Emigración climático-económica vs religosa
La ancestral emigración económica, por los siglos de los siglos, se ha ido convirtiendo paulatinamente, en ciertos puntos occidentales del globo terráqueo, en una emigración religiosa tan imparable que la Unión Europea no ve solución a corto ni a largo plazo, mientras tanto, el multiculturalismo se incrementa sin visos de integración social, y que se canaliza hacia la desaparición de los países acogedores.
Peor aún es la inadmisible dejación de funciones de los políticos europeos, en plan de brazos caídos, que no han llegado a entender ni la mínima parte de lo que significa una avalancha tras otra de inmigrantes religiosos, sobre todo ilegales, con sus mentores intolerantes, hasta facilitar su expansión quebrantando la cultura ancestral europea.
La población del continente africano, que supera los mil millones de habitantes, en su lucha por subsistir, continúa anclada en lo tribal, mientras que los hampones, para fomentar la emigración clandestina y alimentar su propia faltriquera, han dado una voz de alarma, propagando que no existe negocio futuro, consiguiendo que el continente se desmantele, se deshabite.
Así que el enorme potencial de sus fuentes de energía está siendo aprovechado fundamentalmente por magnates chinos que están haciéndose dueños mediante inversiones en amplios territorios para convertirlos en despensa de su país.
El continente europeo, al no estar despoblado, no puede ni debe acoger indiscriminadamente, y sin límite, a toda persona inmigrante, sin saber si hay documentación suficiente para ellos, bajo la moda pelelista de lo políticamente correcto como es viajar indocumentado, premisa con la que puede ser tachado de transgresor de la ley.
El buenismo de lo políticamente correcto está llegando a un punto tal que no sabe diferenciar entre lo que es, de toda la vida, ayuda humanitaria y trafico ilegal humano. El buenrrollismo de lo políticamente correcto está llegando a un punto tal que no sabe diferenciar entre la legalidad y la connivencia con las mafias traficantes de personas. El bienquedismo de lo políticamente correcto está llegando a un punto tal que desconoce lo que es favorecer y potenciar la irregularidad de personas.
Todas estas actuaciones dirigidas desde la política, con el fin de ganar votos, ensanchan el popularismo a la vez que se convierte en una bomba de relojería ante la ya extendida tiranía de las minorías étnicas y sus logros sociales a costa de las mayorías, dan lugar a una tropelía desde el momento en que el derroche no hace distingos entre inmigrantes documentados e indocumentados.
Todo ello con la inestimable e inexcusable ayuda, convertida en trucos, de la figura denominada Asistencia Social, mediante presuntos manuales ofrecidos para anteponerlos a los desempleados nativos en proyectos, en viviendas, en contribución al arrendamiento, en renta de garantía de ingresos, en conseguir ahorrar en el transporte o en ambulancia, etcétera.
Se esquilma, mediante impuestos, es decir, en presunto desacuerdo con la intención del contribuyente para entregárselos, como si fuera un derecho, a quienes no muestran gestos de avenencia hacia unas obligaciones compensatorias de acogida.
La inmigración actual, climática, económica o por huida, no se soluciona tal como está planteada en los despachos políticos, sino con valentía inversora en los focos territoriales de origen, porque cuando se concede dinero a alguien a cambio de nada es como si le despojara de su amor propio, pero eso suena exótico.
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Comentarios(1):
Muy buena reflexion Totalmente de acuerdo