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Opinión 12-10-2024 11:27

Europa en manos de minorías. Miguel López Sintes

Tras la segunda guerra mundial, el mundo quedo repartido en dos grandes áreas de influencia, una bajo una referencia de ideología marxista y otra bajo los conceptos capitalistas y democráticos.

Tras la segunda guerra mundial, el mundo quedo repartido en dos grandes áreas de influencia, una bajo una referencia de ideología marxista y otra bajo los conceptos capitalistas y democráticos.

En la Europa occidental la política estuvo basada en unos sólidos partidos con un arco ideológico entre conservadores y de izquierdas. Aquellos que se movían bajo la esfera de influencia comunista, con el tiempo fueron matizando su imagen y aplicando a su discurso la expresión eufemista de "eurocomunismo", con un claro fin de disimulo ideológico y asimilarse más a la realidad social

Llegado el desmoronamiento del paraíso comunista con la caída del muro de Berlín, la oferta política en Europa se fue modificando y en los diferentes grupos de izquierda la palabra comunista se fue orillando y decayendo, siendo residual en grupos extremos. Tenemos el ejemplo claro de nuestro país donde se han mudado y ahora se autodefinen de todo menos comunistas, aun siéndolo en sus esencias programáticas. Pero evidentemente todo ese grupo ideológico seguía ahí con determinadas inquietudes sociales y un cierto concepto del progresismo, y así fueron apareciendo movimientos y grupos de índole ecologista que dieron cabida y recogieron todos esos deseos. Y el ecologismo en su versión y visión idílica ha pasado a ser la gran bandera del progreso y la nueva gran religión del siglo XXI.

Y la Unión Europea ha recogido esa situación en un Parlamento multicolor y variopinto, con toda una gama de sensibilidades, y donde los pequeños grupos mercadean e imponen en muchas ocasiones propuestas y soluciones cargadas de idealismo, pero poco efectivas. Alejarse de esas posturas y su visión del mundo llega a estar mal visto y el hombre pasa a ser un mal para el planeta, de tal manera que ha impregnado toda la política europea. Y así, mientras USA va a lo suyo, China a lo practico y resto del mundo, África, Sudamérica, Oriente medio?con otras necesidades, nosotros proyectamos una idílica agenda 2030 y otras múltiples propuestas posiblemente útiles en Paris, Berlín, Madrid pero de difícil aplicación simplemente cruzando el estrecho. Hace unos días ya están empezando a circular informaciones sobre la dificultad e idoneidad de los vehículos eléctricos, y como no, en nuestro suelo patrio la promoción desde el estado de las bicicletas.

Nadie puede dudar del cuidado del medio ambiente y la ecología como una herramienta fundamental para la evolución de la humanidad, pero en ese cajón de sastre entra demasiado catastrofismo que como ejemplo se ha impuesto en el análisis del cambio climático, (existe desde que la tierra es tierra) y nos lleva a una información meteorológica que nos tiene en un permanente sobresalto con alarmas de colores, cuando simplemente va a llover, hacer calor o viento. No me cabe la menor duda que detrás hay una gran actividad económica, que genera la proliferación de estudios con universidades y organismos públicos, implicados en su desarrollo y subvención con campus y doctorados. Todas esas propuestas son de importancia y sus estudios y mediciones, pero en muchos casos hay una necesidad de una autojustificación.

Y en este caldo de cultivo se mueve la política europea

Mario Draghi seguro que tiene razón con su análisis de la necesaria inversión milmillonaria en Europa, pero no estaría de más un repaso a nuestra aptitud ante el futuro y las necesidades reales.

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