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El problema de la soledad ©Mariano Cabrero Bárcena es escritor
Con el aumento de las personas que viven solas se ha agudizado "El problema de la soledad". Casi el 30% de los hogares son unipersonales. Muchas gentes viven solas, pero mantienen un nivel alto de contactos sociales, sintiéndose en cierto modo acompañadas al frecuentar a vecinos, amigos, ex compañeros de trabajo, etcétera.
Con el aumento de las personas que viven solas se ha agudizado "El problema de la soledad". Casi el 30% de los hogares son unipersonales. Muchas gentes viven solas, pero mantienen un nivel alto de contactos sociales, sintiéndose en cierto modo acompañadas al frecuentar a vecinos, amigos, ex compañeros de trabajo, etcétera. Entendemos que esta soledad, tan traída y llevada, es en cierto modo llevadera.
Hablemos ahora de otros casos: los que están aislados socialmente y se sienten realmente solos. Esta soledad no es ambicionada ni buena para nadie de los humanos que habitamos la tierra, bajo cualquier punto de vista que se quiera mirar. Y es que la persona que sufre no quiere ni desea estar sola, pero distintas circunstancias de la vida: como falta de recursos para solucionarse sus propias necesidades, aislamientos por parte de los familiares o amigos los han llevado a la soledad eterna
Muchos de ellos/ellas suelen tener más edad, y con bastante frecuencia sufren enfermedades o trastornos mentales y no piden ayuda, cuando realmente la necesitan. Nuestras limitaciones a lo largo de la vejez y últimas vivencias-con la experiencia que dan los años-, hacen que éstas nos concedan el tiempo suficiente para poder pensar y plantearnos ¡cómo pasar el tiempo¡, y entiende uno que debemos dedicarnos, precisamente, a desarrollar aquellas actividades que, por falta de tiempo, nunca pudimos realizar: escuchar música, escribir, pintar, leer libros( para fortalecer y ampliar nuestro intelecto), pasear disfrutando de la "madre naturaleza" con nuestros pocos amigos-que se cuentan con los dedos de una mano y aún nos sobran dedos.¡Tantas y tantas ocurrencias que no pudimos hacer!
El trabajo es para muchos de nosotros-de la tercera o de la cuarta edad, sólo Dios lo sabe-, la única actividad que nos produce suficientes motivos para seguir viviendo, a la vez que constituye una manera o forma de llenar nuestras vidas, que se mueven en el olvido de propios y extraños. ¿Qué son mil años? El tiempo es corto para el que piensa, e interminable para el que desea, Émile Chartier. Sin presente y sin futuro para planificar, necesariamente, la vida en la vejez tiende a refugiarse en el pasado: ¡qué tristes perspectivas de vida se avecinan para las personas mayores! Pienso, muchas veces, que es provechoso reírse de un mismo e, incluso, de nuestra propia sombra: de esta manera descubro lo poco que sé, y lo mucho que me queda por aprender.
La sociedad que nos ha tocado vivir (¿esa maravillosa democracia española?, ¡qué nos habla del estado de bienestar para todos¡, ¿qué nos habla de la igualdad de oportunidades, ¿qué nos menciona de viviendas asequibles para nuestra juventud??), ha roto aguas por los cuatro costados, y ha relegado a las personas longevas, única y exclusivamente, para que emitan su voto cada cuatro años? A lo sumo ha construido pocas residencias -jaulas de soledad- donde podemos ir a morir, y, desde luego, ser olvidados por propios y extraños. Eso sí, para morir con tranquilidad, llevando sobre nuestras espaldas sacos pesados con tierras cargadas de olvidos, penas y sinsabores. Volver a enamorarnos-nuestros corazones perezosos por el paso del tiempo, que son el sol de nuestras vidas ya marchitas-, ya que, indudablemente, los mayores también somos seres humanos que poseemos nuestros corazoncitos -que siguen latiendo con lentitud-aunque, caminamos muy despacio, hablamos despacio, comemos despacio?
Volver a enamorarnos-nuestros corazones perezosos por el paso del tiempo, que son el sol de nuestras vidas ya marchitas pasar ?Del rosa al amarillo? esto es, de la vitalidad y pasión amorosa juvenil a un status de personas maduras:
Vida afectiva, segunda actividad, fomento de la cultura, hacer lo que nunca pudimos llevar a la práctica ¡Ah!, se me olvidaba (¿no lo adivináis?)?, y continuar nuestras vida sexual, un tanto limitada, y quien diga lo contrario miente como un cosaco (pido disculpas a los cosacos), pero relegada al quinto lugar según el orden expuesto de lo que piensa un semejante vuestro, aunque puedo estar equivocado?
Nuestras jubilaciones son una buena etapa de nuestras vidas, dorada diría yo, para viajar-aunque sea con el IMSERSO -, y conocer muchos países: gentes, costumbres, artes culinarias, folclore "Hemos de perder el miedo", que todos tenemos, a subir en los aviones, pues sabemos que, a lo largo del año, son innumerables las personas que fallecen en accidentes de tráfico por las carreteras españolas y del mundo entero
Hoy en día-me comentaba un viejo amigo, con el que tengo la costumbre de tomar café todos los días-: el hombre/mujer tienden a vivir mayor número de años, comenzando a trabajar tardíamente, y jubilándose muchos antes que en tiempos pasados. Hechos contrastados todos los mañanas, tarde y noche por los medios informativos. Y es que en la vejez nos sobra el tiempo, que marcan los relojes, como ?testigos del tiempo? que son (tic tac, tic tac del reloj). ¿Qué son mil años? El tiempo es corto para el que piensa, e interminable para el que desea, Émile Chartier. Por último, como colofón, no dejo de leer y comprobar que son los ancianos -sus personas- en los que se acumulan mayores índices de depresiones y suicidios. Vivir en estas situaciones y desear la muerte, verdaderamente, todo es uno. Por cierto, que los viejos deben y pueden enamorarse, pues mientras hay vida existe siempre el camino hacia la esperanza La Coruña, 26 de septiembre de 2024 ©Mariano Cabrero Bárcena es escritor
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Comentarios(1):
Uno de los mejores artículos que he leído Muchas gracias de estar con nosotros Un abrazo CMM