El vuelo rasante del Ave Fénix, por Manuel Olmeda Carrasco
Nuestro presidente en funciones tiene siete vidas como los gatos; más aún, resurge de sus cenizas cual ave Fénix. Eso sí, son pavesas fraudulentas hechas de mentiras, de argucias, sin conciencia ni escrúpulos.
Muchos creerán una hipótesis demasiado aventurada si conjeturo la cercana muerte del pájaro mitológico porque haya elegido un vuelo rasante para impresionar (tal vez alarmar) a rivales declarados o confundir agradablemente a votantes indecisos. Sánchez ha renacido de sus cenizas en sobradas ocasiones. Sin embargo, le pronostico una caída definitiva al dejarse llevar por su envanecimiento petulante. Uno debe saber dónde se encuentra el límite, por encima del cual queda indefenso ante los avatares adversos de una prominencia ilusoria, ridícula. Quizás ignore que Carl Gustav Jung concluyó: “También el ave Fénix muere, de ahí su similitud con el hombre”.
Tras dos derrotas aparatosas y un incidente bufo, hizo del engaño la única actividad para conseguir los objetivos que su ambición -alentada por furtiva avidez consorte- le sugería. Engañó a afiliados, a siglas diversas, a Podemos (un amor concupiscente) y a la sociedad al enarbolar, en su moción de censura, un acta de corrupción del rival sin firma ni rúbrica jurídica mientras ocultaba con indecencia la milmillonaria cochambre andaluza. Ahora, ajeno, disparatado, hace extensiva la mentira, el disfraz, a los suyos y a sí mismo. Le pirran fastos y formas, pero también se deja seducir por el vasallaje. Todo ello, en perfecta síntesis, se vio días atrás cuando presentó -ante un escenario casi medieval, cortesano- trescientas setenta propuestas (buñuelos de viento, al fin) para convencer a Iglesias de que avale una investidura a priori onerosa para España, el PSOE y Podemos. Segundos antes de que termine el plazo, veremos quién es más agudo o más cínico.
El sismógrafo político advierte que los movimientos apreciados tienen un cometido claro: debilitar a Podemos, hasta dejarlo desnudo, testimonial, y endilgar al PP una dieta descarnada con la ayuda valiosa de Ciudadanos. Dos semanas han bastado para dejar al descubierto las intenciones del partido naranja en la Comunidad de Madrid. Apoyar la comisión de investigación sobre Avalmadrid, impulsada por PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos, avanza turbias intenciones. Jamás ninguno de los tres últimos ha tenido curiosidad por aclarar presuntas ilegalidades o corrupciones de adláteres e incluso nacionalismos excluyentes. A mayor gloria, sus condenados en sentencia firme han sido defendidos por propios y extraños a capa y espada. Apesta más un buen embozo que una mala acotación. Rivera, don Albert, muestra desmedida zozobra por sobrepasar al PP obviando altos intereses generales. Quien juega con fuego puede terminar abrasado.
Abraham Lincoln, hace años, advirtió: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Ese vuelo a ras de suelo que viene realizando Sánchez desde hace meses pareciera una forma nítida de ver el territorio aledaño, cumbres y valles, sentimientos y pasiones que dejan al descubierto individuos de cuyos yerros pretende vivir opíparamente. Tanto color, tanta concreción, es pura apariencia, simulación total. Pensamos, no exentos de lógica, que esa visión en cinemascope le va a permitir llevar al huerto a un famélico Iglesias so pena de anticiparle unas elecciones tóxicas. Pero no; el único perdedor, quien va a chocar con una realidad indeseada, ruinosa, es él. Lo vaticina Lincoln, el propio Pablo (“si no aceptas un gobierno de coalición, jamás serás presidente”) y el vuelo decrépito, mustio, del ave Fénix.
El ave Fénix soporta dos limitaciones. Un vuelo muy alto, encaramado al cenit, padece los efectos ardientes, mortíferos, del sol; un vuelo a escasos metros del suelo, rasante, tiende a terminar estrellándose fatalmente. Sánchez experimentaba un vuelo virtual, emotivo, altísimo. No obstante, se va imponiendo la realidad cicatera, prosaica. Los apoyos que busca entre independentistas, nacionalistas vascos (atiborrados de insolidaridad, si no de traición) y extremistas de izquierda, con el plácet tácito de Bildu, le obligan -lastrado por semejante compañía- a coronar apenas arboleda y áticos. Permítanme un inciso. Comprendo que ni PP, Ciudadanos o Vox tengan representación en el país vasco. Son partidarios de excluir o ajustar el “cupo”, cosa que no ocurre con nacionalistas e izquierda, pese a que más de uno destaca su carácter solidario, garante de la justicia social. El “cupo” es la materialización evidente de lo contrario, de la farsa.
Plinio describe el ave como un águila grande que posee un collar dorado alrededor del cuello, un cuerpo color púrpura y cola azul. Pedro -docto y ducho en ceremonias, pero sin la magnanimidad de su tocayo Pedro IV de Aragón llamado el ceremonioso- desconoce, sospecho, este detalle que bien le pudiera servir para corregir el tiro gubernativo. Si nos ceñimos a la mitología griega cuya base sustantiva y metafórica es el contenido plenario del presente artículo, llegaríamos a la conclusión de que los colores atribuidos por Plinio corresponden, en este orden, a Ciudadanos, PSOE y PP; es decir, al bipartidismo trino. El primero en votos, gobernaría; el segundo ocuparía la oposición; el tercero ostentaría el papel de bisagra. ¿Casualidad o previsión? Probablemente no lo sepamos nunca porque la indigencia notable que menoscaba a sus líderes acabe por no ensayar un derrotero, pero tampoco el contrario.
Según se cuenta, a la entrada del Oráculo de Delfos podía leerse la inscripción “Conócete a ti mismo”. Esta máxima era el secreto de la sabiduría y la felicidad. Si uno no se conoce a sí mismo desembocamos en el autoengaño, un narcisismo desbocado que lleva a la propia muerte. Conocerse a sí mismo implica existencia de un ser próximo, un espejo en el que mirarse, una organización social. Por eso, al ególatra le exaspera cualquier compañía que pueda verificar los fiascos personales, la falta de sabiduría y su inmoral, repugnante, alianza con el desencanto. Pedro no quiere coaligarse con nadie, probablemente ni desee un bipartidismo (trino en este caso) donde tenga que competir con otros partidos. Sánchez odia el águila colorida de Plinio y se ceba en un gobierno único, monocolor. Me incomoda estar de acuerdo con Iglesias, por una vez y sin que sirva de precedente, pero creo -con rigurosas e inequívocas razones- que aquí quien sobra es el actual presidente en funciones
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