores cívicos y patrióticos; ni siquiera en su patria chica ?Cabezón de la Sal- le han sido reconocidos sus grandes valores y su valentía en la Guerra de Cuba?

 

Fernando Gutiérrez Cueto nació en Cabezón de la Sal en 1851 y cursó los estudios de Náutica en Santander, realizando las prácticas en la flota del comillano Ignacio Fernández de Castro, quizás en la fragata Tetuán, en la cual tuvo que sofocar un motín a bordo cuando navegaba hacia Manila; después ya como piloto navegó en barcos de vela por el norte de Europa. En 1884 pasa a la Trasatlántica como capitán y se asienta en Cádiz, aunque se despide bruscamente de la misma, convirtiéndose en colaborador de Augusto González Linares para capitanear sus barcos de investigación, como las Corconeras.

 

Y de Santander, da el salto a Cienfuegos y entra al servicio de Antinógenes Menéndez Pintado, el armador torrelaveguense al que también habría que hacer un monumento; Antinógenes, el tío de Marcelino Menéndez Pelayo. le confía el mando del navío Purísima Concepción para navegar haciendo cabotaje por el sur de Cuba y que muy pronto se vería envuelto en un conflicto que acabó convirtiendo a su nave en un barco de guerra, con una actuación taimada y heroica que debieran recoger los anales de nuestra historia.

 

¡Es largo el relato, pero merece la pena ser leído!....

 

Cuando se produce la Guerra de Cuba y Antinógenes Menéndez pone toda su flota al servicio de España, el Purísima Concepción transporta, ya el 11 de junio de 1898, el 2º Batallón de Isabel la Católica desde La Habana hasta Cienfuegos y en una operación similar realizada a comienzos del año 1897 varó a la entrada del puerto, pudiendo ser reflotado.

 

El Purísima Concepción, mandado por el astuto capitán cántabro Fernando Gutiérrez Cueto, se encontraba fondeado en Batabanó el 21 de abril después de romper el bloqueo desde Cienfuegos; recibió instrucciones del Capitán General de Cuba, Ramón Blanco y Erenas, para que rompiera el bloqueo y poder llegar a un puerto neutral para conseguir víveres para el ya exhausto ejército español; el Capitán General puso un Comandante Militar a bordo, el Teniente de Navío Joaquín Montagut. El avezado capitán Gutiérrez Cueto, al caer la noche, salió con las luces apagadas y burló el bloqueo poniendo rumbo al Canal del Rosario, para hacer escala al día siguiente en las islas Caimán, desde donde se dirigió a Jamaica haciendo maniobras de engaño a sus perseguidores, pues conocía perfectamente aquellas aguas; y así, de manera furtiva, entró en la rada de Montego Bay, aquel hermoso buque sin insignias, asombrando a los que sabían de la vigilancia de las costas cubanas, para lo que tuvo que sortear la vigilancia de los buques enemigos, incluso con bandera inglesa falsa y acciones rocambolescas.

 

Para estos momentos, ya el contraalmirante William Sampson había sido advertido de su presencia en aguas inglesas, pese a lo cual y tras izar bandera mercante inglesa, salió de Montego Bay y llegó a Kingston, para sorpresa de todos, pues allí fondeó y Gutiérrez Cueto gestionaba las provisiones, lo que también hacía el crucero auxiliar norteamericano Saint Louis, que lo vigilaba constantemente, pensando que ya lo tenía controlado.

 

Así que la vuelta a Cuba se presentaba incierta, pero la sagacidad de Gutiérrez Cueto no tenía límites y preparó sigilosamente su huida. Una de las calderas ardía todo el tiempo con la chimenea humeante para disimular sus intenciones y despistar al capitán del Saint Louis? Y en el momento oportuno, soltó amarras y enfiló hacia Cienfuegos.

 

Cuando el contraalmirante Sampson se enteró de la fuga, envió a Cienfuegos al crucero auxiliar Yanquee, que se encontró con el cañonero español Diego Velázquez, ya apostado allí para proteger la llegada del Purísima Concepción; era ya el 13 de junio y ante la situación, Gutiérrez Cueto pone proa a Casilda, puerto de Trinidad, donde cuenta con la protección del Fernando el Católico y el Dependiente, entablándose un combate con los buques norteamericanos. Al no poder descargar, es remolcado hasta Masío y esa misma noche consigue zafarse de entre los cruceros enemigos que lo vigilan y consigue llegar a Tunas de Zarza, ya el 23 por la mañana y comienza la descarga?

 

Ante el acoso de los barcos enemigos, la noche del 24 abandona el puerto y llega a Manzanillo en la madrugada del 25, en un difícil viaje, atravesando bancos de arena y coral; aquí descarga todo el buque con la ayuda de la columna del coronel Escario, para que la carga continúe viaje por tierra hasta Santiago.

 

El capitán Fernando Gutiérrez Cueto conocía muy bien todo el territorio y sus mares lo que, unido a su coraje y valentía, le permitió, una y otra vez, burlar a los barcos de la flota norteamericana.

