Entre plagios y refritos,
“Tal y como demuestra el diario ABC, la máxima autoridad del Senado ya había caído en el desprestigio universitario y entre los compañeros era el hazmerreír desde hace varios años”.
No hace mucho tiempo expliqué a mi alumnado -- todo él mayor de edad y con derecho a voto-- lo que era un plagio, cómo se detectaba y técnicas para intentar ocultarlo. Tuvimos un debate posterior donde salieron a relucir cantidad de situaciones semejantes, tanto en el ámbito de la política española como de otros países. Era el momento álgido del demostrado plagio de la tesis “cumlaudeada” del actual presidente en funciones del Gobierno español. Su entorno recurrió a todo tipo de mentiras y tretas para acallar la voz de la calle y del parlamento nacional; es más, quienes reconocieron el plagio dentro de su entorno fueron ‘arrojados desde el Taigeto’ y a muchos otros se les prohibió volver a mencionar el caso, bajo la amenaza de ser abandonados en el “Apothetas de la política”. Se hizo un silencio sepulcral al respecto, con la bendición de algunos medios vendidos al poder socialista.
No han pasado muchos meses y ya tenemos otro caso de una alta autoridad. Mejor dicho de dos. Pero vayamos por partes. El actual presidente del Senado, Manuel Cruz, sigue acumulando disgustos por sus numerosos y continuados plagios en varios libros. Tal y como demuestra el diario ABC, la máxima autoridad del Senado ya había caído en el desprestigio universitario y entre los compañeros era el hazmerreír desde hace varios años. Nadie, en la universidad de Barcelona, era desconocedor de la cara dura y de la ancha espalda de este personaje alta y fuertemente descalificado, como se pone de manifiesto ahora tras ser pillado con el “carrito de los helados”. La justificación que ha hecho es tan burda como la que, en su día, se hizo desde Moncloa en el caso de Pedro ‘Plagio’ Sánchez, alias “cum fraude”.
Entre un plagiador y otro se han dado varios casos de dimisiones por algo semejante en la política europea. Aquí en España se lo toman como el hecho de ver llover; es decir, ya escampará. Es evidente que a la oposición al PSOE le ha faltado un Plutarco en el plano nacional que supiera extender lo sucedido, como sí lo ha hecho la oposición política de Castilla y León: el PSOE ha acorralado al recién nombrado director general de Innovación Educativa y Formación profesional, Bienvenido Mena Merchán, por un plagio realizado hace veinte años. Los docentes lo recordamos perfectamente, pero ya lo habíamos olvidado porque eso es muy habitual en el ámbito universitario. Más de lo que la gente se cree. En su día, Merchán lo reconoció, pidió perdón y lo justificó como un error. Ayer dijo que “fue un error del pasado”. Como ven, no plagio, pues lo entrecomillo.
Tanto el vulgar acto de Pedro ‘Plagio’ Sánchez como el de Manuel ‘Plagio’ Cruz o el de Bienvenido ‘Plagio’ Mena Merchán han sido descubiertos por ocupar cargos y ser personajes conocidos y públicos, pero existen miles de ellos en el sector del profesorado, el periodismo y la investigación. Bien es verdad que -- como los autores no gozan del calificativo de “públicos”-- ni se sabe ni se sabrá. No sé si merece la pena comparar el hecho de que los presidentes citados plagiaron libros, tesis; es decir, algo que les permite vivir de ello y presentarlo como mérito docente u ocupar cargos en tribunales de otras tesis, en tanto que el plagio de Bienvenido Mena lo fue en dos artículos. Juzguen ustedes, pero sin olvidar el hecho del plagio en todos los casos.
Algún articulista de grueso calibre ha recordado estos días que hace un año que se destapó el irresponsable acto de Pedro ‘Plagio’ con su tesis. Es verdad que unos lo filtramos y otros lo cantaron. Tras ello, y en un año, Sánchez ha cometido otros muchos actos de igual calificativo
aunque no eran plagios. Dice el periodista, Antonio Pérez (Chani), que “El carnet del PSOE incluye bula para plagios. Imponen el silencio”. Como ven, no soy yo solo quien piensa eso. Aún recuerdo la amenaza del presidente en funciones a Eduardo Inda con una querella que intentaba basar en que era “un ataque injustificado que atenta contra mi prestigio profesional y social, suponen una intromisión legítima en mi derecho al honor y pueden ocasionarme daños de difícil o imposible reparación”. Sánchez se acobardó, no presentó querella y quedó como el tonto del pueblo, al menos para mí.
Nuestro todavía presidente nunca dio su brazo a torcer, pero mintió decenas de veces e hizo refritos (no es lo mismo que el plagio total, pero sí una forma de plagio) y copió párrafos enteros de informes procedentes del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. ¡Vaya pájaro el tal Sánchez, Pedro ‘Plagio’! Va más lejos Pérez Henares cuando dice en Twitter que “Un año después la tesis de Sánchez sigue siendo tan negra, tan trufada de plagios y tan “cumlaudeada” por amiguetes como entonces. No ha dado una sola explicación pero ha impuesto el silencio. La oposición chitón. El carnet del PSOE, véase presidente Senado, incluye bula para plagios”. Los medios también tienen su culpa en ese vulgar silencio para cubrir al vulgar, gaznápiro y desprestigiado presidente en funciones, así como al actual presidente catalán del Senado.
Me duele que a Mena Merchán no se le haya apoyado desde la Consejería de educación de Castilla y León. No porque sea lo ético sino porque merece el mismo trato que esos que predican la igualdad y se creen con derecho a pernada. Conozco al director general hace treinta años y no me ha sorprendido su cese voluntario. Si bien la oposición de Castilla-León ha hecho lo que tiene que hacer, no entiendo que la oposición nacional al presidente no tenga agallas ni preparación para hacer dimitir a Pedro, alias “plagio”, “cum fraude” y “Falconetti”.
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