 

Y en Manzanillo se entabló el 30 de junio una batalla entre los buques americanos (Hist, Horner y WompatucK a los que unieron el día siguiente el Osceola y el Scorpion), que acosaban a las baterías costeras y pontones que defendían bravamente el puerto, donde se encontraban varios efectivos de la flota española, además de tres barcos de la enseña de Antinógenes Menéndez, entre ellos el Purísima Concepción, llegando a dejar fuera de combate al Hornet.

 

Pero después del desastre de Santiago de Cuba, la flota norteamericana no cejó en su empeño y volvió a atacar con más efectivos a Manzanillo, después de haber destruido ya la escuadra del almirante Cervera; en la tercera embestida, ya en la mañana del 18 de julio de 1898, los cruceros Wilmington y Helena, con los cañoneros Hist, Hornet, Wompatuck, Scorpión y Osceola penetran en la bahía y disparan a placer, sin encontrar respuesta bélica alguna. Incendian y se hunden el pontón María y el Centinela e inutilizan y casi hunden al Delgado Parejo y al Guardián; quedan destruidos el Cuba Española, el Dependiente, el Guantánamo y el Estrella. Y después de dejar fuera de combate a estos barcos de la escuadra española, aún descubren al fondo a tres barcos abarloados, a los que cañonean e incendian a placer; se trata del Gloria, el José García y el Purísima Concepción, los tres de la flota de Antinógenes Menéndez, que se convierten en auténticas teas, hundiéndose en esa bahía.

 

Como muy bien expresaba González Echegaray, el Gloria, el José García (Antiguo Villa Clara) y el Purísima Concepción, los tres graciosos correos de preciosa estampa, cubiertas corridas y largas superestructuras, son incendiados a cañonazo limpio. Pronto se convierten en tres antorchas y se van sumergiendo lentamente en el agua mientras se levanta hacia el cielo un volcán de chispas llamas y humo. La hermosa flota del viejo armador de Torrelavega ha sido destruida casi totalmente en los cinco meses escasos que ha durado la guerra.

 

Los españoles perdieron en esta ocasión unos 200 hombres y varios buques y los americanos consiguieron dar caza y destruir el Purísima Concepción que se les había escurrido por el Caribe sin que fueran capaces de darle caza en mar abierto, por la pericia y valentía de su capitán, Fernando Gutiérrez Cueto

 

Esta jornada del 18 de julio de 1898, fue aciaga para España, pues allí sucumbieron los cañoneros Cuba, Española (regalado por el Conde de Mortera), Dependiente (regalado por la Asociación de Dependientes de La Habana), Delgado Parejo (regalado por la colonia española en Nueva York), Guantánamo, Estrella, Guardián (regalado por Antinógenes Menéndez Pintado) y Centinela, además del pontón María. Y junto a estos, los tres transportes de la flota de Antinógenes, que fueron incendiados y echados a pique: el valeroso Purísima Concepción, el José García y el Gloria.

 

Tan solo la Cruz Roja del Mérito Naval pudo colgarse de su pecho. Acabada la Guerra de Cuba, vuelve a España como simple pasajero del trasatlántico Catalina y desembarca en La Coruña el 28 de octubre de 1898, trasladándose en tren a Santander, dónde fue recibido en loor de multitudes, ya que se conocían sus hazañas; pero él se escurrió una vez más y se trasladó en tren a Cabezón, para rumiar en la soledad su orgullo herido y su España rota. Él había pagado de su bolsillo los víveres para las fuerzas españolas y los salarios de la tripulación en su aventura jamaicana, pero nadie se acordó de él. Aún todavía pudo capitanear el Hércules de la naviera Marítima Unión, antes de retirarse definitivamente a Cabezón donde se casó y vivió una tranquila vida de retirado, con su nariz enorme, su prieta barba rubia, sus ojos claros azules siempre chispeantes, vivía solo para sus recuerdos. Era, además el mayorazgo de los Fernández Cueto, una gran familia cabuérniga, célebre y universal, sencilla e hidalga. Hombre duro, arrogante y orgulloso casi tanto como valiente, indomable e inflexible, vivió su particular aventura que le dio derecho a figurar como héroe de la patria y a sufrir también el crudo dolor del olvido de la misma. Aún tuvo tiempo de ver otra tragedia de España, como fue la Guerra Civil, falleciendo en otro 18 de julio, el de 1939, víctima de un colapso cardiaco a los 88 años de edad.

 

Si hubiera sido norteamericano o inglés, su vida estaría en las pantallas de cine; pero era de Cabezón de la Sal, español para más señas.

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Comentarios(4):

Ernesto - 29-03-2022

La guerra de Cuba de 1898 fue una derrota pactada entre las logias masónicas. Ved el libro de Federico Santaella que lo tiene documentado. Ahora os cuadrará todo lo inexplicable.

Hurria - 20-03-2022

Se denomina cabezoniegos a los habitantes de cabezon de la sal

Luis - 19-03-2022

Estupendo informe.Me uno a lo informado. Nuestro drama es la de olvidarnos de nuestra gloriosa historia

CMM - 18-03-2022

Me ha encantado el art Pedro sobre todo el final La gran verdad olvidar, ocultar la Memoria Histórica , la de todos no la memoria impuesta que tratan de meter con fórceps Un abrazo